Tenemos en la mano el excelente libro Narraciones Dominicanas (Librería Dominicana, 1953), de Manuel de Js. Troncoso de la Concha, a quien consideramos un historiador notable. Prologado por Ramón Emilio Jiménez, en este vemos cómo el autor elige varios acontecimientos importantes para el profundo testimonio histórico. Los datos ofrecidos son reales, aunque los hechos hayan causado muchas contradicciones entre historiadores. Por ejemplo, se nos narra la vieja historia del desembarco inglés a la costa de la isla –descendieron por Haina–, y todo lo que implicó para Penn y para Venables, la derrota. Los ingleses habían aterrizado en nuestra isla con 4000 soldados y 34 buques de la Armada de Penn. Luego de su fracaso en la isla, los dos ingleses conquistaron Jamaica (todo esto ocurrió en el mismo año 1655). Sin embargo, para el Lord Protector, Oliverio Cromwell, esto no era suficiente. La palabra Pensilvania se debe a William Penn, que vino en esa abismal noche de cangrejos. Con una prosa de gran sobriedad, Troncoso de la Concha dice que en el Tedeum de la Catedral, y esto lo atestigua Domingo de la Rocha, un vecino, se sacaba un cangrejo de oro porque en la memoria de los dominicanos, los cangrejos de esa noche habían expulsado a los ingleses de las costas dominicanas. Según esta fantástica teoría, los ingleses creyeron que el sonido de los cangrejos, enredados entre los manglares de Haina, eran las pisadas de las fuerzas españolas. Más adelante, al restablecerse el poder español, el Te deum, dedicado a conmemorar la derrota de los ingleses, dejó de cantarse para no ofender a los británicos “que tan buena ayuda habían prestado a Sánchez Ramírez en la guerra llamada de la Reconquista”.
George W. Bush dijo sobre Bill Clinton que los dos eran “hijos de dos madres diferentes”. Así se admiran Bill y George. Como sabemos, hace algunos años, este último escribió una historia que nos parece fundamental. En el caso de Bill, este entraba en la redacción de una obra, The President is Missing (2018, Alfred A. Knof), un thriller político con la escritura acompañada del bestseller James Patterson, de quien yo conocía muchas obras. Mi conocimiento sobre James se lo debía a la compra de 3rd Degree (Little Brown, 2004), narración con Andrew Gross que nos sirvió para conocerlo, guglearlo y ver la fama de este notable novelista que, como quien no quiere la cosa, tiene más de 200 novelas, casi nada, desde que iniciara su carrera en 1976. Patterson es un bestseller enormemente conocido en muchos mercados.
Quien quiera entender lo que pasó en el 9-11, debe leer Decisión Points (Crown Publishing Group, 2010). Podemos pedirle a Bush que entre en una disección política del evento. A fin de cuentas, George tenía claro, cuando empezó la obra, que tendría que diseccionar su historia personal. Por esta razón, el libro está plagado de confesiones que nos parecen elocuentes (en una nos explica que tomaba Bourbon). Lo interesante no se aleja de sus páginas. Algunos que considerarán gastado el motivo político, podrán entrar en las interioridades personales de un personaje del que se han creado algunos mitos y unas cuantas leyendas. Puedes encontrar allí algunas historias sobre su juventud.
En un libro interesante, Tony Judt nos dice cómo actuó de manera cívica durante toda su vida. Su autobiografía marcha a la par de los acontecimientos históricos, y evidencia un toque personal que deberá servir de modelo para analistas futuros.
Claro, en toda su carrera, Judt no fue un político sino un intelectual que vivió una vida activa en la materia académica (Universidad de Nueva York). El proceso de Judt ha sido revaluado por la crítica y es por esta razón que valoramos su visión con justo sentido histórico, aunque en este, publicado de manera póstuma, no intente historiar de manera prolongada coyunturas históricas determinadas (si nos dice la música que escuchaba).
Desde Gengis Kan hasta Winston Churchill, (recomendamos si puede hallarse la excelente biografía de Joy Jenkins que lo compara con W. E. Gladstone) cómo es comprensible el efecto de historiar un evento pasado por el tamiz de la visión personal. Como nos muestran otros libros, las experiencias personales, en asuntos históricos, pueden ser tan claras como las narrativas tradicionales. En el ámbito dominicano, tenemos libros sobre los “dramas electorales”, por ejemplo, o aquellos que nos narran historias que fueron importantes en el esquema anti trujillista o los doce años.
El libro de Judt, El refugio de la memoria, (presentada como la autobiografía del intelectual de los intelectuales), ha sido criticado por un montón de gente que busca algo más fuerte, toda prosa puede parecernos coñac, o sencillamente algo más a la moda. Los argumentos anteriores que hablan de otros autores no tan a la moda, como el caso de Troncoso y su mencionado libro, le parecería a alguno un despropósito en su agenda para impresionar a incautos con nombres sonoros. Se desatan las pasiones y cada quien busca una explicación del mundo –y del Universo–, que se acomode a sus creencias particulares. Y qué bueno que así sea.