Cuando se menciona la palabra progromo se piensa en las acciones vandálicas y linchamientos contra los judíos en Europa que se iniciaron en el antiguo imperio ruso y luego se expandieron por otras regiones europeas. Pero progromos hemos tenido en América, como, por ejemplo, los sucedidos contra los negros en los Estados Unidos de Norteamérica en pleno siglo veinte. Se produjeron prodromos contra poblaciones indígenas y, para sorpresa nuestra, hasta en República Dominicana hemos tenido nuestros propios progromos. Quizás el más recordado ha sido el realizado por las hordas trujillistas cuando la “matanza del perejil“ contra los asentamientos haitianos en el país en el año 1937. Sin embargo hemos tenido conatos de progromos en algunas comunidades fronterizas contra pequeñas concentraciones de ciudadanos haitianos como respuesta a crímenes cometidos por individuos nacionales de Haití contra ciudadanos dominicanos.

La inadecuada política de inmigración dominicana, caracterizada por un trasiego mafioso de drogas, armas, ropas y alimentos, provoca un desorden fronterizo en donde el control de entrada y salida está ausente. Esta situación va concentrando una población indocumentada e ilegal haitiana que se asienta en nuestro país y que crece de manera exponencial.

Es innegable que es una realidad preocupante pues determina una población incontrolable que suele ser sometida por empleadores arbitrarios violadores de nuestras leyes laborales, pero también determina, aunque minoritariamente, una delincuencia difícil de controlar.

A esta situación se le agrega lo más peligroso: el racismo y la segregación, que empezó internamente, agitada por el ultranacionalismo fascistoide dominicano y que tiene una respuesta del ultranacionalismo antidominicano haitiano.

Así como en nuestro país se oyen voces clamando la expulsión de los haitianos de nuestro país y hasta llaman a los dominicanos a prepararse para una guerra nacional contra ellos, en Haití se levantan voces haciendo un llamado a la resistencia y lucha contra el segregacionismo contra los haitianos en nuestro país.

Nuestra preocupación consiste en ¿cuándo y por dónde empezarán los enfrentamientos? Razones históricas que gravitan sobre la conciencia dominicana es algo que no podemos negar y aunque la pobreza que sufre parte de nuestra población que convive en los lugares de concentración de nacionales haitianos ha provocado una especie de sincretismo cultural, el dominicano siempre se considera algo aparte del haitiano. De hecho, el negro dominicano considera al negro haitiano más negro que él. Quiero decir que, a la hora de producirse una situación “de hecho“ en que haya que asumir un bando, el dominicano se irá por el suyo.

El ilegal haitiano que viene a trabajar a nuestro país no tiene tempo para organizarse y por lo tanto sin organización es prácticamente imposible llevar a cabo una especie de insurrección; este haitiano tiene como norte el trabajo para poder mejorar su situación económica y la de su familia por lo tanto nunca va a atentar contra quienes le proporcionan trabajo. Pero los ultranacionalistas dominicanos no entienden esto y están provocando un estado de defensa reactiva por parte de muchos ideólogos haitianos mezclados con su pueblo como pastores, músicos y líderes de “patio“ y es ahí en donde está el peligro pues acciones de respuesta de grupos de ciudadanos haitianos que cometan contra nacionales dominicanos estarán provocando acciones reactivas de conglomerados dominicanos contra conglomerados haitianos en el país produciendo importantes progromos o enfrentamientos de consecuencias incalculables. ¿Y a dónde nos conduciría una situación con estas características? ¿A una guerra civil no declarada? ¿A genocidios indiscriminados? ¿Hasta cuándo resistirá esta situación sin estallar?

¿Cuál será el gobierno dominicano que se tercie la banda de la debacle? Porque no hay otros culpables que no sean los pasados presidentes y el que está de turno, pues con solo la decisión política de resolver el desorden fronterizo y desmantelación de las mafias que se aprovechan del caos sin importarles el destino de los nacionales de ambos países nos quitamos esa posibilidad de la espalda.

Hay un video que se pasa por los medios de un ex primer ministro haitiano, Claude Joseph, en donde arenga a los haitianos en República Dominicana a organizarse para enfrentar al ultranacionalismo dominicano y eso es sumamente peligroso para la convivencia de las dos ciudadanías dentro de nuestro país y ni hablar de nuestros nacionales que viven y comercian con el país vecino.

No se les puede pedir a los nazis dominicanos que bajen la guardia con sus arengas antihaitianas, pero sí le podemos exigir al Gobierno dominicano, dirigido por Luis Abinader, que le ponga fin al caos fronterizo ordenando como se debe el problema migratorio para que se eviten graves consecuencias en un futuro que no está tan lejano.