Un gobierno puede ser considerado como "malo" cuando no cumple con las expectativas y necesidades de la población que se supone debe servir y representar. En la política, la confianza es una moneda valiosa. Cuando un partido político es elegido para gobernar, se espera que cumpla con las promesas que hizo durante su campaña electoral. Desafortunadamente, a veces los líderes electos traicionan la confianza de sus votantes y trabajan a espaldas de su partido para aventajar su propia agenda. Este tipo de gobierno malo puede tener graves consecuencias para la democracia y el bienestar de la sociedad.

Los ejemplos de este tipo de gobierno malo podemos obsérvalos en muchos países incluyendo al nuestro. Cuando un candidato ha sido electo por su partido y por la voluntad de la mayoría, pues espera un cambio y la implementación de su programa electoral.  Pero no es así, en la práctica vemos que muchos presidentes trabajan a espaldas de su partido y a tomar decisiones en función de su propio interés y beneficio. En lugar de seguir las políticas y la plataforma del partido que los llevó al poder.

El papel aguanta todas las palabras del discurso y éstas quedan en el maltrecho del dicho. Sin embargo, los hechos que presenciamos es la implementación de una agenda que a menudo ignora los deseos y necesidades de la nación gobernada.

Hay diversas razones por las que un gobierno puede ser considerado malo, entre ellas la corrupción; y es uno de los problemas más graves que pueden afectar a un gobierno. Cuando los líderes políticos se enriquecen a costa del dinero público o favorecen a sus amigos, sus empresas y familiares en la asignación de contratos y empleos, están poniendo sus intereses personales por encima del bienestar de la ciudadanía. También, somos testigos de cómo muchos funcionarios ineptos y corruptos son recompensados en lugar de ser amonestados.

 

Otra de las razones de un gobierno malo es la ineficiencia. Un gobierno que no es capaz de responder adecuadamente a los problemas y necesidades de la población puede ser considerado como malo. Si los servicios públicos son deficientes, los trámites burocráticos son lentos y engorrosos, incapaces de proveer documentos de identidad (como son los pasaportes) a los ciudadanos, y las políticas públicas no logran mejorar la calidad de vida de la población, es claro que algo no está funcionando correctamente.

La falta de transparencia es una de las características de un mal gobierno. Cuando un gobierno oculta las informaciones reales del estado económico del país o toma decisiones importantes sin consultar a la población, está faltando a su responsabilidad democrática. La falta de transparencia puede generar desconfianza en la población y minar la legitimidad del gobierno.

Empero, uno de las más importantes propiedades de gobierno malo es la falta de liderazgo. Un gobierno sin liderazgo es incapaz de tomar decisiones importantes y de guiar al país en momentos de crisis. Cuando los líderes políticos se preocupan más por su imagen pública que por hacer lo que es necesario para mejorar la vida de la población, están fallando en su deber.

En resumen, un gobierno puede ser considerado malo cuando no cumple con sus responsabilidades básicas de servir y representar a la población. La corrupción, la ineficiencia, la falta de transparencia y la falta de liderazgo son algunas de las razones por las que un gobierno puede ser considerado malo.

Es importante que los ciudadanos estén atentos y críticos con el desempeño de sus líderes políticos, para poder exigir cambios cuando estos sean necesarios.

Un gobierno malo que trabaja a espaldas de su partido es un grave peligro para la democracia y la estabilidad social. Los líderes electos deben ser responsables y cumplir con las promesas que hicieron a sus votantes. Si los líderes comienzan a trabajar en su propio interés en lugar del bienestar de la sociedad, se socava la confianza en el sistema político y se corre el riesgo de generar un caos político y social.

Los ciudadanos deben estar siempre vigilantes y críticos con el gobierno y sus líderes, y responsabilizarlos por sus acciones en el poder.