Desde la semana pasada hemos venido tratando el tema de la motivación humana, la cual es un proceso psicológico que experimentamos las personas, este concepto lo definimos como el impulso hacia un objetivo. La motivación es aquella cualidad que posee cada quien para moverse y poder realizar sus metas propuestas.

Hay dos tipos de motivaciones básicas, que son la extrínseca y la intrínseca, es difícil poder separarlas porque siempre hay un grado de cada una de ellas en las actuaciones humanas, sin embargo, alertábamos sobre los efectos emocionales negativos cuando en lo laboral prima mucho más la motivación extrínseca que la intrínseca.

La motivación extrínseca es aquella que proviene del medio externo y funciona como un motor para poder realizar la función laboral. Las recompensas son el resultado de este tipo de motivación de hecho en nuestra sociedad el dinero representa esta recompensa en prácticamente todas las actividades laborales, las leyes laborales avalan la remuneración del trabajo por la moneda circulante en nuestro país, el peso dominicano.

En cambio, la motivación intrínseca es el acto de realizar actividades que generan satisfacción interna y ese es el impulso principal para la búsqueda de las metas, o sea, se la realiza sin ningún tipo de recompensa económica. “se encuentra relacionada con la propia satisfacción que sienten las personas y que se manifiestan a través del interés, la curiosidad y capacidades propias”

Hay labores que ameritan un alto grado de motivación intrínseca para su realización. La semana pasada pensábamos en el agricultor como trabajador que opera mayormente con motivación intrínseca, él necesariamente tiene que hacer un múltiple acto de fe, creer en la semilla, en el terreno, en las condiciones climáticas a su favor y en su destreza al sembrar, uno de los mejores ejemplos de impulso interno para la realización de una labor, ya que el sembrador está consciente que sin su labor no habría alimentos para subsistencia.

Hoy vamos a hablar de quienes se dedican a la educación como labor profesional y sustento económico, ese maestro de escuela precisamente, que tiene en sus manos la formación académica y en valores de nuestros niños y adolescentes, la profesión magisterial amerita de una motivación más allá de lo material y es que, el prestar atención, estar pendiente a los detalles necesarios para el proceso de aprendizaje de los alumnos, en muchos casos de manera personalizada, solamente se hace si existe la empatía del maestro y  la conciencia de que esos detalles,  pueden ser determinantes en la vida futura de ese estudiante.

Cómo se paga la dedicación cuando existe una verdadera vocación a enseñar y las estrategias empleadas por algunos maestros en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, cómo se paga la formación en valores como justicia, tolerancia, solidaridad, patriotismo, moderación, el no guardar rencor, entre otros valores que se modelan en el aula.

Este perfil de maestro no debe ser una utopía, ojalá los formadores de formadores tengan pendiente elaborar estrategias y despertar en los maestros en formación esa tendencia de motivarse intrínsecamente por la labor que han de realizar.