La enfermedad de Alzheimer es la primera causa de demencia neurodegenerativa a nivel mundial, afectando alrededor de 60 millones de personas, con predilección por el sexo femenino.

Ya en el año 1901 el neuropsiquiatra alemán, Alois Alzheimer describió el caso de la paciente Auguste Deter la cual presentaba olvidos frecuentes, delirios y alteraciones conductuales, posteriormente luego de su fallecimiento, este realizo necropsia de su tejido cerebral encontrando la presencia de placas anormales y microfilamentos.

Son muchos los avances que se han hecho en cuanto a la comprensión de sus factores de riesgo, fisiopatología, pruebas diagnósticas de neuroimagen, biomarcadores sanguíneos y en liquido cefalorraquídeo, así como estudios genéticos que han permitido un diagnóstico y abordaje más temprano.

Sin embargo, nos queda mucho por recorrer, el Alzheimer no solamente representa un problema de salud global, sino en muchas ocasiones un escenario donde se afecta el entorno familiar, por el desconocimiento sobre la enfermedad, la falta de recursos para el tratamiento eficaz, carencia de espacios para desarrollo de actividades que ayuden a la estimulación cognitiva de nuestros adultos mayores que han sido el pilar y soporte de muchas familias.

La diabetes mellitus, hipertensión, obesidad, depresión, estrés, aislamiento social, trastornos auditivos e insomnio son algunos de los factores que pudieran estar relacionados con su aparición. Las políticas para su prevención incluyen la educación a la población sobre los mismos, así como la toma de conciencia sobre el no tildar como normales los olvidos en el adulto mayor y acudir tempranamente a la evaluación médica.

Es prioritario destacar que en el Alzheimer no solo se verá afectada la memoria episódica, sino que pueden aparecer trastornos del lenguaje, disfunción ejecutiva, trastornos del sueño, ansiedad, depresión, apatía, irritabilidad, alucinaciones, delirios y otras manifestaciones neuropsiquiatricas.

Más allá del paciente con Alzheimer, tenemos al ser humano y su historia de vida, su dignidad, su valor como pilar familiar y social.

Seguimos apostando a que el esfuerzo conjunto, la toma de conciencia, las políticas de salud y el avance científico nos permitan aportar mejoría y dignidad, no solo al paciente con Alzheimer sino a todos los pacientes con enfermedades neurodegenerativas.