En un mundo cada vez más interconectado, las reglas de la economía global están siendo reescritas por sectores emergentes que generan un impacto desproporcionado en los mercados. Estas industrias, conocidas como “arenas de competencia”, no solo capturan una porción significativa del crecimiento económico global, sino que también transforman radicalmente las dinámicas empresariales. Según el informe del McKinsey Global Institute, 18 nuevas arenas tienen el potencial de generar entre 29 y 48 billones de dólares en ingresos para 2040, una cifra que podría representar entre el 10% y el 16% del PIB mundial, frente al 4% actual.

Estas arenas abarcan sectores tan diversos como software, inteligencia artificial, ciberseguridad, biotecnología industrial, robótica, movilidad aérea del futuro y medicamentos para la obesidad. A diferencia de las industrias tradicionales, se caracterizan por un crecimiento y dinamismo excepcionales, impulsados por una combinación de avances tecnológicos, modelos de negocio disruptivos e inversiones escalables que maximizan la calidad y la rentabilidad. Esta “poción para crear arenas” genera una intensa competencia entre los actores que buscan no solo capturar mercado, sino también establecer una posición dominante a través de productos de alta calidad y beneficios sostenidos.

La historia reciente de las arenas actuales demuestra su capacidad transformadora. Sectores como el comercio electrónico, los servicios en la nube y los vehículos eléctricos triplicaron su participación en el PIB global entre 2005 y 2020, con una tasa de crecimiento anual compuesto (CAGR) de ingresos del 10% y una capitalización de mercado que aumentó un 16% anual. Estos sectores no solo lideraron en innovación y adopción tecnológica, sino que también propiciaron la aparición de gigantes corporativos que redefinieron los estándares de mercado.

El impacto de estas arenas no se limita a los beneficios económicos. Al atraer inversiones masivas en investigación y desarrollo (I+D), estas industrias fomentan la innovación y crean oportunidades únicas para nuevos participantes que logran escalar rápidamente a posiciones de liderazgo global. Entre 2005 y 2019, las arenas existentes aumentaron su participación en las ganancias económicas globales del 9% al 49%, destacando su capacidad para generar valor y consolidarse como motores del crecimiento.

Sin embargo, identificar y aprovechar estas oportunidades requiere una visión estratégica. Las arenas emergentes no son solo una oportunidad para empresas establecidas que buscan expandirse, sino también un campo fértil para startups e innovadores que desean posicionarse como líderes en mercados en crecimiento. Además, estas industrias presentan implicaciones significativas para los gobiernos, que deben diseñar políticas públicas que promuevan su desarrollo, y para los inversores, que pueden dirigir capital hacia sectores de alto impacto.

América Latina: una región con potencial en las nuevas arenas de competencia

En este contexto global, América Latina se enfrenta a un doble desafío. Por un lado, la región está subrepresentada en las actuales arenas de competencia global, como los servicios en la nube, el comercio electrónico, la biotecnología y los vehículos eléctricos. Por otro lado, América Latina posee ventajas competitivas únicas que podrían posicionarla como un actor relevante en estas industrias emergentes, siempre que logre superar barreras estructurales y capitalizar su potencial.

Un ejemplo destacado es la biotecnología industrial y de consumo, un sector en el que la importancia de la agricultura en la región proporciona una base sólida para desarrollar soluciones innovadoras. Startups en países como Argentina, Brasil, Chile y México están atrayendo inversiones globales al ofrecer productos y servicios que promueven la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. Estas iniciativas no solo fortalecen la competitividad de la región, sino que también contribuyen al desarrollo de tecnologías exportables.

El comercio electrónico es otro sector con un potencial significativo. Se estima que los ingresos en esta industria podrían multiplicarse por cinco para 2040, alcanzando entre 740 y 820 mil millones de dólares. Empresas como Mercado Libre han demostrado que es posible competir con gigantes internacionales y liderar la transformación digital en América Latina. Sin embargo, para maximizar el impacto de este sector, será crucial invertir en infraestructura tecnológica y cerrar la brecha de conectividad en áreas rurales.

En el ámbito de la movilidad aérea del futuro, Brasil lidera con Embraer, una empresa que desarrolla vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL). A esto se suman startups como Aerialoop en Ecuador y ORKID en Colombia, que están innovando en soluciones logísticas mediante el uso de drones. Estas tecnologías no solo mejoran la eficiencia operativa, sino que también amplían las posibilidades para el comercio regional y la integración económica.

La industria espacial también está ganando terreno en América Latina. Empresas como Embratel Star One en Brasil, Satellogic en Uruguay y Orbith en Argentina están desarrollando capacidades tecnológicas avanzadas para ofrecer servicios satelitales y explorar nuevas oportunidades en uno de los sectores más dinámicos y exigentes del mundo.

Además, los recursos naturales de América Latina son un activo estratégico clave para las arenas emergentes. Países como Perú, Chile y Brasil poseen abundantes reservas de litio, níquel y cobre, minerales esenciales para la transición energética global. Estos recursos posicionan a la región como un proveedor crítico en la cadena de valor de las baterías y los vehículos eléctricos, sectores que serán fundamentales en las próximas décadas.

No obstante, América Latina enfrenta desafíos estructurales que limitan su capacidad para competir plenamente en las nuevas arenas globales. Históricamente, el crecimiento económico de la región ha dependido del aumento poblacional, un motor que ahora pierde fuerza. Esto subraya la necesidad de diversificar las fuentes de crecimiento mediante la inversión en productividad, tecnología e innovación.

La falta de inversión sostenida en investigación y desarrollo (I+D) también representa un obstáculo significativo. Para competir en sectores como la inteligencia artificial, la biotecnología y las energías renovables, América Latina debe fortalecer la colaboración entre gobiernos, empresas y universidades, y promover el desarrollo de talento especializado. Además, la conectividad digital sigue siendo un desafío; aunque la penetración de internet en la región ha superado el 75%, muchas áreas rurales carecen de acceso adecuado, lo que limita su integración en la economía digital.

El éxito de América Latina en las nuevas arenas de competencia dependerá de su capacidad para adoptar una visión estratégica e inclusiva. Esto incluye priorizar la innovación tecnológica, invertir en infraestructura crítica y fomentar alianzas público-privadas que impulsen el desarrollo económico sostenible. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si la región puede capitalizar estas oportunidades o si continuará relegada en el panorama global.

La región tiene los ingredientes necesarios para liderar en las arenas emergentes, pero el tiempo es un factor crítico. Con visión, audacia y colaboración estratégica, la región no solo puede participar en las industrias que definirán el futuro de la economía mundial, sino también posicionarse como un actor clave en el escenario global. Ahora es el momento de actuar y asegurar un lugar en las industrias que transformarán el mundo en las próximas décadas.