El pasado día 5 de enero me encontraba a bordo de un autobús de transporte espinal Platinum pretendiendo retornar a Santo Domingo. Antes de iniciar ese viaje mi esposa Luaiti me dijo que tenía mucho frío y me pidió que le procurara un capuchino. Como estaba lloviendo ella temía que yo no pudiera bajar y subir las angostas escaleras por mi mismo, sin ayuda adicional de terceros.
Para tratar de ayudarme ella me agarró por el brazo derecho y me comprimió fuertemente nervios y músculos contra el húmero lo que me provocó dolor. Reaccioné de inmediato contrayendo brusca y simultáneamente el bíceps y el tríceps. Éstos actos voluntarios de mi parte evidencian que me encontraba en pleno dominio de mis habilidades mentales y motoras. Todo puesto de manifiesto con una periodicidad matemática de un movimiento armónico simple. Ante esas vibraciones mi esposa llegó a pensar un movimiento involuntario causado por una patología cerebral. Estando impresionada, en ese contexto, ella llamó a Felix García diciéndole: ¡Felito Eulogio está temblando! y ante esa llamada de SOS; García también percibió que se podía tratar de una patología cerebral y tomó la crucial decisión de ordenar que una ambulancia fuera a recogernos al autobús. De esa manera se pusieron a trabajar de inmediato los servicios de la unidad de emergencia HOMS hacia donde fui trasladado ingresado y atendido de inmediato todo bajo protocolo VIP, Very Immediate Procedure.
Esa decisión posiblemente me salvó la vida y también impidió que automáticamente se presentaran secuelas que me hubieran impedido haber estado dictando este artículo el 11 de enero a sólo seis días después del episodio, desde la cama en que recibía atenciones médicas, con posterioridad al episodio que afectó mi estado de salud de bienestar físico el día jueves 5 de enero de este presente año.
Resulta edificante señalar que tres semanas antes del episodio mi esposa y yo nos sometimos a rigurosos estudios médicos de tipo preventivo y tanto los resultados de los ecocardiogramas como de las pruebas de esfuerzo no detectaron ninguna patología existente en ese momento. Tampoco se encontró algún rasgo de peligrosidad que indicara que hubiese algún tipo de riesgo que pudiera evolucionar y convertirse en una patología cerebro vascular a corto o largo plazo.
Debo dar constancia de qué fui admitido en el HOMS sin que tuviera que cumplir con papeleos burocráticos, sin pagos por adelantado. Tampoco se me exigió la validación de tarjetas de crédito que servirían para garantizar el cobro de los servicios a ser recibidos. Todo esto propició que rápidamente yo me encontrara en una camilla recibiendo atención médica sin ningún retraso innecesario. Vale señalar que los organismos de seguridad regional o nacional y las organizaciones que tienen a cargo el control de la foresta tienen en sus estrategias como primer aspecto táctico operacional la concepción de que cuando surge un incendio u otro siniestro similar es necesario atacarlo de manera contundente desde el inicio antes de que los siniestros provoquen daños irreparables o se conviertan en indomables. En los colegios de guerra diariamente se hacen planteamientos sobre las doctrinas de contrainsurgencia en las cuales establece como táctica fundamental que ante cualquier subversión es mandatorio tratar de sojuzgarla de manera contundente desde el inicio antes de que se expanda victoriosamente.
Todas las personas conocedoras de temas médicos que han tenido acceso a la evolución de mi caso y de la impresionante recuperación parcial obtenida en esta fase inicial son del criterio de que las pequeñas limitaciones de movilidad que se presentan en la mano, en el antebrazo y el brazo izquierdos podrían ser superadas felizmente en pocas semanas con dedicación, con empeño, con persistencia y con disciplina cumpliendo los protocolos terapéuticos, todo ello, siempre bajo la bendición de la Divina Providencia.