El pasado 19 de noviembre, la Embajada de Estados Unidos de América en República Dominicana emitió un comunicado en el que critica que los controles migratorios del gobierno dominicano supuestamente están basados en estereotipos raciales.
Tal planteamiento está completamente fuera de lugar porque contradice los nexos diplomáticos y comerciales existentes entre ambas naciones. El origen del mismo se produjo en torno a la actual situación de inestabilidad sociopolítica de Haití, un país golpeado por la miseria, los desastres naturales y la violencia descontrolada, que tuvo su expresión más cruenta con el magnicidio del presidente Jovenel Moise.
Es por ello que entendemos que son irresponsables los cuestionamientos al ejercicio de autoridad desempeñado por la nación contra la migración ilegal. Ya que cada país tiene el derecho de establecer en materia migratoria todo lo que sea beneficioso para este.
Los cuestionamientos hechos son opuestos a los deseos de resolver de manera conjunta el clima de tensión irregular que predomina allí, y deben ser bienvenidas las medidas que República Dominicana considere convenientes para la protección de su territorio. Más aún, si el descalabro institucional que prevalece en la parte occidental de la isla lo amerita. En Haití las pandillas imponen su ley de terror.
El reciente comunicado del gobierno de EE.UU. es un insulto al clima de paz que impera en la República Dominicana, porque cuestiona la autoridad que recae en el poder político; la libertad de poner orden en “casa”.
Durante años EE. UU. ha desempeñado el papel acusador a todo país que no se acoge a los lineamientos que ellos entienden como “buenos”. Esa política solo afecta la posible búsqueda de soluciones sobre un marco de la diplomacia.
Tanto EE. UU. como cualquier otra nación debe acercarse a la mesa del diálogo en una posible búsqueda conjunta de soluciones a problemas que sufre Haití.
Las criticas a las referidas medidas migratorias dominicanas debían reflejar el anhelo de intensificar las medidas y los intentos de solucionar el problema; ante una nación marcada por grandes desafíos.
La medida de saneamiento debe estar orientada a la creación de un pacto de cara al establecimiento del orden jurídico e institucional que acompañe a los haitianos a construir la paz y la estabilidad en su propio territorio.
Los Estados Unidos, como país líder del continente, debe aupar los esfuerzos para buscar solución a la tragedia que sufren millones de haitianos y haitianas, en lugar de criticar decisiones soberanas de la República Dominicana.
Dicho de otra manera, el comunicado por parte de EE. UU. es irresponsable y fuera de lugar en el marco de la búsqueda de soluciones conjuntas que alimenten, al menos, la esperanza de encontrar la estabilidad en una nación con profundos y crónicos problemas estructurales.