Las últimas ediciones de la Bienal de Venecia, de la Bienal de la Habana, Sao Paulo y de los Documenta de Kassel en Alemania con influencias directas en Miami han creado ciertos niveles de interacción en cuanto a las grandes exposiciones y ferias de arte contemporáneo, las expresiones críticas y curatoriales, museográficas y museológicas remueven los ambientes artísticos de la contemporaneidad. Al parecer de críticos y curadores como Gerardo Mosquera, Adriano Perosa, Luis Camnitzer, Irene Amengual, Gaudêncio Fidelis, Nelly Richard, Marcela Guerrero, los usos curatoriales y críticos avanzan cada día más en los diversos grados y rangos de la condición global de dicha práctica y cuyas travesías anuncian y preparan la independencia del crítico y el curador como sujetos incidentes y decisivos de las artes visuales; lo que quiere decir que el diálogo global que como práctica asumen el curador-crítico y el crítico-curador conduce a una orientación y a un trazado de modelos de análisis convergentes con el análisis cultural y social en boga desde los últimos congresos de crítica de la AICA, construyen cada vez más circunstancias de creación artística y divulgación de universos artísticos, siendo así que en el congreso de Irlanda y Londres, resultaron controversiales, debido a los nuevos fenómenos que, producto de la condición global de la crítica y la curaduría incidieron en espacios continentales de una manera radical, pero a la vez dialógica y multidimensional.

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NELLY RICHARD.
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AMABLE LÓPEZ.
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GERARDO MOSQUERA.
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MYRNA GUERRERO.

Las conferencias que se han llevado a cabo en los últimos congresos de la AICA sobre la actitud de críticos y curadores, no han sido muy optimistas en cuanto a resultados accionales e institucionales. En el último encuentro de la AICA en la ciudad de La Habana las delegaciones emitían consideraciones sobre la autoridad del crítico-curador y el curador-crítico en torno a los niveles de significación del artista y su obra, así como las influencias postmodernas y proscríticas detectables en algunos trabajos presentados por representantes de la crítica de arte y la crítica cultural.

En diversas ocasiones se ha planteado la presencia de cierta disidencia crítica y curatorial por parte de comunidades interpretativas en países del África, Sri Lanka, Bangladesh, Indonesia, Australia y parte del Medio Oriente que, junto a otras poéticas curatoriales caribeñas y latinoamericanas, han quebrado el espacio de una reflexión colonialista sobre la base de nuevas actitudes reflexivas y productoras de nuevas herramientas de análisis y difusión de políticas críticas y curatoriales en un marco temporal de veinte años, cuando la condición globalizante de los estudios culturales y críticos han impuesto modos de decir y contextualizar la producción artística tardomoderna.

Esta situación de crisis en los estudios artísticos y culturales, y la curaduría pedagógica y antropológica, ha hecho que diversos promotores (Néstor García Canclini, Marta Traba, Myrna Guerrero, Amable López Meléndez, Nelly Richard, Irene Amengual, Gabriel Pérez Barrero y otros), de una curaduría territorializada en una filosofía de la obra de arte se reconozca a partir de un encuentro de culturas basado en la diferencia cultural y en la puesta en práctica de determinados vocabularios y expresiones artísticas insulares, continentales  hemisféricas y transcontinentales; lo que ha dado lugar para controversias o debates sobre temas de política, economía e ideología que cobran cada vez más valor desde un discurso globalizador de la crítica y la curaduría de arte, en un mapa ampliado de productividad y reflexión en torno a la producción artística y simbólica, tal y como sucede en diversas comunidades interpretativas en los últimos diez años. Los denominados choques ideológicos en este sentido se hacen cada vez más visibles en perspectivas propias de los cambios de mentalidades en un mundo que poco a poco legitima la crítica institucional, cardinal y transversal de los universos artísticos reinantes a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Esto hace pensar que las diversas prácticas críticas y curatoriales se empeñan en reconsiderar los sistemas artísticos y simbólicos, a partir de ideas surgentes del conocimiento “crítico” en contexto y en movimiento; todo lo cual hace posible un conflicto de interpretaciones entre los actores reales y participantes del enmarque artístico y crítico galvanizados por actitudes que surgen de la historia misma de los signos culturales.

En efecto, la crítica y la práctica curatorial constituyen en la actualidad una suma de discursos sobre diversas productividades de la cultura de los signos y de los idiolectos regionales y oficiales que abren las perspectivas de nuevas experiencias estéticas, académicas, postacadémicas y poéticas en conflicto y en diferencia. Este proceso a la vez tensivo, constructivo y hermenéutico, solicita referencias observables al interior mismo de los dispositivos sociales y culturales promovidos por narrativas de fronteras, de recursividad y transmedialidad, así como de movilidad y puesta en acción de procesos tendentes a resultados basados en modos de creación, articulación y promoción de la diversidad artística y cultural, a partir de los nuevos lenguajes de producción y significación de la obra de arte en tiempos de negación, terror teorético y mass-mediación crítica. Lo que no evita una crítica a la condición curatorial desde perspectivas políticas, interpretativas y comprensivas de los diferentes niveles de productividad visual y simbólica.

La tensión entre Crítica de arte y Curaduría tiene en Latinoamérica y el Caribe representantes y representaciones que se afirman desde las diversas poéticas críticas y subversivas como campos radicales nutridos con ideologemas abiertos a discusiones productivas de nuevos sentidos de arte actual con minorías anti- hegemónicas contextualizadas desde resortes estéticos que van más allá de las vanguardias llamadas hoy tradicionales y negativas (Negative space).

La pertinencia de un discurso curatorial y una crítica integradora de los signos artísticos y curatoriales va de la mano de una historia de la mirada y de la imagen advertida en libertad. A partir de un orden significante que aspira en este caso no solo a conceptualizar el arte de nuestros días, sino a reinventar modos, espacios y diseños curatoriales dinámicos.

La fenomenología de una visión museográfica y museológica constituye hoy una posibilidad mediadora y dialógica donde el crítico, el curador, el artista y el público, conforman el hecho expositivo de nuestros días, siendo así que la organización externa del producto imaginario crea los niveles y grados de comunicación del hecho artístico contemporáneo.

Una actitud crítica de los nuevos diseños expositivos surge de las motivaciones que han propiciado un nuevo modo de ver autónomo o independiente (el caso de los países africanos, del medio Oriente, el Caribe, Latinoamérica y algunas comunidades del Pacífico. El caso de los países árabes y otros espacios culturales y alternativos llaman la atención por sus especificidades y  descubrimientos, signos, nuevas artisticidades y recursos simbólicos de creación.

Las actuales narrativas postcoloniales invitan a retomar discursos híbridos con nociones teóricas abiertas a propuestas menos grandilocuentes en el plano de la expresión y el plano de los contenidos artísticos y culturales. Esta vertiente que se ha hecho sentir en las exposiciones del llamado Tercer mundo y en el concepto de hemisferio y de continente han producido un estallido que pone bajo aviso a las llamada élites críticas y por lo mismo a las estéticas académicas surgentes de los grandes centros de poder económico y de los actuales mercados avalados por capitales globales y multiculturales.

De ahí que la práctica de hoy resignifica los valores dialógicos traductores de rasgos, imágenes, modalidades y espacios de conversión, ratificación y movilidad cultural.

En tal sentido, la crítica y la curaduría se han constituido en disciplinas, diálogo entre marcos de trabajos expositivos (museológicos y museográficos) que prometen una gran “esperanza proyectual”, a partir de territorios visuales sincréticos, escépticos, disposicionales, distópicos, filosóficos, políticos, lingüísticos y fenoménicos.

El contexto de la nueva geopolítica y la nueva geopoética del arte de nuestros días, indican diversos modos de pensamiento artístico a escalas integrales de significados, modalidades constructivas, posicionamientos artísticos y culturales, y, en muchos casos hasta textos multifuncionales que se justifican en nuevos usos y miradas de la contemporaneidad y la llamada “postcontemporaneidad”.

Algunas imposturas y juicios contra críticos reconocidos y “certificados”   motivan herramientas y discursos agnósticos que pretenden descolonizar no solo la cultura y el arte, sino cualquier tipo de posibilidad de creación que no surja de una experiencia psicovital del artista, tal y como sucede en el contexto nórdico, germánico, y otros movilizados conscientemente por los llamados Documenta de Kassel y el espíritu de las grandes subastas en Miami o New York. Es desde allí desde donde "habla" hoy la crítica y los movimientos de minorías étnicas, así como los espacios comunales que propician textos propensos a descategorizar, desconceptualizar y de reprocesar cualquier doxa artística o crítica tendente a demitificar o deconstruir el arte y las diversas artisticidades.

A decir verdad, para cualquier práctica, ejercicio crítico y curatorial encontramos hoy perspectivas y experiencias marcadas por órdenes y contra-órdenes de selección, organización, tensiones ideológicas y artisticidades rebeldes. El concepto de geopolítica ligado al de geopoética de los lenguajes sociales, culturales y artísticos supone una lectura que produce a su vez la metalectura de cualquier principio o cualquier hegemonía artística, económica, simbólica y comunicativa; lo que quiere decir que los idiolectos locales de cada comunidad intelectual y las fuerzas y efectos de los lenguajes críticos motivan cada vez más lo que se entiende por disciplina crítica y curatorial.