Los resultados de los estudios realizados por las agencias internacionales que financian, monitorean, evalúan, sistematizan y califican las inversiones que hacen los Estados y los Gobiernos en los países en vías de desarrollo han constatado que, el crecimiento económico experimentado por Argentina, Perú, Brasil, México, El Salvador, Colombia, Guatemala, Ecuador, Chile y República Dominicana, no ha generado el desarrollo económico y social esperado en los últimos cincuenta (50) años (Informes de BM, BM, FM, BID, 2000-2021).
En tal sentido, ya se sabe que la pandemia de la COVID-19 generó un incremento de la pobreza en Argentina, Colombia y Perú, donde excedió los siete (7) dígitos. En Chile, Costa Rica, Ecuador y Paraguay, la pobreza creció entre tres (3) y cinco (5) puntos porcentuales y en Bolivia, México y República Dominicana la pobreza creció menos de dos (2) puntos porcentuales, pero creció. No obstante, el único país de la región que experimentó una disminución de la pobreza y la pobreza extrema en el período 2020-2021 fue Brasil (CEPAL, 2021).
“Pese a la recuperación económica experimentada en año 2020-2021, los niveles relativos y absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los registrados en el 2019, lo que evidencia existe una crisis social en América Latina y el Caribe preocupante. La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en la que “vive” una buena parte de la población de estratos e ingresos medios y bajos, caracterizados por niveles de cotización a la protección social contributiva precarios y muy baja cobertura de la protección social no contributiva” (CEPAL, 2021).
Como hemos visto, “el aumento de la pobreza extrema en el período 2020-2021 es consecuencia de una reducción de las transferencias de ingresos de emergencia en algunos países que no alcanza a ser compensada por el incremento esperado de los ingresos del empleo para el año 2022” (CEPAL, 2021). No obstante se sabe que, “el Covid-19 generó una crisis socioeconómica que impactó los ingresos y los gastos de todos los países y gobiernos, provocando que el trece (13) por ciento de los latinoamericanos y caribeños pobres pasaran a la pobreza extrema en el año 2021” (CEPAL, 2021).
En tal sentido, los gobernantes latinoamericanos y caribeños en ejercicio de sus respectivas funciones deberían revisar crítica y responsablemente, cuáles fueron sus promesas de campañas antes del Covid-19 e informar a los ciudadanos, cuáles de estas promesas ya han sido cumplidas, cuáles están en marcha, cuáles son las inversiones y los sacrificios que hay que hacer para cumplir las promesas, pero también, decirles a los ciudadanos de sus respectivos países, cuáles de sus promesas no podrán ser cumplidas en el período para el cual éstos fueron electos.
Desde nuestro punto de vista, la pobreza y pobreza extrema que sufren los latinoamericanos y caribeños, fue lo que motivó que la mayoría de los votantes de clase media y los pobres, emitieran sus votos por “Aspirantes Presidenciales Esperanzadores e Inspiradores” en las elecciones celebradas en los últimos cuatro (4) años. Si mi apreciación es correcta, los mandatarios latinoamericanos y caribeños que aspiran a ser reelectos en los próximos períodos electorales, deben poner sus oídos en sus respectivos pueblos o prepararse psicológica, política y emocionalmente, para manejar consecuencias electorales impredecibles que podrían resultar devastadoras.
Como especialista en Psicología Social y planificación estratégica reconozco que, crear falsas expectativas en los ciudadanos en materia de salud, educación, producción, alimentación y control de la inflación e incumplir las mismas, resulta peligroso política y socialmente para las Futuras Aspiraciones Presidenciales. En el caso Dominicano, el Presidente Luis Abinader, sus funcionarios y colaboradores, deben hablar menos y centrar sus energías en hacer más por los pobres y la clase media. Hablar mucho degasta a un Presidente y desacredita su gestión. Un Presidente debe hablar cuando se produzcan eventos, circunstancias y logros que él tiene el deber de enfrentar y/o comunicar a la población.
No obstante, la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa nuestro país, requiere se corrija los desajustes productivos y comerciales con prontitud y, al mismo tiempo, dar respuestas concretas a las demandas económicas y sociales que están enarbolando los ciudadanos y los grupos comunitarios y populares a nivel nacional. En tal sentido, percibo que los hornos latinoamericanos y caribeños están encendidos para cremar política y socialmente a los líderes políticos y a los presidentes que defrauden a sus respectivos pueblos, incluyendo a los nuestros.
Es oportuno indicar que si los dominicanos/as recordamos a Manolo Tavares Justo, a las Hermanas Mirabal, Francisco Alberto Caamaño, Rafael Fernández Domínguez, Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Amaury German, Orlando Martínez, Aniana Ondina Vargas Jáquez, entre otros/as líderes más, es porque estos/as no nos defraudaron política y socialmente.
“Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se hace y perciben los ciudadanos”. TGM