Según los últimos estudios neuropsicológicos realizados por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la mayoría de los crímenes atroces están antecedidos por una crisis psicótica de amplio espectro que obnubila la percepción humana” (Informes de la OMS sobre crímenes atroces, 1981-2012 y DSM, 2018).
Como tal, la persona afectada por una psicosis experimenta pensamientos confusos y distorsionados que le impiden asumir conciencia sobre los hechos que están ocurriendo en su entorno inmediato” (DSM, 2018).
Por su parte, la psicosis es un trastorno de salud mental grave que afecta tanto a hombres como a mujeres, cuyos síntomas son, entre otros: (1) Persecución irreal; (2) miedo patológico infundado; (3) escuchar voces extrañas; (4) recibir órdenes y amenazas; (5) insomnio prolongado; (6) efectos rebote por medicación con antidepresivos y/o psicóticos sin vigilancia o control de un especialista en higiene y salud mental.
Asimismo, (7) depresión moderada o aguda; (7) trastorno de ansiedad; (8) cambios repentinos del estado de anímico y de personalidad; y, (9) percibir figuras imaginarias amenazantes que otras personas no ven ni escuchan.
Como se puede apreciar, la persona con una psicosis es víctima de una condición de salud mental de cuya gravedad ésta no ésta consciente, cuadro de salud mental estudiado permanentemente por la Neuropsicología, la Psiquiatría, la Psicología Social y la Criminología.
En tal sentido, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, “la mayoría de los suicidios y homicidios atroces, están asociados a una psicosis, sin importar la condición socioeconómica, profesión, estatus social y creencia religiosa de quienes cometieron los hechos.
Por su parte, los datos recopilados por los expertos en Neuropsicología de la OMS refieren que, “cuando una persona aparentemente sana física y psicológicamente comete un crimen atroz, ésta presentó previamente uno o varios síntomas de alarma que no fueron interpretados por sus familiares cercanos, compañeros de labores, vecinos y amigos” (Informes sobre crímenes atroces cometidos a nivel mundial, período 1989-2015).
Por lo visto hasta ahora, los/as dominicanos/as, sin importar nuestro estatus socioeconómico, profesional y credo religioso, debemos estar atentos/as a cualquier cambio de actitud o de comportamiento que presente uno de nuestros seres queridos, ya que la intervención a tiempo de un especialista en higiene y salud mental, “desactiva cualquier cuadro nueropsiquiátrico y/o psicoemocional que podría conducir a una persona a cometer un crimen atroz” (DSM III, IV y V).
De su lado, cuatro estudios realizados por neuropsicólogos mexicanos, colombianos, argentinos y hondureños entrevistaron a 12,678 personas acusadas de cometer crímenes atroces, a quienes al cuestionárseles sobre los hechos respondieron de la forma siguiente: (a) yo no fui quien cometió ese crimen; (b) yo sólo obedecí las ordenes de una voz que me dijo que lo hiciera (OMS, 2023).
Además, (c) yo nunca cometería un crimen tan atroz al que usted se refiere; (d) yo no sé lo que pasó, ni siquiera yo recuerdo si estuve en ese lugar; (e) yo me siento avergonzada/o de lo que sucedió, entre otras respuestas más, totalmente incoherentes y desorganizadas que confirmaban que las personas entrevistas estuvieron afectadas por una crisis psicótica cuando cometieron los hechos (OMS, 2023).
No obstante, la Neuropsicología y la Psicología Social consideran que, antes de juzgar a una persona que cometió un suicidio o un crimen atroz, se debe realizar una evaluación neuropsiquiátrica con el propósito de determinar cuáles fueron los factores psicoemocionales que impulsaron a las personas a cometer los hechos.
Cuando ocurre un crimen atroz, lo justo y profesional es, analizar la condición física y mental en la que se encontraba la persona que cometió el hecho, para luego esta ser procesada según su condición neuropsiquiátrica.
Según se sabe, la Psicología, la Psiquiatría, la Neuropsicología y la Psicología Social no juzgan ni discriminan a las personas cuando éstas cometen crímenes atroces, sino que proceden a investigar científicamente cuáles fueron los factores neuropsiquiátricos y psicoemocionales que influyeron para que dichas personas cometieran los hechos.
Como se sabe, en las tres últimas semanas han ocurridos suicidios y homicidios atroces que han conmovidos a la mayoría de los dominicanos sensatos. No obstante, dichos hechos nos deben hacer reflexionar, sobre lo frágil y lo complejo que resulta ser la Mente Humana cuando las personas nos vemos afectadas por una crisis psicoemocional o neuro psiquiátrica.
Asimismo, los suicidios y homicidios a los que hemos hecho alusión en el párrafo anterior, deben ser valorados en su justa dimensión por los padres, los abuelos, los hermanos, los curas, los pastores, los amigos, los vecinos y los compañeros de labores de las personas involucradas, tomando en cuenta la afirmación del metafísico inglés John Donne, quien dijo una vez: “No preguntemos por quién doblan las campanas, están doblando por uno de los nuestros”
“Estar atentos a cualquier cambio psicoemocional que presente uno de nuestros seres queridos, podría evitar la ocurrencia de homicidios atroces“(DTGM, 2024).