Los padres tienen el compromiso de criar a sus hijos, porque el ser humano nace muy indefenso y tarda mucho tiempo en valerse por sí mismo. Hoy en día, les toma más tiempo completar su desarrollo, pero exigen beneficios de adulto, pese a conservar su condición de hijos dependientes o mantenidos.
La vida de familia se ha debilitado notoriamente. En muchos casos, los padres prácticamente sólo duermen en la casa y pagan para que el niño reciba lo que necesite, y si mostrara carencias, procurarían simplemente aumentar las compensaciones materiales. De esta manera la personalidad del niño se forma con deficiencias, su desarrollo emocional se dificulta y no logra buenas habilidades psicosociales. Los medios digitales suplen de forma inadecuada su capacitación para la vida en sociedad.
El niño merece que se cubran sus necesidades, pero no le conviene recibir regalos lujosos para impresionar a sus amiguitos, si quiere impresionar, debe hacerlo por su propio esfuerzo. Ante la fragilidad que exhiben los niños, se ha intentado proporcionarles un ambiente “light” en la escuela, de manera que se esfuercen poco, que no se les haga sentir que su rendimiento es bajo, no reprobarlos pese a no haber llenado los requisitos académicos mínimos, se reprocha a los profesores que intentan corregirlos y podrían no aprender nunca a enfrentar el “bullying” o acoso escolar por sí mismos. De esa forma, el niño pierde la posibilidad de desarrollar competencias y cuando sale de la escuela, tiene un cuerpo de adulto, pero sin la capacidad para enfrentarse a los retos o pruebas de la vida real. Sobreprotegemos al niño y luego no comprendemos las incompetencias del adulto. El mismo tipo de padres que exige que a su niño no lo estresen, es el que presionará implacablemente a un joven subalterno cuando presente deficiencias en el trabajo que realice.
El hijo ya adulto debe trabajar para cubrir sus necesidades. Pero si opta por estudiar o seguir capacitándose, está bien si el padre continúa apoyándolo para que pueda completar su desarrollo. De no estar en proceso de superación, si no trabaja de alguna forma como cualquier adulto, se destruye psicológica y socialmente.
Cuando un hijo adulto considera ser merecedor de que le proporcionen todo lo que desee sin dar nada a cambio, esperará recibir el mismo trato en la Sociedad. Así esperaría que, en los trabajos, sus jefes no lo presionen, sean afectuosos, les paguen de acuerdo a sus necesidades y no por el trabajo que realicen. Suelen ser exigentes con sus parejas, pero no les preocupa complacerlas. Son muy demandantes en la amistad y debido al concepto que tienen del padre esclavo, no soportarán la idea de ser padres.
En los tiempos en que los padres veían a sus hijos como una ayuda en el hogar y no como una carga, el procrear era una meta anhelada, porque era una relación fundada en que tanto padres como hijos, daban y recibían. Ser estéril era considerado una desgracia, pero en la actualidad, hay parejas que optan por no tener hijos.
Algunos cambios que han disfrutado las generaciones actuales son: desarrollo de los medios de comunicación, la informática, avances de la ciencia y en la igualdad de género. Pero además de sus deficiencias familiares, podemos señalar otras desventajas: crisis de los valores humanos, se reducen las enseñanzas de moral y cívica, se limita la autoridad de padres y maestros, pérdidas de preceptos religiosos, se cultiva menos el patriotismo, en lugar de esforzarse por adaptarse a la sociedad se espera que la sociedad se adapte al individuo, entre otros fenómenos responsables de los cambios que ya estamos viviendo.
El hijo debe participar de los momentos gratos de la familia, del techo, la comida, los recursos materiales, recibir apoyo para su capacitación, ser amado y ser valorado. Pero también debe ayudar de acuerdo con sus posibilidades en el hogar, participar de las experiencias no agradables (ir a funerales, visitar enfermos no contagiosos, compartir responsabilidades y preocupaciones, etc.), lo que le permitiría un desarrollo normal. Tiene que conocer la noche, para que pueda valorar el día.
La madurez permite ver el mundo real y no un mundo color de rosa, por lo que se debe recibir responsabilidades supervisadas desde temprana edad. No mostrarle las consecuencias de sus malas conductas es la mejor forma de producir un adulto delincuente; hazle saber que estás presente para ayudarle a mejorar, elogiando todo lo que haga bien, sin adulaciones.
No basta con amarlo, hay que expresárselo. Si no aprende a dar en el hogar, la vida de su pareja y de tus nietos, será muy lamentable.
Enséñale a no atormentarse por lo lejos que puedan estar sus metas, pero a dar al menos un paso cada día, para acercarse a ellas. Y no importa que le falten muchas cosas, pero no debe faltarle tu amor.