Es una práctica común en la política que los líderes identifiquen a jóvenes, quienes son los que impulsan las campañas políticas. Y es que la juventud, más que ser el futuro, es el presente. Sin embargo, realmente, ¿qué es lo que recibe el joven de la política, o más bien, ¿qué busca? Así como el político ve en la juventud una oportunidad para acercarse a un público complicado, el joven busca oportunidades para desarrollarse. Pero es una realidad en nuestro país que el joven no posee ese peso político ni esa cuota de poder para lograr grandes cosas; no es escuchado, más bien, es utilizado como un instrumento electoral.

Desde que conocí a Milton Morrison, me di cuenta de que, en este sentido, marcaba una diferencia absoluta. No es un político que solo le habla a la juventud de política, sino de conciencia, y de los límites que la mente nos impone, los cuales nos impiden romper los paradigmas establecidos por nuestros propios pensamientos. Más que hablarle al joven sobre el primer voto, las elecciones y de buscarle un espacio en su partido, Milton llega al corazón de cada joven, mostrándole su interés en que pueda explotar su potencial más allá de lo que él mismo cree posible, convirtiendo pensamientos y sueños utópicos en algo tangible ante los ojos de un joven que busca la oportunidad de ser tomado en cuenta.

Y hablo de utopía porque la primera vez que escuché a Milton hablar fue sobre aquellos sueños que parecen inalcanzables, esas metas utópicas que la mente percibe como imposibles. Cuando lo escuchaba en el auto, me di cuenta de que no estaba oyendo a un político, sino a un ser humano que busca cambiar mentalidades. Un político es una cosa; un humano es otra. La política, muchas veces, te deshumaniza; te acerca a las realidades de otros para alejarte de la tuya propia. El político busca crecer; el ser humano busca que otros crezcan.

Hace años leí un libro de Rhonda Byrne, llamado El Secreto. Ese libro me ayudó a entender lo que era la ley de la atracción, es decir, el poder que tiene la mente de materializar lo que pensamos, deseamos y anhelamos. Siendo muy joven, me pareció fascinante la idea de poder obtener lo que deseamos, pero, como adolescente, tenía otras prioridades, como salir, compartir y vivir una vida cómoda, lo cual me impedía practicar el poder de la atracción. Luego de varios años de práctica política, con encantos y desencantos, me detuve a pensar: ¿realmente vale la pena? La verdad no lo sabía, pero seguí adelante. Unas semanas después de escuchar a Milton por primera vez, la vida me lo puso frente a frente. Los dos íbamos a tomar el mismo ascensor y sentí que, en ese momento, tenía ante mí la oportunidad de mi vida. El único político que había llamado mi atención estaba justo ahí.

No podía ser una coincidencia, o era la más grande de mi vida. Así que me acerqué a él y le dije: “Usted es Milton Morrison…” y él me respondió: “Ese mismo soy.” Entonces comencé a hablarle sobre mi experiencia al escucharlo, y me atreví a mentirle diciéndole que era su fiel seguidor desde hace años. La verdad es que sí había escuchado su nombre, pero no lo había escuchado a él.

Cuando llegó el ascensor, decidí darle su espacio para que subiera solo, pero él, interesado en continuar la conversación, me invitó a subir con él. En ese momento me di cuenta de que era alguien interesado en escuchar y relacionarse con los jóvenes. Al despedirnos, me dio su número de teléfono, “por si alguna vez se me iba la luz”, ya que él era el administrador de Edesur. A partir de ahí, comencé a ser seguidor de Milton Morrison.

Al ver Milton mi potencial en las elecciones de mi país me envió a la Ciudad de México para participar en congresos de la COPPPAL, donde pude ser observador internacional en las elecciones federales de México.

Más adelante, descubrí que él era amigo de la mamá de mi novia, y pudimos compartir en varias ocasiones, lo cual me permitió conocer al hombre, al empresario y al ser humano. Nunca hablamos de política ni del partido, y nunca me invitó a ser parte del País Posible que estaba construyendo, el País Posible que todos anhelamos. Un día, después de muchos, hablamos de política, y me invitó a una actividad masiva como invitado especial, para que pudiera conocer al político. En ese evento, pude percibir la felicidad y algarabía de las personas. Más que a un político, veían a Milton como un guía, alguien que los hacía saltar, reír, disfrutar y aplaudir sin límites. Se veía la emoción en cada uno, y todos los comentarios que escuché eran positivos. En ese evento, él fue el último en hablar, y más que un discurso político, fue un acto de crecimiento personal para cada militante del partido, quienes, en su mayoría, eran jóvenes. Los que no lo eran, estaban allí porque creían en él sin esperar nada a cambio. Puede sonar como una exageración, pero era así. Al parecer, lo que yo había sentido, ellos también lo sentían: una conexión y sinergia con un líder que transmitía un mensaje distinto.

No sé qué vio en mí, pero un año después, ya era el Secretario Nacional de la Juventud de su partido y miembro del Comité Ejecutivo Nacional. Me sumergí por completo en conocer el partido y a sus militantes, en entender qué es esto de País Posible. Les cuento: País Posible, más que un partido, es como una familia, en la que, desde el padre hasta los hijos, sobrinos y primos, todos están en una misma línea, excepto aquellos que no están de corazón. Al ser un partido abierto, es poco controlable quién entra y quién no. Sin embargo, un padre de familia siempre desea lo mejor para sus hijos, y cuando tiene muchos hijos, debe preservar y mantener el bienestar de cada uno de manera equitativa.

La visión de País Posible, la que me motivó a ser parte de esta familia, es que, sobre todo interés particular, existe un interés colectivo que debe ser la prioridad para todos. No es satisfaciendo intereses personales como lograremos un País Posible, sino trabajando en equipo, como los mosqueteros: “Todos para uno y uno para todos.” 

¿Por qué Milton Morrison cree en la juventud? 

Por primera vez en política he sido tomado en cuenta para desarrollar mi liderazgo, más que para impulsar el de otros. Esto permite que mi crecimiento esté en conexión con el liderazgo del líder y del partido, todo en una misma línea. Hoy en día, tengo un equipo de más de 200 jóvenes alineados al pensamiento morrisonista.

El partido País Posible tiene un Comité Político, al cual algún día aspiro pertenecer, y un Comité Ejecutivo Nacional del que soy parte. En estos órganos de dirección la mayoría de los miembros son jóvenes; es decir, quienes toman las decisiones en el partido en su mayoría tienen menos de 35 años.

En un año, tuve mi primera experiencia como observador en unas elecciones internacionales. Al ver Milton mi potencial en las elecciones de mi país me envió a la Ciudad de México para participar en congresos de la COPPPAL, donde pude ser observador internacional en las elecciones federales de México. Esta experiencia única en mi vida me permitió conocer de cerca cómo funcionan las elecciones en un país tan grande y crear valiosas relaciones. Milton incluso llegó a México y nos invitó a mí y a otros jóvenes a compartir experiencias con altos funcionarios y empresarios, presentándonos como su equipo.

Hoy me encuentro escribiendo este artículo frente al imponente aeropuerto de Beijing, China, volviendo a mi país luego de una intensa capacitación sobre ciudades inteligentes para países latinoamericanos. Una pequeña comisión de República Dominicana viajó para conocer cómo China se ha desarrollado hasta llegar a ser lo que es hoy. En este viaje, visitamos algunas de las empresas tecnológicas más grandes del mundo y creamos conexiones para que nuestro país pueda avanzar en tecnología y planificación inteligente, un paso más hacia el desarrollo. También visitamos la Gran Muralla China y la Ciudad Prohibida, sin dudas la mejor experiencia de mi vida. Quizás la mayoría de los seleccionados fueron elegidos por su experiencia en el área; Milton lo hizo de manera híbrida: envió a expertos para que aprendieran más, pero también a otros, como yo, para que aprendan y generen conocimiento desde cero. He aprovechado esta experiencia al máximo y regreso con grandes ideas que beneficiarán el desarrollo de mi país.

Sin lugar a duda, ninguna de estas cosas hubiera sido posible sin el poder de la atracción, sin haber sido atrevido, y sin que Milton creyera en la juventud.