Muchas veces me siento preocupado, parece ser que no sabemos a dónde nos dirigimos, a cada momento suceden cosas que nos ponen a pensar que hemos perdido el rumbo.
La última de ellas fue la atrevida e irrespetuosa situación a que el presidente de un minúsculo partido sometió al Lic. Abinader, prácticamente obligándolo a jurar que le daría posiciones en el gobierno a los tres o cuatro gatos que lo siguen. No sé si admirar al presidente de la República por su paciencia o criticarlo por su pasividad al poder aguantar ese chaparrón sin reaccionar e irse de la encerrona que le prepararon.
Otro caso es el del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos, que fue sometido por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional para su conocimiento y aprobación. Vemos en esta pieza que solo entre lo destinado a la amortización de la deuda pública y lo consignado para la educación pre universitaria se va un altísimo porcentaje de los ingresos. En el caso particular del Ministerio de Educación, es escandaloso y vergonzoso comprobar cómo se han dilapidado con muy poca transparencia alrededor de US$40 mil millones, recibidos por el mencionado Ministerio desde que se aprobó la Ley que destina el 4 por ciento del PBI a esa actividad, sin lograr mejoría alguna en la calidad de la educación, estando nuestros estudiantes del sistema público entre los peores del mundo, gracias a profesores que por desidia o falta de preparación, no cumplen con su deber como educadores y al sindicato que los agrupa, que se encuentra más interesado en lograr beneficios materiales que en enseñar.
Dado los pobres resultados obtenidos por nuestros estudiantes en ese largo período de tiempo, corroborado por todas las mediciones que se han realizado, me parece que tenemos que pensar seriamente en una forma alternativa de manejar los cuantiosos recursos que se reciben, los cuales deberían estar atados al cumplimiento de metas y a la comprobación de la mejoría del proceso de enseñanza, es desde todo punto de vista inconcebible que se pretenda continuar manejando ese dineral de la misma forma en que se ha venido haciéndolo hasta ahora.
En este mundo de hoy, en donde tenemos que competir con países más ricos y desarrollados que nosotros, es necesario enrumbar a la nación por los caminos de la innovación y el conocimiento y esto solo se logra con una buena educación, que en la República Dominicana brilla por su ausencia.
Por otro lado, tenemos el siempre complicado tema haitiano, actualmente en un punto crítico por la insistencia de Haití en la construcción de un canal de riego que afectaría notablemente el caudal del Río Masacre, perjudicando a nuestro país. Las medidas tomadas por el gobierno dominicano, restringiendo el paso de personas y mercancías desde el país vecino, ha provocado una reacción inesperada de los haitianos que los ha unido en la decisión de construir el canal sin respetar los convenios existentes y ha exacerbado los sentimientos antidominicanos que tienen los habitantes de esa nación.
El dinámico comercio que existía en la frontera, así como las exportaciones de una serie de productos se han detenido a pesar de que el gobierno dominicano abrió los pasos fronterizos para el comercio de alimentos, Haití mantiene sus puertas cerradas, y se han visto casos de ciudadanos haitianos que han cruzado a comprar, y a su regreso los productos le son arrebatados y destruidos. Indiscutiblemente que esta situación ha perjudicado a productores, industriales y comerciantes, quienes hoy se encuentran con gran parte de sus productos sin mercado. Creo que lo que está ocurriendo, obliga a los afectados y al gobierno a buscar nuevos mercados donde colocar esos excedentes, esto se dice fácil, pero toma tiempo y es difícil de lograr.
Aunque esta muestra de unificación de voluntades dada por nuestros vecinos se ha producido, ese país viene desmoronándose institucional y socialmente de manera acelerada, y es evidente que la parodia de gobierno que existe no controla el país, pues las bandas armadas que existen del otro lado de la frontera se han convertido en dueñas de buena parte de ese territorio. Tenemos ante nosotros otra Somalia, pero en el Caribe, y demasiado cerca de nosotros.
Mientras tanto, la fuerza internacional que intervendría en Haití y que fue aprobada por las Naciones Unidas no aparece y, con lo que está pasando en estos momentos en el Medio Oriente, creo que lo del mencionado país pasa a una plano muy lejano en el orden de prioridades de esa Organización.