El pueblo estadounidense reeligió a Donald Trump en gran parte por un rechazo a la forma en que se manejó la economía de Biden. Esto así, debido a que ésta encapsulada por las políticas de Joe Biden y el Partido Demócrata. Además, existe un deseo de que se recupere la prosperidad de manera inmediata y armónica, sobre todo para la clase media. Las encuestas dejaron muy claro que se trató de una elección económica donde el 66% de los votantes dijo que la economía era asfixiante e insostenible. De ahí que, Donald Trump ha obtenido, hasta el momento de escribir este artículo, el 52 por ciento de los votos populares.
Una vieja regla de oro en la política estadounidense es que los candidatos deben evitar ponerse del lado equivocado, en cualquier tema, en el que el 60 por ciento de los estadounidenses esté de acuerdo. Kamala Harris y los demócratas estaban decididamente del lado equivocado, afirmando con frecuencia que las condiciones económicas eran benignas o incluso asombrosas.
Históricamente, es muy difícil que un candidato de un partido en el poder gane cuando los votantes tienen una visión tan negativa de la economía. Harris hizo todo lo posible para tratar de convencer a los votantes de que representaba un cambio en lugar de una continuación de las políticas económicas impopulares de la administración Biden. Además, la falta de políticas concretas y solventables, no reflejadas en las comparecencias de Kamala, no logró convencer a muchos votantes de que gobernaría de manera diferente, a pesar de la escasez de ideas políticas que hubieran marcado un cambio.
De ahí que, los estadounidenses no confiaron en que Harris fuera una mejor administradora de la economía nacional. El 35% dijo que pensaba que ella manejaría mejor la economía, en comparación con el 65% que dijo que Trump sería mejor, según la encuesta de salida de Fox News.
Esto fue particularmente importante en esta elección porque muchos estadounidenses vieron la economía como su principal problema sus votos.
Muchos periodistas y economistas subestimaron enormemente el valor que los votantes le dan a la estabilidad de precios. Esto probablemente se debe a que ha pasado tanto tiempo desde que se convirtió en un tema político importante que no se refleja en sus modelos econométricos.
Supusieron que a los votantes les importaría más la tasa de desempleo, sin embargo, los votantes siempre añoran que pueden tener la economía de pleno empleo lograda con Trump por primera vez, en una generación.
En otras palabras, la elección presidencial fue en gran parte un referéndum económico en el que los votantes eligieron a Trump y sus políticas económicas. Votaron por menos inflación, menos impuestos locales, no subsidio económico a los inmigrantes ilegales, más nacionalismo económico y una economía con la que pudieran sentirse bien nuevamente. Ese es el mandato que Trump llevará consigo a la Casa Blanca en enero.