En el contexto de la cooperación internacional con la República Dominicana, se impone dejar de buscar los pobres zonificados con lupas para intentar implantar proyectos cuya sostenibilidad es igual a cero. Superar los porcientos mal calculados de proporciones de pobres por territorio. Ir a lo concreto, en zonas con la potencialidad de acumular un capital social que acumula una alta probabilidad de éxito.
Concentrarse en municipios que como Santiago de los Caballeros, Puerto Plata, Dajabón, Manzanillo, Higuey, San Francisco de Macorís, Moca, Salcedo y Cotuí entre otros, garantizan la inversión o la cooperación internacional en proyectos replicables.
La Fundación W.K.Kellogg tiene varios análisis de experiencias para educar en el hecho de que la cooperación con el desarrollo solo es exitosa y de puede sostener y reproducir en territorio con capacidad de aportar un capital social que garantiza el éxito.
La cooperación internacional descentralizada es la que se implementa con los gobiernos locales y regionales de manera directa, sin intermediación de los Estados centrales u organismos multilaterales. Es bastante accesible a los distintos niveles de gobierno, especialmente si se establecen relaciones de las agencias y los diversos hermanamientos entre los gobiernos locales participantes.
Tiene la ventaja de abarcar un espectro más amplio de alternativas debido a la gran diferenciación existente entre los lineamientos de política, sectores y áreas geográficas priorizadas por los gobiernos locales de los países en desarrollo.
La mayoría de agencias tienen su sede en Santo Domingo, por lo que se imponen políticas de cooperación descentralizada. Que los territorios accedan equitativamente a la asistencia técnica internacional.
Incluso la alcaldía de Santiago ha efectuado dos encuentros exitosos con embajadas que imponen seguimiento. Santiago es cofundador en Barcelona 1993 del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), una genuina red de ciudades iberoamericanas www.cideu.org.
Por consecuencia, invitamos a los viceministros Hugo Rivera y Olaya Dotel de los ministerios de relaciones exteriores (MIREX) y planificación, economía y desarrollo (MEPyD) a enrumbar su agenda hacia el Cibao. Con ambos organismos, Santiago tiene compromisos firmados para promover el desarrollo local.
El Consejo de Desarrollo desde 2002, ha organizado tres procesos-mesas de cooperación con el desarrollo local. El presidente Hipólito Mejía fue el primero que entendió el enfoque y facilitó la mesa originaria de cooperación en 2003. Los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, impulsaron otro tanto. De estas sesiones con las agencias internacionales, se derivaron iniciativas que hoy son modelos de desarrollo local.
El significativo capital social de Santiago presentó iniciativas. No fueron los empresarios, si no los miembros comunitarios del plan estratégico. Desde el Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM), la Fundación Solidaridad (FS) hasta la Coordinadora de Juntas de Vecinos de la Zona Sur (CODOSUR).
Sin embargo, el visionario gobierno del presidente Luis Abinader, que es la gestión pública que mejor analiza, considera y realiza la inversión pública en Santiago, debió ser más apoyado para tales fines, por MIREX, MEPyD y las agencias.
Las mesas de cooperación son espacios para conocer las políticas de cooperación internacional del gobierno y organismos externos. Para concretar proyectos financiables, en el contexto del plan estratégico 2030, coherentes con la Estrategia Nacional 2030 y los ODS.
Los encuentros se celebran en el salón de conferencias del plan estratégico. Pero en este contexto pandémico, conversamos con la junta de directores del Jardín Botánico, para que se efectuaran en uno de los espacios ecológicos de este parque emblemático.
Impulsamos las gestiones para convocar la cuarta mesa de cooperación con el desarrollo de Santiago y Región Norte. En materia de relaciones internacionales también estamos comprometidos en promover la cooperación externa entre ciudades gemelas de Haití y República Dominicana.
Las mesas de cooperación son espacios inteligentes donde las agencias comparten enfoques y valoran auspicios potenciales. Requieren impulso desde lo nacional. Si pretendemos organizar la cooperación externa, en el contexto de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, gobierno, agencias y entidades multilaterales, deben realizar una aproximación descentralizada.
El enfoque coordinado y convergente de la cooperación permite reducir actuaciones parciales. La concurrencia impone negociación y el diálogo necesario para entender la política y formular acuerdos pertinentes de acceso al financiamiento solidario.
La pospandemia, la crisis internacional de las materias primas, la guerra e inestabilidad en Ucrania, junto a las mejoras sustancial de las condiciones socioeconómicas en la mayoría de los países latinoamericanos, es un reto de nueva focalización y ordenamiento de prioridades para las fuentes cooperantes.
La cooperación internacional debiera reflexionar pues están concentrados en áreas de pobreza extrema y otras con no tanta, pero sin el debido capital social que garantice la replicabilidad de las iniciativas.
Desde hace 10 años se registra un fuerte cuestionamiento en torno a la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo (EAD). José Antonio Monje de ILPES-CEPAL, y otros, subrayan que a partir del año 2005 los marcos regulatorios de la cooperación internacional para el desarrollo plantearon nuevas exigencias.
De esta forma, se inició desde la cooperación un acción más profunda de acercamiento y retroalimentación con los lineamientos de política de desarrollo de los países receptores.
Asimismo, se registra una mayor coordinación y coherencia interna entre los organismos cooperantes. Tanto la Agenda de Accra (2008), la Declaración de París (2015), y la Declaración de Edimburgo sobre Cambio Climático (2020), constituyen los pilares del nuevo marco conceptual y operativo, de la cooperación. Unas relaciones que en República Dominicana, muchos municipios, y en especial Santiago, está preparado para desarollar.