En la comunidad de Matachalupa, Higüey, en la navidad, exactamente el 27 de diciembre de 1938, la brisa fría que bajaba de las lomas se tornó calidad al abrir los ojos al mundo Iván Rodríguez Pilier en una noche cubierta de estrellas y de luceros.
Creció en La Romana en un ambiente donde reinaba el olor de la caña, pero donde la opresión y la explotación golpeaban a miles de trabajadores en un espacio secuestrado donde la patria perdía su nombre por la voracidad insaciable imperialista. Allí, quedaba la aureola y la heroicidad de los gavilleros, campesinos con banderas de dignidad por la lucha de su tierra y la soberanía nacional. Allí, conoció el Gagá como expresión cultural del ingenio. La historia se engrandeció posteriormente con Mauricio Báez, Monchín Pichardo, Guido Gil y El Moreno.
Deslumbrado por la epopeya de la Revolución cubana, la figura legendaria de Fidel y la grandeza del Che, Iván fue tentado por el movimiento revolucionario del 14 de junio y el carisma de Manolo Tavarez Justo, el Comandante de la dignidad, ingresó y partió para la epopeya guerrillera del catorce de junio en el 63.
La naturaleza, la montaña no le era hostil ni extraña, sobre todo cuando el corazón estaba lleno de patriotismo y la cabeza repleta de sueños revolucionarios, donde el amor llegaba de las galaxias donde prevalece la libertad. ¡Iván soñaba con la liberación de un pueblo explotado desde los tiempos coloniales, la eliminación de la opresión y el reinado de la libertad!
Después de la guerrilla, fue perseguido, acosado por los aparatos represivos y la orden de la CIA, se refugió en Puerto Rico y regresó para abril del 65, donde participó como combatiente en una revolución, donde el pueblo en armas luchó por la soberanía y la dignidad nacional.
Iván era un excelente economista, amante de la ciencia, de los libros y de la cultura, pero primero que todo era un revolucionario que le dijo no a las vacaciones y le entregó su vida a la revolución. Soñador, idealista, sus ojos solo destellan esperanza, ternura y solidaridad. Nunca lo vi enfadado, era la tranquilidad y la dulzura personalizada. Su sonrisa tenía la capacidad de la calma. Tenía una fe inquebrantable por el cambio, por el pueblo, por la revolución, luchando siempre para alcanzar utopías.
El sectarismo nunca pasó cerca de él. Su puesto estaba siempre donde creía ser más útil a la revolución. Con Ignacio Rodríguez Chapinni, Mateo Morrison y varios revolucionarios fundó La Unión Patriótica Antiimperialista (UPA) que jugó un papel importante en la lucha antibalaguerista.
Por su coherencia política, sus dimensiones ideológicas, fortalecía sus valores revolucionarios con la persecución y la cárcel, incluso con la tortura, que fueron permanentes en su vida. La clandestinidad y la lucha lo fortalecieron. No transigió, no se vendió. Sus convicciones ideológicas, políticas, fueron banderas inconmovibles revolucionarias.
Fue de los dirigentes de La Línea Roja del 14 de Junio, del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) y fundador del Movimiento Nueva Alternativa. En la actualidad era Secretario General del Movimiento Patria Para Todos junto con el Dr. Fulgencio Severino. El Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) era para él un sueño y una obsesión revolucionaria porque lo remitía a los años de lucha con al Movimiento Sindical de la Industria Azucarera del Central Romana y donde conoció el Gagá.
Estaba fascinado por la Revolución Cubana a la cual había que defender porque pasó a ser de todos los revolucionarios un ejemplo, una utopía y la dignidad de un continente. Fidel y el Che estaban más arriba que la Sierra Maestra. Ante el abusivo aislamiento del imperialismo Iván fue el ideólogo principal para el movimiento de “Los Amigos de Cuba” que llegaron a tener representaciones en todas las provincias y pueblos del país.
En coordinación con el Instituto de Amistad con los Pueblos, cientos de dominicanos como simbolización de ruptura contra el criminal bloqueo contra Cuba por parte del imperialismo visitaron a Cuba en campañas hermosas de solidaridad, en brigadas internacionalistas con un apoyo muy especial al Festival del Fuego con Casa del Caribe en Santiago de Cuba, contribuyendo al intercambio con delegaciones cubanas a nuestro país.
El símbolo del internacionalismo dominicano de solidaridad con Cuba para Iván era el Generalísimo Máximo Gómez, el banilejo más ilustre que ha existido y el dominicano de mayor identicación con Cuba. Máximo Gómez, Maceo y Martí son las referencias simbólicas más ilustres de la Independencia cubana. La presencia del Generalísimo era privilegiada en el movimiento de amigos de Cuba, gracias a Iván y otros compañeros de lucha.
“Iván Rodríguez Pilier”, fue el libro-testimonio, el libro-ejemplo, puesto a circular por este revolucionario en los salones del Colegio Médico Dominicano en septiembre de este mismo año. Eran sus memorias y su despedida de esta existencia, porque los revolucionarios nunca mueren como decía Amín, no importa que los asesinen como a Homero o a Otto, porque como ocurrió con Amaury siempre se van a las galaxias con “cinco estrellas en la frente”, quedando en las páginas de la historia, en los albores de la patria y en el corazón del pueblo.
Como expresión de su generosidad revolucionario, donó sus libros para la formación de una biblioteca en Gazcue que lleva su nombre para que florezca la sabiduría en la formación del pueblo y de los revolucionarios. Tenemos la obligación, para estar junto a él, honrar su memoria, depositar en ese altar de la cultura y de la ciencia un libro. ¡Iván es el ejemplo y la dignidad revolucionria!