La modernización se presenta para el desarrollo de la sociedad como la panacea, indicador de progreso y el reinado de la tecnología. La imaginación popular no llegaba a concebir, por ejemplo, la existencia de teléfonos móviles, de “celulares inteligente” que transformarían radicalmente la comunicación humana. Su llegada fue una catarsis colectiva. Los mismos trascendieron a las relaciones personales y se convirtieron en instrumentos de poder, vigilancia y denuncias. Las redes sociales desbordaron los controles y las censuras tradicionales. Era el nuevo poder social.
Un revólver en manos de un desequilibrado o un demente trae funestas consecuencias. Algunos desaforados han desnaturalizado el poder de las redes sociales, difamando, falseando informaciones y difundiendo mentiras. Pero por encima de eso, hoy son un control contra abusos y arbitrariedades del poder y constituye un instrumento nuevo de defensa del pueblo.
Aunque se le fue de la mano, el sistema social lo ha comercializado y lo ha convertido en una droga de dependencia personal y colectiva donde el teléfono celular es imprescindible para la tranquilidad y la existencia, el cual va sustituyendo la racionalización por “verdades” gratuitas con valor de credibilidad. “Es la nueva biblia”, sustituto del diccionario tradicional. ¡Estamos ante la generación atrapada!
La dependencia es para importantizar nimiedades, chismes, en una dimensión de morbosidad, sin el respeto a nada. Adrede, cuidadosamente planificado, está minimizado y no hay tiempo para buscar causas y esencias con cosas del pasado como la historia, eso fue en otra época. En una herejía, los héroes fueron ilusos del pasado, cuestionados y desnaturalizados, mofándose muchas veces de ellos y minimizándolos. Ahora es la época de la buena vida, del confort y del dinero, sin importar cómo se adquiere.
Aun así, por encima de todo estos contenidos, el pueblo tiene sus vivencias y su memoria tiene idealizada “su historia” y sus héroes en espacios de resistencia, sin importar la historia de los historiadores, sus búsquedas de “aclarar los verdaderos acontecimientos”. Eso en realidad es para las academias y no para el pueblo.
El “descubrimiento” y la colonización española, la llegada de Cristóbal Colón, la Ocupación Haitiana, la Independencia Nacional, la Anexión a España, la Restauración, la Primera Ocupación Norteamericana (1916-24), la Era de Trujillo, la Segunda Intervención Norteamericana (1965), la Revolución de abril y la Era Balaguerista, son acontecimientos trascendentes de la historia dominicana a nivel popular.
De todos estos acontecimientos hoy en día, el de mayor impacto, el más profundo en el alma popular, en la memoria del pueblo es la epopeya del 24 de abril, porque el pueblo fue su protagonista, la vivió, por eso cada dominicano tiene “su historia” en la misma y cada uno tiene además “su orgullo” y sus “secretos” personales. Ha construido una historia idealizada, cambiada por él, con sus acontecimientos, donde cada uno tiene sus héroes y antihéroes. Esa historia del pueblo no tiene que ver ni estar de acuerdo ni con la historia oficial ni con los historiadores. Las nuevas generaciones ha tenido una transmisión oral.
La gesta del 24 de abril del 65 para reponer al Presidente Bosch exiliado por un Golpe de Estado de las fuerzas más trazadas, conservadoras y reaccionarias de la oligarquía, los militare, la iglesia católica y el imperialismo norteamericano, es la gesta histórica más trascendente de este siglo cuando militares de la patria y un pueblo enardecido decidieron luchar con armas en la mano por la dignidad y la soberanía nacional.
El Golpe de Estado para derrocar al gobierno democrático del Presidente Juan Bosch, elegido por vez primera después de la eliminación de la dictadura Trujillista, llenó de frustración al pueblo dominicano al asesinar a la esperanza, las ansias de justicia social y de libertad. Una indignación popular recorría las calles del país. Una rabia incontenible se hospedaba en los barrios y en el campo. Cuando la noche fue despertada por sirenas de amaneceres, el pueblo se volcó en las calles y la esperanza sonrió cuando soldados de la patria le dieron armas al pueblo y el enfrentamiento entre dominicanos se convirtió en guerra patria cuando nuestro suelo sagrado fue mancillado por botas militares norteamericanas en una intervención absurda y aventurera.
El imperialismo minimizó a un pueblo de una historia heroica llamado por Fidel Castro como “el David del Caribe”. Ante el ejército más moderno del mundo, con 44 mil marines mal contados, hubo tres enseñanzas históricas fundamentales: Primero, todo el poder de ese ejército encontró una resistencia indomable a pesar de la desigualdad militar de combatientes héroes dispuestos a dar su vida por su patria en trincheras de honor. Segundo, eran combatientes del pueblo, no entrenados para la guerra, sino para la paz, pero como Amaury, cada uno tenía “cinco estrellas en la frente”. Y tercero, la guerra hizo héroes a personas del pueblo cuando de crisálidas salieron mariposas victoriosas que los acompañaban para la gloria rumbo a las galaxias de la dignidad.
Abril del 65 vive en la memoria del pueblo. Es su catarsis. Es idealización de sus sueños atrapados, memorización de sus hazañas y de sus héroes. Quedó lo que debió de ser convertido en esperanza. Ya volverá otro abril del 65 sin importar la forma; las utopías dejarán de ser sueños y los amaneceres tentaciones.
Por eso, como las grandes epopeyas, el 24 de abril del 65 debe de ser ritualizado permanentemente para que no se olvide. Las computadoras escolares deben estar llenas de sus videos y documentales, como por ejemplo los de René Fortunato; su presencia tiene que ser permanente en la radio televisión dominicana; debe que ser parte del currículo de escuelas y colegios; las universidades deben poseer cátedras extracurriculares; calles, avenidas, autopistas, edificios históricos-educativos y culturales deben llevar su nombre, de igual manera, las academias, como los Ministerios de Cultura y Educación, deben tener actividades, investigaciones y publicaciones sobre esta gesta patriótica, su significado y sus héroes. ¡No podemos permitir su olvido! ¡Luchar contra el olvido es nuestro deber y nuestra obligación!