La Revolución Cubana fue un estigma en la geopolítica del imperialismo norteamericano. Una herida sangrante que se abría cada vez que se mencionaba. El atrevimiento y la falta de respecto de los cubanos no cabían en el universo. El imperio se tornó rencoroso ¡Jamás habrá perdón!, sobre todo, cuando Cuba se tornó desafiante, primero confiscando todos los bienes norteamericanos en la isla, segundo, declarándose socialista y aliándose con estos países, tercero, por la brillante victoria de Bahía de Cochinos, cuarto, por apoyar movimientos subversivos y guerrillero en otros países y quinto, por convertirse en el centro del anticolonialismo y antiimperialismo del mundo.
Después de la epopeya de la Revolución de Abril del 65 en Dominicana, cuando un pueblo en armas demostró el significado de la dignidad, donde el ejército más poderoso del mundo salió derrotado y surgieron los grupos “subversivos”, revolucionarios, en varios lugares del mundo, atrevidamente la Revolución Cubana organizó del 3 al 15 de enero del 1966 en la Habana, “La Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina”, para luchar por la soberanía nacional y la consolidación de la Independencia.
De igual manera, por proclamar la luchar por el derecho a la autodeterminación de los pueblos, por el apoyo a Cuba contra el imperialismo estadounidense, luchar contra el apartheid, la segregación racial y en favor del desarrollo y la paz mundial. A esta conferencia asistieron más de 500 delegados de 82 naciones, de donde surgió la Organización de Solidaridad de los pueblos de África, Asia, y América Latina para luchar contra el colonialismo y el imperialismo.
Esto colmó el vaso de la osadía que no podía tolerar el imperialismo. ¡No puede haber otra Cuba! Todas las fuerzas del imperialismo tomaron el camino de revertir todo intento revolucionario y se ensañaron inmisericordemente contra la Revolución y el pueblo cubano, con sabotajes, con actos terroristas, con sanciones y con intentos fallidos para acabar con la revolución como fue la invasión de Bahía de Cochinos.
El inmenso héroe de la Revolución de abril del 65, Francisco Alberto Caamaño Deñó, convertido en símbolo mundial antimperialista, llegó a Cuba ante la determinación de solidaridad de la Revolución a favor del apoyo los movimientos de liberación nacional, mientras en Dominicana el imperialismo apoyaba como Presidente a Joaquín Balaguer, donde la determinación era la eliminación de todos los héroes de la Revolución de Abril del 65 en el periodo bautizado como los nefastos “Doce años de Balaguer”.
Amaury Germán Aristy, un líder estudiantil del 14 de Junio, con 24 años de edad, que había sido jefe de un comando en la Revolución de Abril del 65, era uno de los delegados dominicanos a la Conferencia de la Tricontinental, donde fue electo vicepresidente de la organización de solidaridad. Allí, en La Habana, se reunió varias veces con el Comandante Caamaño Deñó, de donde salieron Los Comandos de la Resistencia, conocidos también como los Palmeros, nombre que extrajeron de su campamento en Pinar del Rio, el cual estaba lleno de palmas, esta era una organización nueva, de estructura urbana, que sería la avanzada de apoyo a la guerrilla de Caamaño para eliminar la dictadura-ilustrada de Joaquim Balaguer cuando llegara de Cuba.
Amaury regresó clandestinamente al país y comenzó el proceso de organización de los Comandos de la Resistencia, contando con el apoyo de su compañera de vida Sagrada Bujosa y muchos más. Los aparatos de seguridad del régimen Balaguerista le atribuyeron el asalto a la sucursal de Naco del Royal Bank of Canadá el 8 de noviembre de 1971 y posteriormente al camión de transporte de valores de la Lotería Nacional, acción que los condenaban a la muerte.
Los Palmeros habían alquilado una vivienda escondida, aislado, propiedad de un oficial balaguerista en el Km. 12 y medio de la Autopista Las Américas. El martes 11 de enero de 1972, las fuerzas represivas del régimen Balaguerista, fruto de una cobarde delación, localizaron y rodearon este refugio. En él se encontraban los revolucionarios Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy.
En la madrugada habían llegado más de 2,500 miembros de las fuerzas policiales, del ejército, de la Marina y de la Aviación, con tanques de guerra, carros de asalto, fusiles, cañones de 105 milímetros, ametralladoras, morteros, granadas, helicópteros y un avión norteamericano.
Estas fuerzas estaban dirigidas por Neit Nivar Seijas, Ramón Emilio Jiménez hijo, y Salvador Lluveres Montas (Chinino). A las cinco de la mañana realizaron el ataque contra la vivienda, cayendo Cerón Polanco y Leal Prandy. Los otros dos, se escondieron en una cueva cercana.
Estos acontecimientos estaban difundiéndose por emisoras de radio que estaban en vivo, de tal manera que el país estaba esperando el desenlace de tan desigual combate, nunca visto en el mundo, expresión de cobardía y de represión de Estado.
Mientras tanto, se realizaron diversas manifestaciones a nivel nacional y en la ciudad de Santo Domingo, en los barrios populares de San Lázaro, San Carlos, San Miguel, Villa Francisca, Villa Juana, Gualey, Guachupita, Ciudad Nueva y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Una comisión mediadora le pidió una entrevista de urgencia al Presidente Balaguer, integrada por el Nuncio de su Santidad, el Rector de la UASD) Rafael Kasse Acta), Rafael Herrera, Germán Ornes, y Luciano Stero. Cínicamente, con toda complicidad, Balaguer puso la entrevista para las seis de la tarde cundo él sabía que todo debía de estar consumado antes de esa hora. ¡Además si hubiera querido preservar sus vidas solo tenía que dar la orden de retirada a sus tropas!
Por esa epopeya, el 12 de enero de cada año es el día de “LA RESISTENCIA HEROÍCA”.
Después de más de catorce horas de resistencia, en un combate tan desigual, de vergüenza para los enemigos, cuatro revolucionarios, mártires, con la dignidad de los héroes, con cinco estrellas en la frente, subían a la aureola de la historia y a las galaxias de la eternidad. ¡Ese día los Palmeros se llenaron de gloria!