Las noticias que se leen en la prensa mexicana e internacional dan la impresión de que un triunfo de Donald Trump es un peligro para México y que las actividades recientes de la delincuencia organizada podrían ayudar a crear las condiciones para que Estados Unidos, bajo la dirección de cualquiera de los dos candidatos que gane las elecciones, aproveche estas circunstancias para crear inestabilidad política e intervenir de alguna forma en México. Algunos políticos mexicanos como el presidente del Partido de Acción Nacional (PAN) incluso pide al Congreso de la Unión que la delincuencia organizada sea considerada como terrorismo para poner fin al narcotráfico con la ayuda de Estados Unidos. Veamos, brevemente, el estado de las relaciones entre los dos países y por qué pienso que, independientemente, de quien gane las elecciones es poco probable que Estados Unidos intervenga militarmente en México directamente.

El secuestro de El Mayo Zambada el 25 de julio del año en curso por Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo Guzman, exjefe del cártel de Sinaloa, ha creado un malestar en las relaciones entre México y Estados Unidos. Este último ha declarado que no tuvo nada que ver con el secuestro de El Mayo, el cual fue llevado de Sinaloa a Nuevo México en un avión con matrícula clonada. El avión entró al espacio aéreo de Estados Unidos y aterrizó en el poblado de Santa Teresa, Nuevo México como si nada.  A bordo del avión iban El Mayo y Joaquín. Luego del aterrizaje el piloto del avión se fue para su casa y no se tiene noticias de él. Las autoridades estadounidenses dicen que este no era su empleado. Por su parte, las autoridades mexicanas han insistido en que Estados Unidos explique qué pasó y los estadounidenses dicen que han hecho pública la información que dieron a México: ellos no saben nada del caso.

Posteriormente, El Mayo fue traslado a Nueva York y ha transcendido que podría ser condenado a muerte. Ahora bien, El Mayo no fue extraditado, sino secuestrado, lo que quiere decir que Estados Unidos violó la ley internacional al, aparentemente, auspiciar un secuestro. ¿Pedirá México su extradición como a cualquiera otro mexicano cuyos derechos hayan sido violados? Evidentemente, esta situación podría crear tensiones entre los dos países. Mientras tanto, las autoridades mexicanas siguen insistiendo que Estados Unidos explique lo que pasó.

Sin embargo, creo que este asunto se puede resolver entre los dos países porque existen lazos fuertes:  no se debe olvidar que México es el primer socio comercial de Estados Unidos y que tiene una frontera de 3,169 kilómetros. Quizá México sea el país más importante en el mundo para Estados Unidos. En realidad, México no es visto por Estados Unidos como un asunto de política exterior, sino interior y todas las consecuencias que se derivan de esta percepción. Aunque no se hable mucho púbicamente sobre el tema, el libro México en WikiLeaks. Wikileaks en la Jornada coordinado por Pedro Miguel y publicado por la Jornada Ediciones en 2012 revela que México está integrado al Comando Norte del Ejercito de Estados Unidos. De modo que México está asegurado y la cuestión del narcotráfico se puede resolver tranquilamente sin tener que intervenir militarmente en el país. En fin, luce que este tipo de acción no le conviene a ninguno de los dos países.

No obstante, el secuestro de El Mayo ha desatado enfrentamientos entre dos bandos del cártel de Sinaloa y, consecuentemente, la violencia en este estado ha aumentado significativamente. Mientras se complican las cosas en Sinaloa, en Chiapas, un estado en el cual ha aumentado la violencia de la delincuencia organizada en la frontera con Guatemala ocurre el asesinato del padre Marcelo Pérez, el domingo 20 de octubre después que este celebró misa. El crimen ocurrió en San Cristóbal de las Casas a 373.8 km. de la frontera con Guatemala. Algunos medios periodísticos, críticos de la gestión de Claudia Sheinbaum, atribuyeron el asesinato a la delincuencia organizada y no dijeron nada de las denuncias que el cura hacía tanto de los narcotraficantes como del mal trato que los terratenientes chiapanecos dan a los campesinos. Hay una carpeta de investigación del asesinato y ya se arrestó al homicida, pero todavía no se conocen los motivos ni quien estaba detrás del crimen.

Luego de la muerte del cura Pérez en Guanajuato, localizado a 1,231 kilómetros de San Cristóbal de las Casas, el 24 de octubre del año en curso se utilizó bombas para hacer estallar dos automóviles y esto hizo que algunos pensaran que estos eran actos de terrorismo y quizá estuvieran pensados como parte de acciones terroristas para desestabilizar el país. Sin embargo, estas bombas no afectaron ninguna institución del Estado. No se debe perder de vista que las acciones de la delincuencia organizada no están coordinadas. Existen diversos cárteles con intereses propios y, claro, entran en conflicto. Tampoco se debe olvidar que la violencia organizada actúa en un número limitado de estados. México está dividido políticamente en 32 estados y los que tienen mayores índices de violencia son: Baja California, Guanajuato, Jalisco, Tamaulipas, Chihuahua, Veracruz, Guerrero, Michoacán y el Estado de México. Hay incidencia de violencia en otros estados, pero no se acerca a los niveles de estos.

En Estados Unidos hay sectores que desde los tiempos de Barack Obama han querido declarar al narcotráfico en México como actividad terrorista, pero las autoridades mexicanas siempre han rechazado esta calificación. Posiblemente, si Donald Trump ganara las elecciones, esta temática podría resurgir y creo que también la gestión de Claudia Sheinbaum la rechazaría. No se debe olvidar que la violencia organizada no procura tomar el poder del Estado en México, sino más bien promover sus negocios. De modo que, aunque haya acciones que se puedan calificar de violentas no se pueden considerar como terroristas. El narcotráfico constituye un sector de poder y, como no se puede expresar legalmente, utiliza la violencia para combatir aquellos que les pongan trabas a sus negocios. Dado el sistema de corrupción que ha operado en el país por muchos años, los narcos llegaron a penetrar el Estado, en particular, durante los años de 2000 a 2012, cuando gobernaron Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón, ambos del Partido de Acción Nacional. En el periodo 2006-2012, Genaro Garcia Luna estuvo al frente de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana. Actualmente, García Luna esta cumpliendo una sentencia de más de 30 años en Nueva York porque se le encontró culpable de estar coludido con el narcotráfico para transportar drogas a Estados Unidos. Esta es una mancha imborrable para el Partido de Acción Nacional, el cual encabeza la oposición conservadora a la gestión de Claudia Sheinbaum.

Finalmente, quizá la razón más poderosa para que Estados Unidos no intervenga militarmente en México tiene que ver con la geopolítica. Actualmente, Estados Unidos está involucrado en dos guerras: Ucrania contra Rusia e Israel contra Hamas y Hezbollah. Además, en el Oriente podría enfrentarse a China en tres lugares diferentes: 1) Disputa entre China y las Filipinas en el Mar del Sur de China, 2) Posible conflicto con Japón por unas islas que China reclama suyas y 3) El conflicto entre China y Taiwán, la cual es respaldada por Estados Unidos, pese a que este último firmó 4 cartas con China mediante las cuales reconoce que Taiwán es una provincia China. Además, a Estados Unidos no le convendría meterse en una guerra contra el narco en México por razones políticas, económicas y sociales.

La presidenta Claudia Sheinbaum aprendió de su compañero de partido, Andrés Manuel Lopez Obrador, que hay que saber cómo manejar el toro porque México, aunque soberano, está entrelazado con el espacio global de capital de Estados Unidos y Canadá. No sabemos cómo vendrán las cosas, pero algo es seguro, Donald Trump quiere ganar las elecciones y esta utilizando a México como comodín para llevar a cabo sus planes electorales.