En la vida cotidiana nos encontramos con grandes paradojas, para muestra, lo barato sale caro; lo que fácil viene, fácil se va; el que hace la ley, hace la trampa, entre muchas otras. Esta ocasión no será la excepción, pues te hago una invitación a conocer las cookies justo antes de decirles adiós, ¿paradójico no?  Efectivamente, en los últimos cinco años, ha sido conversación el bloqueo de las cookies de terceros, siendo aplicado, de manera paulatina, por los navegadores Firefox de Mozilla, Safari de Apple con su actualización de protección inteligente contra seguimiento y, finalmente, con carácter más reciente, luego de postergarlo unos años, lo anunció Chrome de Google, el que controla la mayor cuota en el mercado, pronosticando así que, supuestamente, para el 2024 será efectiva su desaparición. Ahora bien, mientras se materializa por completo la aludida medida, es oportuno entender su función, las razones por las que vamos a “despedirlas”, a qué nos atenemos en el ínterin y qué nos depara el futuro, aspectos que explicaremos en las próximas líneas.

 

Indubitablemente, cuando escuchamos o leemos el término cookie, ya no solo pensamos en la acepción que activa nuestras papilas gustativas, también, nos es familiar el uso de cookies en informática, lógico, el cóctel de bienvenida que se nos da en cada visita a una página web es el aviso de cookies, informándonos que se encuentran presentes y que estamos ante una ardua tarea constante de aceptarlas, rechazarlas o seleccionar su suerte con carácter individual… ¡calma!  ya sé que en diversas ocasiones aceptas sin tener una mínima idea de la receta de las galletitas y sin leer la información nutricional; sí, sí, sí, de igual manera, conozco tus razones: tienes prisa de acceder al contenido que buscas, crees que no podrás ver la información si no marcas “aceptar todas”, consideras poco relevante la información que se vaya a recopilar o ignoras los fines e implicaciones de aceptarlas. No eres el único, según la empresa de seguridad informática Avast, 42% de las personas en Argentina aceptan las cookies sin saber qué son, asimismo, 57% de los españoles desconocen su funcionamiento y las aceptan, mientras que en México, nos encontramos ante un 60% que las acepta basándose en la rapidez, así que podemos imaginar cómo rondan las cifras en la República Dominicana. Ahora bien, nunca olvides que, no podemos aceptar lo habitual como cosa natural, si de una mala costumbre se trata.

 

Entonces, comencemos por lo básico, el significado de cookies. En general, son archivos con pequeños datos -podríamos decir migajas como los rastros del resto de las galletas- que crean los sitios web que visitamos y se almacenan en el navegador. Dicho de un modo distinto, son las que permiten a los sitios web recordar informaciones relevantes de los usuarios para brindar un servicio personalizado, por ejemplo, recordar las credenciales de inicio de sesión, que el carrito de compras online mantenga los productos que hemos seleccionado o nuestras preferencias de noticias. Es decir, son esenciales para el correcto funcionamiento de las páginas, así que no es prudente tildarlas de maliciosas, algunas son hasta necesarias y técnicas.

 

En ese orden, las cookies de alto nivel de descrédito son las de terceros, aquellas que se generan por fuentes externas a las de la página que estamos visitando, haciendo un análisis más avanzado del comportamiento de los usuarios. Principalmente, provienen de los anunciantes, se utilizan con la finalidad de rastrear a los usuarios en su navegación, de modo que los anunciantes vean lo que tú estás viendo, leyendo, escuchando o haciendo en los distintos sitios de Internet, para construir perfiles tuyos en base a tus intereses y enviarte publicidad dirigida. Ejemplos clásicos, Pinterest y Facebook. Cabe destacar que, conforme un reporte de la Unión Europea sobre protección de datos, tras analizar 500 páginas web, concluyó que el 70% del universo de cookies son de terceros y que siguen nuestra actividad para ofrecernos publicidad personalizada.

 

En efecto, la realidad es que la mala fama de las cookies viene dada de este último grupo, por sus acciones intrusivas y a gran escala. Ciertamente, cuando consentimos este tipo de galletitas, cedemos el derecho a vender nuestro comportamiento de navegación, que probablemente, llegue a manos de un intermediario de datos, quien irá estudiándonos paso a paso y continuará con la cadena de revendernos a otros terceros, por tanto, no sabemos dónde van a parar esos datos, perdiendo el control de los mismos. De igual manera, se ha convertido en práctica para los hackers de sombrero negro, el robo de cookies, siendo una nueva forma de ciberdelincuencia, tal podemos ver en el informe del investigador senior en ciberamenazas Sean Gallagher, publicado por la empresa de soluciones de ciberseguridad avanzadas Sophos, donde se aprecian distintas violaciones de este tipo, exponiéndonos a riesgos de robo de informaciones, así como de nuestra identidad.

 

En ese sentido, cabe subrayar que, el banner que nos aparece actualmente en cada página web con el aviso de cookies, viene a cumplir con la transparencia exigida por distintos gobiernos a través de sus normas, en otros términos, se encuentran compelidos de notificar qué datos recopilan, cómo se utilizan y solicitar autorización para dicha acción, a modo de evitar inconvenientes legales. Para muestra, las obligaciones impuestas por la Directiva europea de Privacidad y Comunicaciones electrónicas ePrivacy o Ley de cookies -como se le conoce coloquialmente-; el Reglamento General de Protección de Datos; la Ley de Protección de Datos de Brasil; en Estados Unidos, por ejemplo, encontramos la California Consumer Privacy Act; la Ley de Protección de Datos personales y su reglamento de aplicación en Perú, entre muchas otras. A propósito de lo anterior, ya hemos referido la necesidad de actualización de nuestra Ley número 172-13 sobre Protección de Datos Personales, norma que retoma su lugar en la palestra ante supuestos que deben ser regulados por ella, tal el manejo de los datos biométricos expuesto en la Ley número 4-23 de los Actos del Estado Civil o el protocolo de entrega de datos planteado en el proyecto de Ley que regula la Dirección Nacional de Inteligencia.

 

De manera sintetizada, podemos argüir que las cookies de terceros “desaparecerán” para resguardar nuestra privacidad online como usuarios, conforme esgrimen los mismos navegadores que así han establecido o anunciado la medida. En realidad, es la manera de protegernos de los brokers de datos, quienes se cubren bajo la sombrilla de terceros. Aparentemente, dejarán de perseguirnos por esta vía en un futuro no muy lejano. Lo expuesto, acarrea impacto en el marketing digital como lo conocemos. En ese tenor, las marcas tendrán que apostar y colocar mayores esfuerzos estratégicos en intercambios de valor, valiéndose de: Zero Party Data, los datos voluntarios proporcionados directamente de manera consciente por los usuarios y First Party Data, con la tecnología que permite conocer los datos relacionados a los hábitos o comportamiento de los usuarios; de este modo, podrán continuar ofreciendo experiencias individualizadas.

 

Claramente, no podemos finalizar con este estado nebuloso. Por ello, mientras aguardamos lo que aproxima el porvenir, es oportuno que conozcas estas alternativas sugeridas y analices su conveniencia:

 

  • Periódicamente, puedes borrar la caché, las cookies de terceros e histórico de navegación, en la configuración y privacidad del navegador que utilizas.
  • Es factible utilizar complementos de bloqueo de rastreadores, algunos de los más populares son Privacy Badger y Disconnect.
  • Navegar en modo incógnito, al activar esta opción es como si fueras un nuevo visitante al abrir cada página web.
  • Como la lectura es clave del éxito, resulta imprescindible que, si se recopilarán datos delicados y sensibles, o si se trata de una página web dudosa, observes los detalles y rechaces las cookies, de ser necesario.

 

Conocer las cookies como pilar de la navegación + distinguir los efectos según el tipo que se trate = priorizar tu privacidad digital.