“La gente buena sabe tanto del bien como del mal: la gente mala no lo sabe”-C. S. Lewis.

Como hemos señalado en otras entregas, el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie) tiene una misión noble que responde a un bien mayor. Pero, ¿qué es esto de “bien mayor”? Para explicarlo de manera sencilla recurramos a un famoso episodio salomónico: dos madres se peleaban la pertenencia de un hijo. Obviamente, las dos por igual encarnaban un bien para la existencia del niño,  pero el bien mayor dependía de una solución: establecer cuál de las dos era la verdadera madre porque, una vez decidido esto, podía procederse con el reconocimiento en justicia del derecho de pertenencia.

El rey Salomón, a fin de determinar quién tenía derecho a la pertenencia del niño, en presencia de las dos, planteó cortarlo a la mitad para que cada madre se llevara su parte. Como era de esperarse, la verdadera madre se opuso y, sin pensarlo dos veces, entre abundantes lágrimas, cedió sus derechos. Ante tal visión, el rey reconoció la maternidad de la verdadera madre. El bien mayor triunfó sobre el bien menor.

El bien mayor en el caso del Inabie está conectado con el futuro de la nación. El suministro de alimentos cumpliendo con las cantidades convenidas en contratos, calidad e inocuidad, es un tema que tiene que ver, aunque no sea vea a simple vista, con el desarrollo de las capacidades cognitivas de nuestros escolares; es decir, con el procesamiento de la información, como son: atención, percepción, memoria, resolución de problemas, comprensión, establecimiento de analogías, etc.).

El bien mayor, por tanto, no es el suministro de alimentos en sí, sino sus resultados e impactos. Es la garantía de salud y de capacidades cognitivas cubriendo las necesidades de alimentación adecuada de cientos de estudiantes en todo el territorio nacional. Es llevar alimentos a las familias que no tienen recursos para ir al colmado al mediodía, y ni hablar de visitar los supermercados.

Es alimentar a los niños cuyos padres solo tienen una forma de hacerlo: en las escuelas. Que resulte  de esta lacerante forma es una tragedia nacional que tiene responsables en ciertos grupos de la clase política. Ellos solo han tenido tiempo para concentrarse en un proceso de acumulación originaria personal rápida y de alta eficiencia económica. Ignorar el bien mayor con el que se conecta el Inabie no solo es inaceptable, también es socialmente cruel, brutal, despreciable.

La realidad encontrada en el Inabie puede calificarse de desastre administrativo y financiero, incluidos los procesos de compras y contrataciones. En lo que se encontró en esa institución el bien mayor era el interés personal y de grupos, no la alimentación adecuada de nuestros escolares.

Colusión, complicidades dolosas, violación de normas de compras y contrataciones, varias notificaciones de adjudicación con diferencias sustanciales, contratación de utilería escolar sin el cumplimiento de las inspecciones y controles pertinentes, abandono inaudito de las funciones financieras críticas  y de la gestión administrativa, entre muchas otras serias anomalías, nos permiten afirmar que la razón de ser  (misión de Estado) del instituto terminó aviesamente ignorada  en las manos de quienes están compelidos a salvaguardarla y fortalecerla.

No es lavando culpas. No es retaliación ni persecución de personas seleccionadas a hurtadillas para hacer ruidos y dañar reputaciones. No es tampoco la justificación del retraso en los pagos que en definitiva no es responsabilidad de la actual gestión (a ella corresponde atender las deudas de quienes han cumplido sus compromisos, que es lo que se hace). Pero debe decirse que allí no se encontró una institución gestionada con pulcritud y bajo la orientación estricta de normas y procedimientos. Se halló una literalmente destruida con una deuda de arrastre que el mejor experto financiero seguramente tendría problemas en solucionar satisfactoriamente.

El bien mayor enlazado con la misión del Inabie no está constituido por bienes físicos que satisfacen necesidades humanas. De hecho, esos bienes responden a un objetivo mayor, relevante, trascendente: asegurar que nuestros escolares no desmayen en el proceso de aprendizaje por tener los estómagos vacíos, o que  los tengan llenos con alimentos de baja calidad.

La garantía de una alimentación sana y con una adecuada calidad nutricional es uno de los pilares fundamentales de un futuro conducido por ciudadanos saludables, pensadores, emprendedores e innovadores. No se permitirá que no se escuche a la madre real (Inabie) y que muera o se entregue su criatura (el bien mayor de la alimentación de nuestros escolares) a falsos servidores públicos.