Con el 57.45% el Partido Revolucionario Moderno (PRM) ganó abrumadoramente el certamen electoral para elegir al nuevo presidente de la república el pasado domingo 19 de mayo del año en curso. Ese porcentaje representa una victoria aplastante sobre los partidos de oposición, quienes quedaron en un posicionamiento desfavorable con respecto al candidato oficialista. La Fuerza del Pueblo y su candidato Leonel Fernández alcanzaron el 28.84% de los votos, lo que implica el segundo lugar con respecto a todos los partidos postulados. Habiendo ganado ampliamente las elecciones y alcanzado la gran mayoría de senadores y diputados en el congreso, el PRM se consolida como la principal fuerza política del país y como la organización hegemónica de la República Dominicana, controlando en adición al Poder Legislativo, los municipios y, evidentemente, el Poder Ejecutivo.
El éxito del PRM, una organización joven desde el punto de vista formal, se debe fundamentalmente a las diferencias con respecto a otros gobiernos que desde el ejercicio del poder se han impulsado; características que tienden más a la valorización ética de la política que a la implementación de grandes obras materiales. Mientras el PLD se enfocó en la construcción de carreteras, puentes, túneles e instituciones, el PRM se ha mostrado mesurado en el gasto y ha llevado a cabo iniciativas con el propósito de adecentar el ejercicio del poder. La honradez y la transparencia son valores que aquella organización ha tratado de exhibir a lo largo de estos cuatro años de gobierno, poniendo en marcha una política de separación de funciones con relación al sistema de justicia e implementando en los hechos un régimen de consecuencias nunca antes visto en pasadas administraciones.
Fernández demostró también que es el verdadero Líder del peledeismo histórico, ya que el porcentaje alcanzado por él representa aquella facción mayoritaria emigrada a la Fuerza del Pueblo desde el PLD.
Sin embargo, un sector de la oposición resultó igualmente ganancioso del pasado proceso electoral, un grupo representado por un partido que al igual que el PRM es de reciente creación: La Fuerza del Pueblo. Existen tres hechos que deben tomarse en cuenta a la hora de hacer un análisis al menos justo de los resultados del pasado domingo, y uno de ellos es el nivel de representación alcanzado por aquella organización política. La FUPU ocupará ahora más escaños en el Senado que lo que ha de ocupar el PLD; partido históricamente antagónico a los que se hacen llamar socialdemócratas, y entre esas curules está la plaza del DN, ocupada próximamente por Omar Fernández. El segundo elemento de interés es que el Dr. Leonel Fernández se consolidó como el genuino líder de la oposición, demostrando ser un contendor poderoso, capaz de crecer en solo 4 años más que el doble de los votos obtenidos en las pasadas elecciones del 2020. Fernández demostró también que es el verdadero Líder del peledeismo histórico, ya que el porcentaje alcanzado por él representa aquella facción mayoritaria emigrada a la Fuerza del Pueblo desde el PLD.
Omar Fernández es, sobre todas esas valoraciones, el tercer elemento sobresaliente del pasado proceso electoral. El nuevo senador del distrito se trata de un joven con algo más de 30 años, que teniendo todo en contra y aun enfrentándose al propio gobierno central ganó ampliamente las elecciones en aquella demarcación. El posicionamiento del nuevo senador lo coloca en el centro de todo el debate político por los próximos 4 años, y siendo ésta una época histórica donde se cierra un ciclo para dar paso a uno nuevo, con nuevos actores y figuras estelares, el joven Omar se alza no solo con una victoria espectacular, sino también con un posicionamiento que traspasa lo puramente congresual.
De cara al futuro inmediato tenemos entonces un escenario relativamente fácil de descifrar: La colisión entre un partido hegemónico que ocupa todos los estamentos de poder y el liderazgo que representa Leonel Fernández, quien no ha parado de crecer desde el día que fundara La Fuerza del Pueblo. El PRM por su parte corre el riesgo de enfrentarse a sí mismo, ya que es tanto el poder aglomerado en sus filas que podría ocurrir implosiones entre los múltiples actores internos que disputarían la candidatura a la presidencia; entre ellos líderes como Guido Gómez Mazara, Ramón Alburquerque, Carolina Mejía, David Collado, entre otros.