Un bodeguero dominicano se vio en la necesidad de usar fuerza letal contra un ex convicto afroamericano que lo había atacado de forma violenta en su lugar de trabajo.

En medio de una agresión física y verbal, José Alba, de 51 años, no le quedó otra alternativa que defenderse a como diera lugar al ver que su vida estaba en peligro.

El incidente ocurrió la noche del viernes 1 de julio en el establecimiento comercial Blue Moon Convenient Store, en Broadway y la calle 139, en Hamilton Heights, en Manhattan.

Alba repelió el ataque con lo primero que estaba a su lado, un pequeño cuchillo que generalmente utiliza como utensilio de trabajo.

Con el arma blanca, el comerciante le infirió varias estocadas en el cuello a Austin Simon, de 37 años, que le causaron la muerte casi de forma instantanea.

Una reacción a todas luces de defensa propia ante un agresor violento y abusivo.

Luego del incidente,  el bodeguero dominicano fue apresado por la policía neoyorkina del Alto Manhattan en el lugar del hecho, y acusado de asesinato.

El fiscal del distrito actuante Alvin Bragg, logró que un juez permanente, además de la acusación de criminal, le impusiera una fianza de $250,000 dólares y privación de su libertad.

El incidente fue ampliamente divulgado con diferentes matices por diversos grupos étnicos y medios de comunicación locales.

Entre las tipificaciones más socorridas del hecho de sangre se citan que fue un crimen innecesario y alevoso; un asesinato injustificado, aun fuera en defensa propia; abuso y agresión física de un afroamericano contra un débil hispano; una demostración de machismo en defensa de una imperdonable ofensa a su ser amado, y una violación de propiedad privada para cometer una agresión física.

Por suerte, todo lo ocurrido esa noche quedó grabado en video que demuestra cómo ocurrieron los hechos.

Al tratarse de dos personas pertenecientes a dos diferentes grupos étnicos, cada quien está explicando y comentando los hechos según el cristal que tienen delante de sus ojos.

Las imágenes grabadas por la cámara de vigilancia propiedad del establecimiento comercial revelan el momento en que el bodeguero despachaba mercancías (bolsas de papitas fritas) a una mujer acompañada de su hija de 10 años.

Al momento de pagar la cuenta, la joven utilizó una tarjeta de beneficio social de las que otorga el gobierno federal a personas de escasos recursos, mayormente conocidas como “Food stamp”, “Wic” y “Welfare”, exclusivas a los afiliados al sistema de Medicaid.

Alba, al pasar la tarjeta plástica por el sistema electrónico para cobrar las mercancías, observa que el pago fue declinado o rechazado por falta de fondos.

El bodeguero, como es lógico, procedió inmediatamente a quitarle las bolsas de papas fritas o “Snack” a la niña antes de que esta las destapara. Pero esta acción no le gustó a la madre, según los reportes.

Sintiéndose ofendida, salió del establecimiento y buscó a su novio Austin Simon, un afroamericano poseedor de un amplio récord delictivo.

Simon, muy enojado por los relatos de su mujer, entró a la bodega y desde el área destinada para el público recriminó con insultos la actitud que había tomado Alba, de recuperar las mercancías de las manos de la niña.

Su actitud agresiva no se quedó ahí, cruzó el mostrador entrando al área de trabajo del bodeguero, a reclamar airadamente que este realizara una disculpa ante su amada y su hija ofendidas.

Entre insultos verbales y fuertes empujones, Alba perdió el balance y se estrelló contra los estantes de mercaderías.

¿Qué podría ocurrirle a un agresor ante tanta violencia demostrada como lo hizo Austin Simon?, una reacción de defensa con altas probabilidades de consecuencias lamentables.

Hoy, dos comunidades neoyorkinas están enfrentadas en defensa de uno de sus miembros. Algunos medios de comunicación locales no se inclinan a ningún bando, pero otros reportan el hecho dejando entrever que el bodeguero, independientemente de la agresión recibida, no debió llegar a esos extremos.

La Asociación de Bodegueros y Pequeños Comerciantes de Nueva York, unida a grupos comunitarios dominicanos de esta ciudad, fijaron su posición de defender hasta las últimas consecuencias la acción de “defensa propia” tomada por José Alba contra las agresiones de Austin Simon.

Plantearon públicamente que estaban dispuestos a movilizar a los dominicanos residentes en Nueva York y otros estados cercanos para protestar frente a la fiscalía del distrito, para que desestimaran la acusación y la puesta en libertad de José Alba.

La rápida reacción de la diáspora dominicana logró en gran parte sus objetivos, que el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, se pronunciara a favor de José Alba y que un grupo bipartidista miembros del Consejo Municipal reclamara a la fiscalía que el caso sea desestimado.

Lograron además, que un juez federal rebajara la fianza de $250,000 a solo $50 mil dólares, y que a su compatriota lo dejaran en libertad condicional a la espera de que en un gran jurado lo libere de la acusación de homicidio tras haber actuado en defensa propia.

Una vez más quedó demostrado que “la unión hace la fuerza”, y los dominicanos de la ciudad de Nueva York así lo acaban de reafirmar.