Según la teoría del aprendizaje desarrollada por Iván Pavlov, el reflejo condicionado es una reacción involuntaria frente a un estímulo que, antes de generarse el reflejo era intrascendente. Esta teoría sigue teniendo vigencia casi después de un siglo.

En tal sentido, Pavlov desarrolló el concepto reflejo condicionado a partir de una serie de experimentos con perros. Como se sabe, cuando Pavlov daba de comer a un perro y al mismo tiempo encendía una luz, pudo comprobar que, al cabo de pocas repeticiones, el perro desarrollaba un acto de reflejo que consistía en la secreción de saliva al estímulo de la luz antes de que el perro lo asociara con la alimentación. No obstante Pavlov observó que, el perro experimentaba el acto reflejo, aun cuando no se le suministrara ningún tipo de alimento (teoría de Pavlov).

Haciendo un símil con el experimento de Pavlov, podemos referir varios ejemplos de reflejos condicionados en los seres humanos, tales como los miedos, las fobias y las conductas prendidas, así como el acto o acción de robar o mentir, entre otras. Según las investigaciones realizadas por psicólogos sociales con niños pequeños se comprobó que, si un niño/a escuchaba que la puerta del garaje de la casa se abría antes de que su madre entrara a casa al regresar del trabajo y en ese momento la madre llegaba, el niño/a asociaba el sonido de la puerta del garaje con el regreso de su madre y éste/a se alegraba (DMS-II, III y IV).

No obstante los psicólogos sociales sabemos que, los reflejos condicionados son respuestas involuntarias e inconscientes que suelen aparecer como mecanismos o estímulos  en una zona neurológica clave del cuerpo humano. Como se puede apreciar, estos reflejos pueden clasificarse en innatos o primitivos y adquiridos o patológicos (DMS-IV).

Otro ejemplo sobre un reflejo patológico es aquel que manifiesta un adulto al recordar las escenas de maltratos físicos y psicológicos que éste/a vivió en su infancia. Este tipo de conducta patológica permite que la persona cuando es adulta, acepte el maltrato como una conducta normal.

Por su parte, la mentira implica una falsedad condenada social y judicialmente. Cuando se miente, la persona actúa deshonestamente. En tal sentido, “la mentira es un antivalor”, que esta va en contra de los valores éticos y morales fundamentales (DMS-V, 2018). Por eso, mientras la verdad propicia relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo, la mentira fomenta la desconfianza, la sospecha, la duda y la incredulidad.

Además, la mentira destruye las relaciones que establecemos con nuestros pares, ya que traiciona la confianza que nos habían dado y, al mismo tiempo, produce una fisura que aislar a las personas mentirosas de sus pares. No obstante, los neuropsicólogos sabemos que las personas mentimos por varias razones: (1) Para obtener beneficios; (2) para no aceptar una responsabilidad; (3) para eludir una tarea; y, (4) para no asumir una verdad, entre otras muchas razones más que sólo las conocen las personas que mienten con frecuencia.

En tal sentido se sabe que, la mentira es un problema moral difícil de sustentar a través del tiempo, ya que los argumentos de las personas mentirosas no están sustentados sobre bases que se puedan mantener en el tiempo. En ese contexto, la mentira crea espejismos e ilusiones como forma de negación de nosotros/as mismos/as ante los demás.

Como hemos podido observar hasta ahora, podemos afirmar que tanto el Reflejo Condicionado como la Mentira, se difunden a través de la mayoría de los medios de comunicación impresos y digitales. Ni hablar de las redes sociales y los grupos de chats que operan a nivel internacional y local. Las informaciones falsas y los mensajes distorsionados, están destruyendo a las familias y a las organizaciones que sustentan a la sociedad posmoderna a nivel global.

Como especialista en higiene y salud mental considero que, la comunicación en la sociedad actual (posmoderna), debe analizarse y digerirse haciendo uso de una lupa que nos permita desmitificar lo que es correcto (la verdad), de lo que es incorrecto (la mentira o falsedad). Nos corresponde a quienes hacemos comunicación u opinión pública, revisarnos y actuar según los códigos morales y éticos que tienen que ver con la Comunicación Veraz.

En tal sentido, comparto con ustedes un frase que aprendí mientras estudiada neuropsicología, la cual refiere: “Si lo que tú sabe no es verdad, no lo diga y, si lo que tú va a decir o a hacer hace daño, no lo haga”. Desde nuestro punto de vista, los medios de comunicación, sin importar su naturaleza, están llamados a informar, orientar, guiar y a educar a quienes hacen uso y confían en ellos.

“La desinformación mediática hace más daño que la Bomba Atómica, porque destruye los Cerebros”. Noam Chomsky.