Dos recuerdos de mi niñez llegan a mi memoria al comparar comunicación humana y comunicación animal: el estremecimiento que me produjo escuchar que existía comunicación no humana, y una canción que criticaba el modelo de desarrollo que comprometía las garantías para las futuras generaciones.
No mucha gente identificará la canción por su título: Progreso. Pero si rememoro el estribillo “Yo quisiera ser civilizado como los animales”, entonces podrá resultar fácil, fundamentalmente para quienes venimos del siglo y milenio pasados, remitirnos a Erasmo y Roberto Carlos, autores de la misma.
Y es que, así como lo vieron ellos, los animales, como subgrupo de los seres vivos, tienen mucho para enseñarnos. Claro, tienen para enseñar a quien quiere y procura aprender. Los demás humanos, ni siquiera caen en la cuenta de ello.
En la comunicación, por ejemplo, tenemos que todos los seres vivos necesitamos comunicarnos para sobrevivir. Aunque, como es entendible, las formas y los métodos de comunicación varían entre humanos y otras especies.
Una de las principales similitudes entre la comunicación humana y la de otros seres vivos es que ambos grupos utilizan la comunicación para compartir información. Los seres humanos usamos el lenguaje para expresar lo que pensamos o sentimos, y los animales irracionales, aunque no usen palabras, también comunican sus necesidades. Por ejemplo, los perros pueden ladrar para avisar que alguien está cerca o cuando quieren atención. Los pájaros cantan para atraer pareja o marcar su territorio. Así como los humanos usamos palabras, los animales usan sonidos, movimientos y señales para transmitir mensajes (Haraway, 2008).
Otra similitud importante es que tanto los humanos como los animales nos comunicamos para protegernos. Los seres humanos usamos señales como gritos o advertencias para alertar a otros de un peligro. Del mismo modo, muchas especies animales tienen formas de advertir sobre un depredador cercano. Dicen, por ejemplo, que la marmota emite un chillido agudo para avisar a su grupo cuando detecta una amenaza. Como se puede notar, en ambos casos, la comunicación es esencial para la supervivencia.
Así como encontramos similitudes, también existen muchas diferencias entre la comunicación humana y la de otros seres vivos. Los seres humanos hemos logrado avanzar de manera notable en la manera de comunicarnos. Además de incluir complejidad, las personas contamos con la opción de entrenarnos en el uso de las herramientas comunicacionales.
Los seres humanos aprendemos a comunicarnos a través del lenguaje desde que somos bebés, y ese aprendizaje puede continuar a lo largo de la vida. Las palabras, frases y reglas del lenguaje humano se transmiten de generación en generación. Pero los animales lo hacen por instinto y de forma automática, similar a algunas acciones humanas.
Aquí cabe preguntarse ¿qué ocurre cuando interactuamos con los animales? En interacciones con animales domésticos y algunos entrenados, aunque no sean domésticos, logramos que respondan a nuestras órdenes. Así ocurre con un perro, un buey, un delfín, entre otros muchos casos. Pero al comunicarnos con otros humanos tenemos oportunidad para usar mucho más que simples palabras. Contamos con reglas gramaticales y un vocabulario extenso que permite expresar ideas complejas, como pensamientos sobre el pasado, el presente y el futuro.
Los animales, por el contrario, tienen formas de comunicación más limitadas y tienden a centrarse en lo que está sucediendo en el momento. Por ejemplo, mientras un ser humano puede contar una historia o explicar un concepto abstracto, un perro puede ladrar para mostrar emoción, pero no puede contar una historia o explicar un plan para el futuro (Tomasello, 2010).
En definitiva, en los humanos, la comunicación tiene una importancia única y especial. A través del lenguaje, las personas no sólo transmitimos información, sino que también podemos expresar emociones, construir relaciones y compartir conocimientos. La comunicación nos permite cooperar, trabajar juntos y formar sociedades complejas.
He aquí varias razones para que aprendamos a usar mejor la comunicación. Así como Roberto Carlos nos invita a actuar con criterio de sostenibilidad, en lo referido a la comunicación, las personas tenemos oportunidad para mejorar y mantener las relaciones. Quizás aprovechando el libre albedrío podemos escoger entre comunicarnos como animales -y hasta como máquinas- o usar la comunicación para que nos convirtamos en mejores seres humanos.