La nueva Constitución de la República Dominicana, que establece, entre otros aspectos, la unificación de las elecciones para el año 2032, representa un desafío significativo para la Junta Central Electoral (JCE) y para el sistema electoral dominicano. Como resultado, será inevitable la revisión y modificación de varias leyes clave relacionadas con los procesos electorales y las organizaciones políticas, como la Ley Orgánica de Régimen Electoral (Ley No. 20-23) y la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos (Ley No. 33-18), las cuales deberán ser adaptadas para reflejar los cambios necesarios en la organización y desarrollo del proceso electoral. Además, esta medida requerirá la reorganización de la logística electoral y la revisión de los mecanismos de votación, tanto desde el punto de vista normativo como operativo, para asegurar un proceso electoral eficiente y transparente.
Si bien podría parecer prematuro debatir cuál modelo de votación —ya sea manual, electrónico o una combinación de ambos— será el más adecuado para enfrentar este desafío, es imprescindible iniciar una discusión profunda lo antes posible, ya que cualquier cambio en el modelo de votación requiere tiempo para su evaluación, adaptación y prueba antes de su implementación definitiva. No se puede garantizar un proceso electoral exitoso en 2032 sin antes revisar, evaluar y probar el sistema que mejor se ajuste a nuestras necesidades durante las elecciones de 2028. Este proceso no solo permitirá validar la tecnología, sino también optimizar la logística y asegurar que el modelo elegido garantice transparencia, eficiencia, integridad y seguridad en cada etapa del proceso electoral.
Principios y consideraciones claves para la elección de un sistema de votación
La selección de un modelo de votación debe fundamentarse en principios esenciales, establecidos tanto por la Constitución como por las mejores prácticas internacionales, para asegurar un proceso electoral legítimo, transparente y seguro. Estos principios abarcan la transparencia, que permite un sistema claro y accesible para los votantes; la verificabilidad, que garantiza que los ciudadanos puedan confirmar que su voto ha sido registrado correctamente mediante mecanismos de auditoría o comprobantes físicos; la seguridad, que protege el proceso electoral contra ciberataques o manipulaciones; la accesibilidad, que asegura que todos los ciudadanos puedan ejercer su derecho al voto, independientemente de sus capacidades físicas; la confidencialidad, que garantiza que la identidad del votante no pueda vincularse a sus preferencias electorales; y la simplicidad de uso, para que tanto los votantes como el personal electoral puedan manejar el sistema sin complicaciones, reduciendo errores y facilitando la participación.
Por otro lado, antes de profundizar en los diferentes modelos de votación, es importante recordar que el proceso en un colegio electoral se divide en varias etapas esenciales: la identificación del votante; la emisión y almacenamiento del voto; el conteo y la generación de resultados; y finalmente, la transmisión de los resultados. Aunque estas etapas son cruciales, el sistema de votación como tal se enfoca en las fases que van desde la emisión del voto hasta la transmisión de los resultados, mientras que la identificación del votante suele estar gestionada por un sistema independiente, separado del proceso de votación propiamente dicho, para evitar que se pueda asociar la identidad del votante con su elección, lo cual comprometería la confidencialidad y el secreto del voto.
Aunque en algunos sistemas de votación se utiliza el mismo equipo para emitir el voto, contar, generar y transmitir los resultados, esta práctica no es la más recomendable debido a los riesgos de seguridad que conlleva, ya que, para transmitir los resultados, el equipo debe conectarse a una red de comunicación, lo que, aunque sea solo al final del proceso, expone el sistema a posibles ciberataques o interferencias que podrían comprometer la integridad de los datos. Por esta razón, se recomienda que los equipos utilizados para emitir y contar los votos permanezcan desconectados de cualquier red durante todo el día de votación. Además, es sumamente aconsejable que la transmisión de los resultados se realice desde un equipo separado, minimizando así el riesgo de intrusiones, ya que separar la emisión, el conteo y la transmisión de los resultados es clave para mejorar la seguridad y minimizar posibles fallos técnicos que podrían comprometer tanto los votos como los resultados finales.
Explorando los modelos de votación: ¿Qué opciones tenemos?
La evolución de los sistemas de votación ha permitido la implementación de diversos modelos que combinan tecnología y procedimientos manuales, cada uno con sus particularidades, ventajas y desafíos. Estos modelos deben ser considerados en la República Dominicana, especialmente a la luz de los desafíos planteados por un proceso electoral unificado. A continuación, exploramos los principales modelos de votación, destacando sus características esenciales y su capacidad para gestionar la emisión del voto, el almacenamiento de los datos, el conteo y la transmisión de resultados.
- Votación manual: Este es el método más tradicional, donde tanto la emisión como el conteo de los votos se realizan de forma manual con boletas físicas. Este modelo, conocido por los votantes, no requiere tecnología electrónica y ofrece transparencia, ya que el conteo puede ser observado y verificado manualmente. Sin embargo, su mayor desventaja es la lentitud, especialmente en el conteo de votos, lo que aumenta el riesgo de errores humanos y manipulación. En elecciones complejas, como las previstas para 2032 con hasta cinco boletas, este sistema alargaría los tiempos de cierre, aumentaría las posibilidades de disputas y errores, y dilataría la transmisión de los resultados.
- Votación electrónica directa (DRE, por sus siglas en inglés): Este modelo introduce tecnología en el proceso electoral, permitiendo que los votantes emitan su voto a través de una interfaz electrónica. El voto se almacena digitalmente en el equipo y los resultados pueden ser transmitidos electrónicamente al órgano electoral, reduciendo el tiempo necesario para consolidar los resultados. Este modelo es notablemente más rápido que el manual, ya que el conteo de los votos es automático. Sin embargo, el voto electrónico presenta ciertos riesgos, puesto que, al no contar con un respaldo físico, los resultados dependen completamente de la integridad del sistema electrónico, lo que puede ser vulnerable a ciberataques. Para mitigar este riesgo, el sistema puede incluir una capa adicional de seguridad mediante la verificación en papel (VVPAT, por sus siglas en inglés), que genera una boleta física que los votantes pueden revisar antes de depositarla en una urna. Este respaldo en papel permite auditorías en caso de disputas o anomalías, ofreciendo una mayor garantía de integridad en el proceso.
Es importante destacar que el sistema de voto electrónico con verificación en papel fue implementado durante las elecciones municipales de la República Dominicana en 2020. Sin embargo, los fallos técnicos en su ejecución ocasionaron la suspensión del proceso electoral, lo que provocó una crisis de confianza en el uso de esta tecnología para los futuros comicios del país.
- Votación manual con escrutinio automatizado: En este caso, el modelo combina lo manual con lo electrónico, permitiendo que los votantes emitan su voto en una boleta física, pero el conteo se realiza mediante escáneres ópticos, lo que automatiza el conteo de los votos y agiliza el proceso. Este sistema es más rápido que el voto manual, pero mantiene la seguridad de una boleta física, que puede ser utilizada para auditorías y recuentos. No obstante, este sistema presenta desafíos, como la necesidad de contar con una infraestructura tecnológica adecuada para realizar el escaneo de las boletas. En la República Dominicana, este reto es mayor debido a la variedad de tamaños y colores de las boletas, lo que exige que el sistema de escaneo sea capaz de adaptarse a esta diversidad sin comprometer la precisión en el conteo.
- Votación con dispositivo de marcación de boletas (BMD, por sus siglas en inglés): Este modelo combina la tecnología con el proceso manual, ofreciendo a los votantes la posibilidad de seleccionar sus opciones a través de una interfaz electrónica. En lugar de almacenar el voto digitalmente, el dispositivo imprime una boleta física que el votante verifica antes de depositarla en una urna para su posterior conteo, que puede ser manual o automatizado. Aunque el BMD no almacena los votos electrónicamente, facilita la precisión y mejora la accesibilidad, especialmente para votantes con discapacidades, simplificando el proceso de selección. Además, proporciona un respaldo físico para auditorías y recuentos, y puede integrarse con un sistema de escaneo óptico para automatizar el conteo y la transmisión de resultados. No obstante, el BMD presenta ciertos riesgos, como la posibilidad de fallos técnicos o errores en la impresión de las boletas, lo que podría afectar la exactitud del registro del voto si el votante no detecta la anomalía antes de depositar la boleta.
- Votación electrónica por internet: Este permite a los ciudadanos emitir su voto desde cualquier lugar con acceso a internet, sin necesidad de acudir a un centro de votación físico, lo que resulta especialmente conveniente para quienes están en el extranjero o tienen dificultades de movilidad. Sin embargo, aunque el voto se almacena y transmite digitalmente de manera instantánea, este modelo enfrenta importantes desafíos de seguridad, puesto que, al ser un sistema completamente digital, los riesgos de ciberataques y fraude son elevados, y garantizar la autenticidad de los votantes sigue siendo un reto considerable. Estas limitaciones dificultan su implementación masiva, ya que aún no se ha logrado consolidar la confianza necesaria en su integridad y seguridad.
- Voto por correo y el voto anticipado: Aunque no son considerados modelos de votación en sí mismos, pueden desempeñar un papel crucial para los dominicanos en el exterior, ya que estos mecanismos ofrecen una flexibilidad necesaria para aquellos ciudadanos empadronados en el exterior que enfrentan dificultades para acudir en persona a los centros de votación el día de las elecciones. El voto por correo permitiría a los electores recibir y devolver sus boletas a través del servicio postal, mientras que el voto anticipado brindaría la posibilidad de emitir el sufragio antes de la fecha oficial, reduciendo así las barreras logísticas que limitan la participación. Ambas opciones complementarían cualquier modelo de votación adoptado por la República Dominicana, y son soluciones que podrían incrementar significativamente la participación de la diáspora, asegurando que más ciudadanos en el extranjero puedan ejercer su derecho al voto en futuras elecciones. Sin embargo, estos modelos también conllevan riesgos, como la posibilidad de pérdida o demora de las boletas en el voto por correo, así como desafíos logísticos y de seguridad en la gestión adecuada de las boletas durante el voto anticipado, lo que podría comprometer la integridad del proceso si no se implementan salvaguardas adecuadas.
Cada modelo de votación presenta sus ventajas y riesgos inherentes, y aunque sus desafíos varían, todos han demostrado ser implementados con éxito en diferentes partes del mundo. Lo fundamental no es solo la selección del modelo en sí, sino la adopción de medidas adecuadas para garantizar su funcionamiento seguro y eficiente. Esto implica establecer mecanismos robustos de seguridad, transparencia, y accesibilidad que se ajusten a las características del contexto local, permitiendo así que el modelo escogido responda efectivamente a las necesidades del proceso electoral y de los votantes.
Finalmente, visto todo lo anterior, surge la pregunta inevitable: ¿cómo votaremos en 2032? ¿Qué modelo de votación—manual, electrónico o híbrido—será el más adecuado para enfrentar los retos de una elección unificada tan compleja? ¿Cuándo y cómo iniciaremos una discusión seria, incluyente y técnica que nos prepare adecuadamente? Más allá de la tecnología, ¿estamos dispuestos a invertir en la infraestructura y capacitación necesarias para adoptar un sistema que garantice transparencia, integridad, seguridad y eficiencia? Y, sobre todo, ¿cómo construiremos el consenso entre todos los actores del sistema electoral para asegurar la legitimidad y confianza en el modelo que escojamos? Lo que está en juego no es solo la forma en que emitiremos nuestro voto, sino la base misma de nuestra democracia y la credibilidad de las instituciones que la sostienen.