Regularmente Antonio Familia y quien subscribe intercambiamos opiniones sobre el contexto político en la región; sin ser especialista en la geopolítica, motivado más bien por la naturaleza ideológica, política y social de los gobiernos de turno en esta zona. Hemos aprendido que la geopolítica va mucho más allá de la simple relación entre la geografía y la política. No pocas veces falta claridad sobre lo que el concepto de geopolítica encierra, aunque todos hablemos y escribamos en términos “geopolíticos”, suponiendo que todos nos referimos a lo mismo.
En los últimos tiempos, incentivado por la “guerra entre Ucrania y Rusia, provocada por Estados Unidos y lo que se conoce como occidente, también por el conflicto entre Israel y Palestina, así como la pasada Cumbre de los Brics en Sudafrica,con su ampliación hasta 11 países de importancia en el contexto global, y en el marco,además,de las cumbre realizadas sin penas ni glorias del Grupo 7(G-7) y del grupo 20(G-20),el tema de la geopolítica tomó fuerza en las conversaciones cotidianas, así tanto en las publicaciones académicas como fuera de ellas, incluyendo como es natural en la prensa oral y escrita. Por eso, Antonio Familia y yo, casi somos especialista en la materia, por las conversaciones que realizamos con muchas frecuencias.
La revisión de la bibliografía al respecto nos remonta que el termino aparece en la academia vinculado al nombre de John Marckinder, que, a principios del siglo XX, en una conferencia en la Real Sociedad Geográfica de Londres, con el título “El pivote geográfico de la historia, dio por hecha la vinculación de la geografía con la política mundial, y a Eurasia como centro político, al denominarlo Heartland (tierra corazón).
En la conferencia, y en el artículo posterior en que la resumió, Markinder expuso sus ideas sobre la importancia de la geografía y de la ubicación geográfica en la política mundial, para concluir que Eurasia era el corazón geopolítico del mundo, y que quien controlara esta área tendría una ventaja estratégica significativa sobre el resto del mundo . Dicho con otras palabras, la teoría del Heartland define un territorio clave que, dominado por un país, lo hace la potencia más poderosa del mundo.
Adolfo Hitler convirtió la idea de la “tierra corazón” en la del “espacio vital” necesario para hacer realidad su idea de expandir el dominio alemán hacia el centro y el este de Europa.
Ya después de la Segunda Guerra Mundial, el autodenominado Occidente- o más bien la corporatocracia-sustituyo las percepciones por los valores del liberalismo y la democracia liberar de la llamada “economía de mercado” y la “democracia representativa”, que debían ser impuestas por un solo país,” elegido por Dios”, apoyado por otros que, como hiciera explicito el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Seguridad de la Unión Europea, inspirado en los teóricos estadounidenses, se reconocen como un jardín rodeado de selva, que debe, por ello, ser salvado, sin hacer referencia alguna al costo del salvamento.
Lo anterior es coincidente con lo expuesto por Zbignien Brzezinski en su libro El gran tablero mundial:” la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (1997), en el que analiza la geopolítica desde Estados Unidos y su papel en las relaciones internacionales.
Para este autor, el dominio sobre Eurasia resulta imprescindible para la supremacía de la nación del norte y, desde tal óptica, analiza las amenazas y propone las soluciones para mantener el dominio de la superpotencia. El libro posibilita la comprensión de las posiciones de EE. UU. (incluidas las actuales) en la geopolítica global, en particular las relacionadas con el papel de las alianzas que se requerían para mantener su posición en el mundo.
Hasta aquí queda claro que la geopolítica va mucho más allá de la simple relación entre geografía y política, pues, como disciplina, forma parte de las relaciones internacionales en toda su complejidad, y si en ella incide la ubicación geográfica, no menos lo hacen los recursos naturales, el tamaño de las naciones y su entorno, los conflictos políticos y religiosos internos y con los países vecinos, las relaciones de políticas, de seguridad y económicas entre los principales actores mundiales.
También inciden las tendencias y proyecciones de los procesos socioeconómicos, políticos e ideológicos en las principales potencias mundiales, las causales propiciadoras del surgimiento y el desarrollo de conflictos internacionales y regionales; todo ello en su relación con los diferentes actores que participan y su impacto sobre el sistema internacional, los espacios multilaterales y, por supuesto, sobre la región del caribe.
Con la geopolítica se trata de prever como los factores geográficos y políticos interactúan y pueden o no influir en la toma de decisiones de los Estados y otros actores, a fin de entender y hasta predecir los principales eventos y conflictos internacionales. Por tanto, ¿cómo se puede recomponer, o reconfigurar la geopolítica?
Para evitar confusiones, y como definiciones de geopolítica existen casi tantas como autores que se refieren a ella, consideramos válida la que, además de los mecanismos que se utilizan para incidir sobre el “orden” global establecido y la estrategia orientada a tal fin, incluye el propio “orden”, sea el existente o el que se pretende alcanzar.