En la semana pasada apresaron al abogado que hasta el momento ha llevado la voz cantante respecto a la supuesta herencia que tiene la familia Rosario no solo en este país, sino en otros países de la región.
Según se ha establecido, su fortuna es equivalente a 13 trillones de dólares lo que equivale al 35% de todo el dinero del mundo y supera el PIB de España.
Pensaba uno que con el apresamiento del abogado y con las más de 200 personas que se han querellado contra él por estafa la gente podía comenzar a despejar esa idea absurda, pero no es así.
Para muchos de esos “herederos” lo que está haciendo el gobierno es un esfuerzo interesado para quedarse con su dinero, emulando lo que hicieran presidentes anteriores y que ellos pensaban que con este sería diferente.
Ante esa situación pregunté en mis redes sociales qué pensaba la gente al respecto y mi profesor y amigo doctor en sociología Leopoldo Artiles hizo un análisis interesante desde su mirada de sociólogo que comparto con ustedes.
Este hecho puede ser visto como ejemplo de lo que en sociología se denomina “profecía autocumplida”, que deriva de un principio formulado por el sociólogo W.I. Thomas que postula que si una persona define una situación como “real” las consecuencias son también reales.
Los Rosarios han definido como “real” esa fortuna, en lo cual han intervenido los abogados farsantes que han identificado esa necesidad en ciertos grupos humanos de creer en fórmulas milagrosas para salir de su situación. Ojo, los fake news en las redes sociales pueden lograr lo mismo.
Hoy en día más de la mitad del electorado del partido republicano cree a pie juntillas que a su líder, Donald Trump, le robaron las elecciones. Para esa población es real y actúan en consecuencia.
No hay nada que les pueda hacer creer algo distinto. Esto crea los llamados “mundos creencias” particulares que se retroalimentan con su propia información, pierden la noción de lo que constituye un “hecho” y prefieren afirmar sus convicciones, que equivalen a hechos. El caso de los Rosarios reúne todas esas características.
Ante la descripción del fenómeno que hace Leopoldo Artiles es evidente que su creencia no va desaparecer porque juega en su cerebro un rol importante que a todas las personas nos gusta: alimentar la esperanza de que lo mejor está por venir.
El problema con todo esto es que para ellos lo mejor no está por venir, sino que lo mejor que les podía pasar ya llegó y es el apresamiento de quien les ha metido todo esto en la cabeza, pero como dice el refrán “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.
Su lucha ahora seguirá no en frente del Congreso ni del Palacio Nacional sino frente al Palacio de Justicia, porque ahora su defensa no será por su herencia sino en favor de quien les ha alimentado las esperanzas “aunque sean falsas” y les ha vendido un sueño que ellos decidieron comprar porque solo así pueden fantasear con una idea de lo que todos quieren: ser ricos…