En República Dominicana no se había construido un ejercicio de planificación participativo como el que acaba de concluir el Ministerio de Salud. Articulado de abajo hacia arriba. Con la participación de más de 150 asociaciones y organizaciones públicas, privadas y comunitarias que entregaron a la nación el Plan Estratégico Nacional de Salud 2030.

Desde la aparición de las junta gubernativas de salud (embriones institucionales del ministerio de salud) en el siglo XIX hasta nuestro días, es la primera vez que se realiza este enfoque para concretar los sueños de salud de los dominicanas y dominicanos

El país al fin, puso en vigencia una herramienta de planificación estratégica, con visión, estrategias y proyectos estructurantes de impacto. Una utensilio que igual como se construyó de abajo hacia arriba, tiene hoy una difusión en diversos sectores estratégicos de la República Dominicana, desde la base hasta el vértice de la sociedad.

Hoy el ministro de salud entrega el Plan Estratégico Nacional de Salud 2030 al liderazgo de la comunidad vulnerable de la Zurza de Santo Domingo. Enclavada en el corazón del Distrito Nacional. Limítrofe a otros barrios céntricos que conforman un cordón de pobreza alrededor del río Isabela. Cuenca hidrográfica que a pocos kilómetros se convierte en el río Ozama. Un mercado, seis (6) cañadas, dos manantiales y más de 50 mil personas ubicadas en asentamientos precarios.

¿Cómo priorizamos los proyectos estructurantes en Salud 2030?. Si era una iniciativa destacada en el diagnóstico. Si permitía robustecer fortalezas; si asimismo superaba debilidades de magnitud nacional, detenía amenazas y aprovechaba oportunidades, entonces podemos decir que el proyecto entró al compendio de iniciativas prioritarias.

Si todavía más, precipitaba productos entregables; concretables como victorias rápidas vinculantes y sinérgicas con uno de los cuatro pilares del Plan Estratégico Nacional de Salud 2030; entonces fue seleccionado como incluible en la bitácora o brújula de la salud dominicana al año 2030.

Razones para validar varios proyectos incluibles en el Plan Estratégico Nacional Salud 2030, hay de sobra. Pero en 150 países y ciudades iberoamericanas se sabe que los planes estratégicos no son una “panacea”, menos aún una “lista de buenos deseos”. Una papel donde se colocan todo tipo de iniciativas.

Si el plan fue racionalmente construido, entonces contendrá estrategias y proyectos presupuestables que involucren gobierno, sociedad civil y sector privado.

Si la iniciativa tenía condiciones de factibilidad (financiable de forma racional) y de viabilidad (armoniza los sectores con poder de impulsar o obstruir la iniciativa), entonces formó parte de los 35 proyectos estructurantes que constituyen la médula ejecutiva de la nueva estrategia Salud 2030.

La bola de cristal de la planificación estratégica tiene herramientas para transformar un inventario de intenciones benignas, en una bitácora sostenible de desarrollo. Los proyectos en la planificación estratégica se dividen en i) estructurantes; ii) acciones de victorias rápidas; iii) intervenciones de incremento de escala y iv) acciones de quiebre de tendencias.

Un proyecto estructurante es una concurrencia de intervenciones sinérgicas con capacidad de impacto efectivo sobre los problemas de asociados a la inclusión,  gobernabilidad, ambiente y  economía de salud. No cualquier iniciativa o fórmula si no aquella que tiene las capacidades y funcionalidades de garantizar continuidad, complementariedad, articulación y sostenibilidad (CCAS)

Las acciones de victoria rápida (AVIR) o de impacto inmediato son actividades impulsadas por el gobierno nacional y local; también por otros actores, que se expresan como acciones demostrativas, focalizadas y microlocalizadas, cuya ejecución es inferior a dos años y su volumen de financiación no impone habilitación de una estructura de gestión propiamente dicha para su ejecución.

Las AVIR son intervenciones tácticas a privilegiar para lograr hechos notorios y ostensibles. Aportan los primeros pasos en la solución de problemas, elevan la cohesión social y el respaldo institucional de las acciones estructurantes. Provocan el éxito político inicial de toda gestión pública. Acciones a las que debe dársele el apoyo necesario para que sean sostenibles en el tiempo. Se sugiere que sean complementadas con intervenciones de incremento de escala. Si el proyecto es exitoso, entonces aumente la población incluida y la cantidad de territorio saneado.

Las intervenciones de incremento de escala se refieren al conjunto de iniciativas que aseguran la continuidad y complementariedad de las AVIR. Son acciones que aportan sostenibilidad en la medida que aumentan el volumen y la amplitud territorial de las acciones de corto plazo. Amplían en todo el territorio acciones, investigaciones, levantamiento de croquis, maquetas, planos y obras que son insumos esenciales para proyectos estructurantes. Aumentan la escala de actuación a nivel geográfico y territorial de las intervenciones.

Supremamente, las intervenciones de quiebre de tendencias son el cuarto tipo de acciones, y se dirigen a asegurar control, eliminación y erradicación de los problemas que dieron origen al proyecto estructurante. Llevan la nación, ciudad y al municipio a un punto de no retorno a los problemas que fueron superados inicialmente.

Estas acciones pautan una implantación de proyectos que debe ser continua, complementaria, articulada y sostenible. En la medida que se seleccionen en la formulación del plan estratégico, aquellas soluciones a problemas que pueden ser impactados se lograrán los incrementos de escala esperados.

La inclusión social del plan estratégico de Salud acumula 12 proyectos. La gobernabilidad y gobernanza 9 programas y proyectos. Por su parte de la gestión ambiental unos 10 proyectos estructurantes y finalmente la economía de la salud, unas 4 iniciativas. 35 Proyectos que aportarán 144 productos entregables que debieran superar  al menos 100 indicadores críticos.