Corría el año 2006 y Leonel Fernández, en circunstancias similares a las actuales, promulgó el decreto número 308-06 de fecha 24 de julio del año 2006, por el cual establecía restricciones en todo el territorio nacional respecto a la venta de bebidas alcohólicas a partir de cierto horario los días de semana y los fines de semana.

Con bombos y platillos el hombre de las Harleys Davidson desaparecidas, entonces ministro de Interior y Policía, Lic. Franklin Almeyda Rancier, dispuso la creación del organismo, ahora COBA, que se dedicaba agresivamente a la persecución de los negocios que violentaban la prohibición de venta de bebidas alcohólicas fuera de los horarios previstos por el decreto al cual hacemos referencia.

Surgieron mil ¨clavos¨, que resistían la absurda prohibición, ideada original y precisamente, para atacar y evitar las actividades delincuenciales, una especie de toque de queda alcohólico, ya que no limitaba el libre tránsito de las personas. Uno de los más famosos en la Zona Colonial, precisamente se llamaba ¨La Resistencia¨, un bar de puertas para adentro, donde los desvelados caíamos en la madrugada a continuar la farra que públicamente se prohibía. Entiendo que las autoridades se hacían de la vista gorda, porque llegué a ver jueces, fiscales y policías como contertulios en dicho lugar.

 

El inefable y suertudo ministro de interior y policía actual Jesus (Chu) Vásquez, ha diligenciado y obtenido, una prohibición similar diez y seis años después, con idéntico propósito que la promulgada en julio del año 2006, circunscrita dicha prohibición exclusivamente a la provincia de Santo Domingo.

 

Auguramos a esta prohibición un rotundo y absoluto fracaso. Y es que la delincuencia, los delincuentes, y aquellos que realizan actividades reñidas con la ley, no se ponen a beber para salir a realizar dichas actividades, al contrario.

 

La razón del real aumento de la delincuencia, atracos, asesinatos, y demás actividades, viene dada por múltiples factores, que enumeramos a continuación, en orden de importancia, según nuestro criterio:

 

1.- Falta de oportunidades y acceso a la educación de los jóvenes en los barrios marginados de toda la República Dominicana, incluyendo falta de acceso a instalaciones deportivas.

2.- Esta falta de oportunidades y educación, lleva a la única actividad placentera que le queda a la juventud, que son las relaciones sexuales siendo menores de edad, que da lugar al embarazo adolescente, que a su vez, crea niños criando niños.

3.- Falta de fuentes de trabajo.

4.- Aquellos que tienen educación, la obtienen de manera deficiente.

5.- Grave desigualdad social y acceso a los medios de producción.

 

A las anteriores causas, debe agregarse, una que me preocupa grandemente, y es la delincuencia importada de las Maras de Centro América, con cuyos países se ha abierto un corredor aéreo, que, si no se maneja con cuidado, puede dar lugar a que, los actos violentos que ahora nos escandalizan, sean posteriormente mucho peores.

 

Además, el paternalismo de los diferentes gobiernos, desde el año 1966 hasta la actualidad, ha creado parasitismo social, lo que da lugar, que según noticias aparecidas en los diarios de circulación nacional, la semana pasada, se ha establecido, que, el 49% de la población dominicana, recibe de una u otra manera ayuda del gobierno, entendemos que este porcentaje se queda corto, si tomamos en consideración todas las botellas y cargos innecesarios e inoperantes que existen en la administración pública.

 

Si a ello, sumamos el hecho, de que, en vez de invertir en desarrollo, los gobiernos dominicanos, y con mayor hincapié, este gobierno, se ha dedicado a aumentar de manera absurda y con propósitos continuistas estos subsidios, el subdesarrollo, en vez de disminuir continuará su indetenible ascenso, creando un círculo vicioso eterno.

 

No podemos, en modo alguno, tomar medidas que se han demostrado fracasadas y desfasadas y seguir como el perro, cayéndole atrás a su cola de manera circular y constante; así no llegaremos a ningún lado.

 

El romo nos lo beberemos en el Distrito entonces. La estolidez de esta medida es digna de un récord Guiness.