- 1. Hablando de la Turba Letrada Nacional (TLN) y de sus omisiones y tergiversaciones.
Para no citar nombres de las “autoridades” criollas en historia y críticas literarias, utilizamos en nuestro libro sobre Modernismo y Criollismo en el siglo XIX (la turba letrada y los mitos literarios), editado por Universidad INTEC, marzo 2018, lo de la “turba letrada” expresión de Domingo Moreno Jimenes (1894-1986) en el prólogo a Fantaseos (1921) de Andrés Avelino (1900-1974).
Mencionamos ese libro porque junto con Postumismo y Vedrinismo Primeras vanguardias en Santo Domingo, Editora Nacional, marzo 2011, hemos pensado que fueron las bases que motivaron al Jurado del Premio Nacional de Literatura, sin que nosotros lo buscáramos nunca ni pensáramos que lo mereciéramos, para concedernos el premio Nacional de Literatura 2021.
Es una pena que el brillante profesor de letras de nuestras principales universidades la citada UASD y en la UCAMAIMA, que es el hoy Dr. Pablo Reyes Pérez, en su Tesis Doctoral, de la que hablamos en el artículo anterior con este mismo titular, no se hubiera enterado de la existencia de ellos para consultarlos, ya, que si lo hubiese hecho, otra sería su visión de Otilio Vigil Díaz (1880-1961) y del vedrinismo; pero se confío totalmente en la dichosa TLN.
Y es que en esos textos intentamos desmontar varios mitos literarios citando fuentes con detalles, que en muchos aspectos hemos superado, por lo que hemos terminado una segunda edición, todavía en Word, aumentada y corregida, del primero, sin publicarse, esperando un editor; y trabajamos en otra en dos tomos del segundo, separando los Antecedentes de las Vanguardias de lo del Postumismo y Vedrinismo, dada la extensión de estos, por la cantidad de documentos que hemos ido encontrando en las mismas y otras fuentes, en lecturas menos apresuradas, fijándonos hasta en las notas sociales. Además, decidimos aumentar los poetas y poemas postumistas para hacer una Antología de ese movimiento que hasta ahora no se ha hecho.
En dichos libros ofrecemos parte de algunos detalles, que también omitimos, por seguir la dichosa Turba Letrada Nacional, que se ha convertido en muchos casos, en una jauría de simples loritos repetidores de lo que dijeron esas “autoridades” sin basarse en documentos, como si fuesen unos novelistas cualesquiera, provocando invenciones de nuevas generaciones, verbigracia el autor de esta tesis imaginando y fantaseando nuevos detalles narrativos.
Como nuestros textos en lo referente a Vigil Díaz, el modernismo y las vanguardias, son demasiado extensos, trataremos de mostrar algunas de esas omisiones y tergiversaciones cometidas por la TLN, y por nosotros mismos siguiendo en parte a algunos de los turberos ilustres que trataron las mismas fuentes, y las omitieron o no la conocieron.
- Empezamos hablando del Modernismo en el Siglo XIX
Entre las graves omisiones de Max Henríquez Ureña (1885-1968), la autoridad mayor, tanto en su Breve historia del Modernismo, UNAM, México, 1952, como en su Panorama histórico de la literatura dominicana. Río de Janeiro. Companhia Brasileira de Artes Gráficas, 1945, y con ese mismo título una segunda edición corregida y puesta al día, en dos tomos por la Librería Dominicana, 1965, omitiendo uno de los movimientos claves del modernismo, que también descuidamos en nuestra primera edición, siguiendo en parte a ese líder de la TLN: nada más y nada menos que al Decadentismo, y por eso los demás integrantes de la turba lo han desconocido o soslayado totalmente.
Y lo más grave: omitieron que el modernismo está compuesto por su origen francés del romanticismo sin positivismo ni socialismo; desinteresado de lo económico; del parnasianismo con el Arte por el Arte, y su adaptación de mitos greco latinos, que el francés no tenía; del decadentismo, con sus poses aristocráticas, sus exotismos, y las torres de marfil. Y el simbolismo, con el reino de la idea y la densidad literaria. Luego enriquecido con el idealismo, gracias a José Enrique Rodó (1871-1917), el crítico más importante de ese movimiento.
De modo que no solo son modernistas los que citan dioses y elementos exóticos, como parece ser lo que entiende la TLN como tales, sino los románticos puros como José Asunción Silva (1865-1896). ¿Quién que es no es romántico? preguntó Rubén Darío (1897-1916), diciendo que el modernista que no lo fuera se ahorcara de un pino y sería lo mejor. Agregándose los demás elementos: el poema en prosa, que aquí aparece en 1892 en la revista Letras y Ciencias de 1892-1899 con uno de Federico Henríquez y Carvajal (1848-1952); el soneto, con sus nuevas estructuras versales; hasta el criollismo con esos recursos. Eso es el modernismo; un poderoso tsunami que lo transformó todo lo que se hizo aquí a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX. Negarlo, simplemente es un disparate del ilustre jefe de la TLN, ya que él mismo siguió siendo poeta romántico-modernista, como casi todos los demás, demostrando que ese movimiento no pasó sin pena ni gloria como se atrevió a sostener.
La que quizás sea la mayor de todas las omisiones, es la humilde revista El Hogar de 1894-95, dirigida por Fabio Fiallo (1866-1942) y Tulio Manuel Cestero (1877-1955) en la que no solo difundieron poemas en prosa de Azul de Rubén Darío sino de otros modernistas hispanos y Tulio publicó varios poemas en prosa totalmente modernistas, el primero decadente; y no solo cosas de ellos, sino de los más connotados hispanos y criollos, considerándose la primera revista modernista dominicana en ese siglo, el mismo año que Rubén y Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933) editaron en Buenos Aires la Revista de América para difundir el movimiento. Que demuestra no ser cierto lo de tardío en el país.
Para más detalles: en la Revista Ilustrada de 1896-1900, tanto Tulio como su director Miguel A. Garrido (1867-1908) difundieron el modernismo y los movimientos franceses, en especial el decadentismo. Y les dieron oportunidades a otros modernistas del país.
Además, no explican que antes de Tulio editar en 1898 Notas y Escorzos, desde 1895 había viajado a Caracas formando parte del grupo de modernistas de la revista El Cojo Ilustrado, completando sus conocimientos de las fuentes francesas que aquí le hubieran sido poco menos que imposible consultar. Omitiendo sus viajes a New York donde conoció a José María Vargas Vila (1860-1933) que le dedicó una novela, entre otras figuras, ni las críticas que le hicieron a su libro, citado hasta por Rubén Darío. Ni su despliegue en la Ilustrada traduciendo a los franceses, especialmente a los decadentistas, por lo que, lectores que serían escritores del siglo siguiente lo pudieron conocer, como es el caso de Vigil Díaz, el más decadentista de todos los poetas dominicanos.
En cuanto al Siglo XX, las omisiones son más graves. Nosotros lo hicimos al no citar que el Futurismo de Filippo Tomasso Marinetti (1876-1944), ese primer movimiento de la vanguardia universal, difundido en la Revista Le Figaro de París el 22 de febrero de 1909, las críticas de Darío en La Nación de Buenos Aires el 6 de abril, ni que el mismo año, el 30 de mayo en el No. 98 de la revista Mefistófeles, se hizo un gran despliegue en primera página con críticas de su director, y luego el 1º de agosto en La Cuna de América No. 132 se reprodujo lo que había publicado El Liberal de Madrid de Emilio Gómez Carrillo (1973-1927). O que en 1910 la revista Osiris No. 12 del 15 de mayo de 1910 publicó una carta de Eduardo Marquina (1879-1946) a Marinetti hablando del verso libre.
Respecto a que Vigil Díaz se inició, hasta donde hemos investigado de su labor, en el No. 10 de la revista Osiris del 31 de marzo de 1910 con un epitafio a un tal Rafael M. López que no tiene rimas, y nadie le hizo caso, ni al famoso Arabesco, que es de 1917, no del 12, en una revista extraña que nadie ha podido consultar sino Manuel Rueda. Aunque sabemos que en literatura, como en los ciclos naturales, una golondrina no hace el verano: una modalidad como el versolibrismo no se impone con un poema al azar, sino después que aparece una muy continuada labor de un autor, y en libros. Eso lo sabe cualquiera, y eso ocurrió con Moreno Jimenes que publicó en Letras la mayor cantidad de poemas libres que poeta alguno haya publicado en tres o cuatro años en la misma revista, como fue su labor del 1919 al 1921, antes de la edición de Psalmos de este último año. Además, que él y sus postumistas sí lograron imponerlo, encontrando mucha oposición, que es lo que realmente detecta lo nuevo y diferente, algo que no ocurrió con lo de Vigil.
Además, ignoraron los de la Turba que hubo una segunda edición de Góndolas en 1913 con un prólogo de Gustavo Mejía Ricart (1893-1962) y un epílogo de Ricardo Sánchez Lustrino (1886-1915), en la cual no aparece el vedrinismo ni el aviador Vedrines, no Vedrín como es citado por ellos, que si se hubiera proclamado en 1912, no fue el de su muerte, que ocurrió en 1919. Además, Vigil perteneció a Los Nuevos de 1910, un grupo modernista muy activo en 1912. Y algo más grave que no vio Diógenes Céspedes (1941) en su libro Vigil Díaz y Zacarías Espinal, Obras, Consejo Presidencial de Cultura, 2000, que fue consultado por Reyes Pérez, que en Del Sena al Ozama (1921) se publica el prólogo al libro Neurosis de Cristal inédito y perdido, de Manuel Zacarías Espinal (1898-1933), que había sido anunciado en la Revista Letras o L…, el 5 de junio 1921, donde aparece su poema El ábside de la siesta, el menos raro.
Lamentablemente este autor no consultó el libro de José Enrique García, Obras de Tomás Hernández Franco, Consejo Presidencial de Cultura, 2000, en el que hubiera encontrado la Conferencia que este ofreció en París el 29 de enero de 1923 donde declara que iba a hablar de la única manifestación de vanguardia en la poesía dominicana que era el Postumismo, diciendo que Vigil era la figura más interesante de ese movimiento, por aparecer segundo en la proclama.
Más claro aún, del mismo Tomás Hernández Franco (1904-1952), en ese libro citado, aparece un artículo publicado en el periódico La Información el 5 de octubre de 1929 con el título de Los Ismos de la Vanguardia, donde señala que Vigil Díaz ha inventado el vedrinismo para burlarse de los postumistas y que viene de Vedrines el loco aviador francés. Que fue el origen del mito y de la novela del vedrinismo en 1929, no en 1912, aunque tampoco fuera una verdad.
Eso solo bastaría para terminar con el mito de esa novela. Sin embargo, lo más sorprendente es que ni Pedro René Contín Aybar (1907-1981 en su Antología de la Poesía Dominicana, Editorial El Diario, 1943, a pesar de hablar de Góndolas como el libro de Vigil que da nacimiento del vedhrinismo, con la hache después de la d, que indica que la vio en los poemas de Zacarías, escogiera uno solo de esos poemas para ilustrarlo, y, todavía peor: Manuel Rueda (1921-1999) en sus antologías y en sus ensayos tampoco copia esos poemas. El primero que escogió tres fue Basilio Belliard (1966) En La espiral sonora, Antología, Editora Búho, 2003. ¿Por qué los otros y los demás antólogos los omiten? Porque desde que uno lee cualquiera de ellos el olor del modernismo parnasiano y decadente lo marea desde la dedicatoria primera a Venus o Afrodita.
Además, en el libro de Céspedes de las Obras de Vigil, se publican los Versos Vhedrinhistas de Zacarías Espinal tomados de la revista La Opinión No. 192 del 9 de octubre de 1926, que es la primera vez que algo parecido a vedrinismo con esas dos haches, lo más lejano de Vedrines y más cerca de los Vedas, no se conoció hasta entonces ¡ A 14 años de la primera edición de Góndolas!
Dos o tres años después Vigil Díaz publicaría su primer poema Vendrinista en la revista El Día Estético No. 2 de los postumistas a fines del 1928 o principios del 29. Estrenando el término Vendrinismo, con una ene, y sin las haches de Zacarías Espinal, que fue el verdadero creador del término o de lo que sea el Vedrinismo. Y luego del artículo de Hernández Franco, Vigil en octubre del 1929 en la revista Cromos publica con el título de Motete Vedrinista, como ya lo había bautizado aquél.
Es más, sostiene Céspedes en ese texto, que es Zacarías quien hace lo que puede considerarse la única descripción del vedrinismo, cuando dijo comentando un poema que él declara vedrinista de Julio A. Piñeyro (1890-1947), diciendo que era la viva expresión del sub-consciente. Que es, hasta ahora la única definición de ese ismo, que, como hemos visto, no llegó a movimiento.
2.-Resumen apretado del final del mito vedrinista de Vigil
Finalmente, por donde debí comenzar para no hablar tanto de vedrinismo en 1912, para que veamos lo que hacía Vigil Díaz ese mismo año que publica a Góndolas, y supuestamente proclama el vedrinismo, la supuesta primera vanguardia americana, veamos lo que aparece en La Cuna de América No. 41 3ra. época del 4 de febrero de ese 1912, en una nota de prensa en la sección Panorama Semanal, de Raúl Abreu (1881-1914) su director, que es de la que hemos hecho la composición que aparece más abajo, para que se vea nuestro respeto a los documentos, en la nota al pie puede leerse:
«Los intelectuales Ldo. Horacio V. Vicioso, Valentín Giró, José Landaeta Bremont, M. Flores Cabrera, Lcdo. Eduardo Vicioso, Vigil Díaz, Arturo Logroño, Rafael Damirón, Luis Abreu, Primitivo Herrera y Juan S. Durán, han organizado una serie de banquetes semanales, en los que la frase ática, helénica, traviesa, sonora como un violín y suave como un albo plumón níveo, salta de los labios caldeados por la fina champán y por la rubia cerveza. Copian estos distinguidos amigos las alegres y voluptuosas costumbres de nuestros sabios maestros los gentiles atenienses y de los gloriosos elegidos de la Pléyade, el gran cenáculo de Ronsard y Marot.
En el último banquete ofició Vigil Díaz de pontífice pagano, ataviado con un pomposo mandil color de cielo y ceñido en la alba muñeca como un rey numida, por dos ricos brazaletes profusamente engastados en ópalos, rubíes, y esmeraldas.
El Licdo. Horacio V. Vicioso fue el anfitrión del simpático banquete».
Llamamos la atención a ese título concedido a Vigil Díaz: Pontífice Pagano. De modo que había sido bautizado y elevado al pontificado modernista primero que Moreno Jimenes al pontificado postumista, que es el único que se había conocido en los medios literarios nacionales.
Esto bastaría para demostrar lo tan modernista que era Vigil. Pero hay muchas más cosas, leyendo lo que admiradores de Vigil dijeron de Galeras de Pafos en 1921, resumido de nuestro libro sobre las vanguardias en las páginas 103-104: El 7 de abril de 1921 apareció en el Listín Diario una crónica de Lorenzo Despradel (1873-1927) con el título de Vigil Díaz con motivo de su último libro: Vigil Díaz no viene con un manifiesto retumbante a decirnos que él aspira a fundar una escuela. En sus creaciones poemáticas no flotan esas imágenes contrahechas, confusas, enigmáticas que forman el acervo de la literatura de esos innovadores de la hora actual!» y el 17 de mayo del periodista Alfonso Concepción Tapshire (¿….-….?) una crónica en ese periódico titulada: Vigil Díaz a propósito de su último libro: «Vigil encierra a un escritor llamado a descubrir nuevas y extrañas piedras preciosas en la profunda mina del pensamiento, aunque sinceramente crea que en él no hay la preocupación banal de llegar a ser creador de nuevas escuelas». (Cursivas nuestras).
Eso lo dijeron apenas nueve años después de Góndolas admiradores de Vigil. De modo que mal podríamos entender que en ese libro se intentara hacer el Manifiesto o la explicación del inexistente vedrinismo.
- Conclusiones sobre el Vedrinismo
Sencillamente exponemos nuestras conclusiones invertidas, en dicho volumen de 2011, páginas 578.
«Sin embargo, prometimos hablar un poco más de la única definición vedrinista que se conoce hasta ahora, de parte del fundador del ismo. Nos referimos a su expresión de que era la viva expresión del sub-consciente. Esto tiene una importancia capital que no se le ha dado. Estamos en territorio de Sigmund Freud. Tanto es el avance de Zacarías, que con esta simple definición, sin conocer quizás lo que se hacía en París con el surrealismo, que lanzó su primer manifiesto en 1924 firmado por André Breton (1896-1966), Louis Aragon (1897-1982), Paul Eluard (1895-1952, Benjamin Péret (1899-1959), entre otros. Allí es definido como «automatismo psíquico puro» que intenta expresar «el funcionamiento real del pensamiento». La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis. (Enciclopedia Encarta 2002)».
«De modo que ahora podremos hacer esta conexión. Zacarías pudo saber algo de aquello en 1926. Era curioso y avanzado. De modo que abrimos esa ventana a la investigación, y es posible que estemos creando otro mito: El Vedrinismo de Zacarías Espinal pudo ser la forma de un precoz surrealismo antillano, ya que coincide plenamente con los surrealistas originales al indicar que era la viva expresión del sub-consciente, una definición escueta que a André Breton le hubiera fascinado y que sirve para señalar que esa era una de las preocupaciones cardinales de Espinal y en consecuencia, de su particular vedrinismo. De aquí en adelante, esperamos que los deudos festivales asuman esas herencias».
De la Pág. 573: «No es cierto que en 1912 o después, Vigil Díaz escribiera el nombre vedrinismo ni antes que Manuel Zacarías Espinal en 1926. Por el contrario, es cierto que en 1926 y luego 1929 éste último lo utilizó tanto en verso como en prosa.
He aquí descifrado el ADN del cuerpo vedrinista: El señor Otilio Vigil Díaz no es el padre de la criatura llamada vedrinismo, nacida para la historia literaria en 1926. Por el contrario, el señor Manuel Zacarías Espinal es el padre literario de la criatura llamada vhedrinhismo, vendrinismo, veedrinismo o vedrinismo y Vigil Díaz su seguidor tardío».
Nota Final: A lo mejor después de presentar su tesis, el hoy brillante profesor de dos universidades, lo hubiera leído y se hubiera puesto al día de lo que documentalmente puede llamarse Vedrinismo. Si eso ha ocurrido nos alegraríamos mucho. Empero, si acaso no lo hubiera hecho, nos sentiríamos felices de que tratara de hacerlo y pusiera al día sus cátedras si no lo ha hecho ya. O nos rebatiera con documentos que no pudimos estudiar. Al mismo tiempo es hora a de que él y los demás seguidores a ciegas en la Turba Letrada Nacional se den cuenta de que cada quien debe ir a los textos originales a rebatirlos o confirmarlos con esas armas, como bombas atómicas para destruir novelas y mitos, como lo de la proclama del vedrinismo en 1912 por Vigil Díaz, que hasta en Galeras de Pafos, con mayúsculas porque es una ciudad de Chipre, manifiesta su modernismo a rajatablas en sus Palabras, que tanto Rueda como Reyes Pérez omitieron. Veamos estas bellezas en el libro que supuestamente tiene el tardío manifiesto del vedrinismo, respetando su grafía original el siguiente despliegue de “novedades vanguarditas”:
«“Galeras de Pafos?… Afrodita, Melitas, Lesbias, Hetairas, Pallakas, Yncubos y Súcubos. Sadismos y Masoquismos. Sátiros y Bacantes coronados de pámpanos. Eurítmicos efebos desojando rosas. Lechos de sándalo y marfil. Simiente. Palomas blancas y vasos de perfumes. Turíbulos de crepitantes y embriagadoras sandáracas. Crateras de hidromiel. Liras y flautas. Ánforas de vino color de sangre y de topacio. Esclavos, remos de plata y velámenes resumando púrpura sobre las ondas azules y espumosas del Ponto que arrulla y refresca la isla maldita de Chipre. Pues nada de esto, el título de este libro, nada tiene que ver con el alma de este libro, que es casi inofensiva y trasparente como una campiña; es simplemente el cumplimiento de un cánon parnasiano: todo título tiene que ser bello, poco importa que no diga nada.» (Cursivas nuestras destacando expresiones mal escritas por él y su religión parnasiana).
Si eso no es parnasianismo y decadentismo modernista, que resucite Rubén Darío y lo contradiga, porque ¿qué más podíamos esperar de un parnasiano canónico que así proclama su verdadera fe literaria? Empero, cuando la Turba Literaria Nacional quiere dar, es como cuando se niega a ver: Tajante y mentirosa. Y así no se hace historia ni siquiera poetizando.
Resumiendo todo de nuevo: «He aquí descifrado el ADN del cuerpo vedrinista: El señor Otilio Vigil Díaz no es el padre de la criatura llamada vedrinismo, nacida para la historia literaria en 1926. Por el contrario, el señor Manuel Zacarías Espinal es el padre literario de la criatura llamada vhedrinhismo, vendrinismo, veedrinismo o vedrinismo y Vigil Díaz su seguidor tardío.»