Hace exactamente una semana, el pasado viernes 28 de enero, el ministro de finanzas de Alemania, Robert Habeck, sorprendió a muchos al señalar en su informe anual sobre la actividad económica utilizará métricas medioambientales y sociales a la hora de describir el desempeño de su país.
La medida es coherente con el título exacto del cargo que ocupa, ministro de Finanzas y Clima, el usado por el canciller, Olaf Scholz, al designarlo como parte de su recién estrenado gobierno en diciembre del año pasado. En algunos países europeos los nombres de los ministerios tienen la flexibilidad de adaptarse a la nomenclatura elegida por el dirigente. Por ello, desde hace semanas ya podíamos entrever un cambio en la concepción del puesto, pero la medida es tan inesperada como lo sería que en República Dominicana escucháramos al Gobernador del Banco Central decir que su informe sobre la economía, además de ofrecer datos sobre la distribución de la composición del PIB, el índice de inflación o las proyecciones de crecimiento futuro, incluirá datos sobre el desempeño nacional en el cuidado de playas, rehabilitación de cuencas de ríos o disminución de emisiones de carbono.
¿Cómo se llegó a este punto? Por una combinación de factores políticos, personales y nacionales. En términos políticos, porque a la salida de Angela Merkel, el nuevo canciller debió formar un equipo gubernamental de coalición llamado gobierno semáforo porque incluye representantes de partidos cuyos colores son el rojo, el amarillo y el verde. Dentro de este grupo le dio un rol preponderante a uno de los líderes del partido Verde, Robert Habeck, antiguo profesor de literatura que se fue integrando progresivamente a actividades en ecología, luego militó en el partido que defendía el cuidado del medio ambiente y allí alcanzó importantes posiciones, como, al tratarse de un país federal, estar a la cabeza durante seis años de los asuntos de transición energética, agricultura, medioambiente y territorios rurales para una región en específico.
Al final, aunque no fue el candidato que representó a los Verdes en los pasados comicios, sí que despertó el interés y la empatía suficientes para ser seleccionado a los cargos que hoy ocupa (porque, al igual que Milagros Ortiz Bosch en el cuatrenio 2000-2004 fue vicepresidenta y ministra de Educación a la vez, este superministro también es vicecanciller). En términos nacionales, desde el año 2002 Alemania presenta un informe global sobre su estrategia de desarrollo sostenible y en estas dos décadas su alcance y prolijidad ha adquirido gran perfeccionamiento.
¿Y qué propuso exactamente el ministro? Que el crecimiento nacional se mida por su sostenibilidad y capacidad de ser inclusivo para todas las regiones del país con métricas que además de las dimensiones del PIB integren la medición de la participación y la seguridad sociales. También propuso utilizar la presidencia del G7 por parte de Alemania como una plataforma para promover los negocios neutrales en carbono, trabajar por la sostenibilidad mundial, la preservación de la biodiversidad, acelerar la transición energética, la recuperación económica pospandemia, la construcción y el desarrollo sostenibles y el compromiso con la fabricación de sociedades donde se respeten los derechos humanos y la equidad de género mientras se guía la evolución de la sociedad de la información.
Su agenda es ambiciosa, pero algo me hace sospechar que su actitud tiene un paralelismo con el célebre “Lo lograremos” de Angela Merkel en el 2015 con respecto a la inmigración. Él tiene la trayectoria y el sistema que le permitirán estar a la altura de sus palabras.