En el año 1962, el sindicato de trabajadores de la Compañía Anónima Tabacalera, estaba afiliado a la Confederación autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC). Los trabajadores recibirían en el mes de diciembre, cuatro salarios; el salario normal, la regalía pascual y un bono de beneficios de la empresa que significada dos meses de salarios.

Con el asesoramiento del padre Manuel González Quevedo, jesuita, asesor de la CASC, se elaboró un proyecto para la formación de un colegio educativo para los hijos de los trabajadores de la Tabacalera.

ANTECEDENTES;

En 1962, en la Compañía Anónima Tabacalera:

Ante la negativa de la empresa a firmar un Contrato Colectivo, después de haber sido discutido entre las partes, el Sindicato, dirigido por Julio Fermín, Luis Eladio Rigaud, José Hidalgo Paulino y Bertico Pichardo, con el asesoramiento y participación de José Gómez Cerda, dirigente de la Confederación autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) , hicieron una huelga de ocupación de la empresa, que duró tres días, y tuvieron que llegar policías especiales de Santo Domingo para sacar a los sindicalistas. Gómez Cerda fue hecho prisionero, pero todos los sindicatos de Santiago (alrededor de 30 en esa época), se presentaron ante la Policía y tuvieron que liberarlo a él, y a otros dirigentes del sindicato de la Tabacalera.

Después de la huelga, se procedía a firmar y ejecutar el contrato colectivo de condiciones de trabajo, entre el sindicato y la empresa.

EL COLEGIO LA ESPERANZA

El proyecto de crear un colegio, fue presentado por el sindicalista José Gómez Cerda, dirigente de la CASC, asesor del sindicato. Para que los hijos de los trabajadores tuvieran las mismas oportunidades que las otras clases sociales en materia de educación escolar.

En esa época los dos mejores colegios de Santiago, eran La Salle, para varones, y el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, para hembras. Ambos tenían gran prestigio. En la primera reunión para crear el Colegio para los hijos de los trabajadores la Asamblea rechazó la proposición.

Los trabajadores consideraban que no había necesidad de crear un colegio, porque en Santiago había muchas escuelas públicas.

Luego el Padre Quevedo, José Gómez Cerda, y varios de la junta directiva del Sindicato de Trabajadores de la Tabacalera, visitaron a los miembros del sindicato que vivían en el Barrio de la Tabacalera, en el Barrio La Joya, y en El Ejido, donde residían la mayoría de los trabajadores afiliados al sindicato, para explicarles la importancia de crear un colegio para los hijos de los trabajadores.

En una nueva asamblea, realizada en la Hermandad Cigarrera, nuevamente José Gómez Cerda presentó la moción, de crear una escuela para los hijos de los trabajadores, y fue aprobada con un 65% de los presentes.

Fue aprobada la moción de destinar un mes de salario, para la creación de un Colegio para los hijos de los trabajadores. La idea y el proyecto se convirtieron en realidad…

Era la primera vez en la historia que en la República Dominicana se formara un colegio para los hijos de los trabajadores, con el aporte económico y participativo de un sindicato.

Se creó una comisión mixta, con representación de la empresa y del sindicato, además, esto se estableció en el contrato colectivo de condiciones de trabajo, firmado por ambos sectores, con representación de la Secretaría de Estado de Trabajo.

En esa Comisión estaba la empresa representada por Chino Almonte y Diógenes Silva, dos directivos del sindicato, y José Gómez Cerda, en representación de la CASC.

El porte para iniciar las actividades estaba compuesto de un mes de salario de todos los trabajadores de la empresa, y un aporte de 20.000 (veinte mil pesos), como aporte de la empresa.

La Comisión para la creación del Colegio escogió a Doña Flor de Valentín, como directora y un equipo de profesores, encabezados por la profesora Liliana Pichardo, también se incluyó a Quira, ex empleada de la Pepsi-cola, que había perdido su trabajo por la huelga que se había realizado en esa empresa.

Se alquiló un local, situado al lado de la clínica del Dr. Jorge Blanco, en la avenida Juan Pablo Duarte, en Santiago.

Con los primeros ingresos se compraron los útiles necesarios para la instalación del Colegio La Esperanza.

En una asamblea del Sindicato de Trabajadores de la Tabacalera, donde se trató el tema del Colegio, el directivo Rafael Rodríguez, propuso, y así se acordó, que el autobús que buscaba a los trabajadores desde su casa al trabajo y viceversa, ese transporte fuera para llevar a los hijos de los trabajadores de sus casas al Colegio La Esperanza, y viceversa.

Los dirigentes del sindicato, entre ellos; Luis Eladio Riguaud, Bertico Pichardo, Julio Fermín. José Hidalgo Paulino,  Mena,  Rafael Rodríguez, y los demás directivos, fueron grandes entusiastas  del proyecto y la realización de proyecto y realidad de la creación del colegio La Esperanza.

El mayor éxito que ha tenido el sindicalismo en la República Dominicana, ha sido la construcción del Colegio La Esperanza, para la formación y educación de los hijos de los trabajadores de la Compañía Anónima Tabacalera.

El inicio fue esplendoroso, entusiasmo entre todos, tanto los trabajadores como la parte patronal, tanto así que los hijos de muchos altos funcionarios de la empresa inscribieron sus hijos en el Colegio La esperanza, en especial los hijos de Chino Almonte, principal ejecutivo de esa empresa.

El colegio La Esperanza, de Santiago, es un modelo de educación para los hijos de los trabajadores, el mayor logro que ha tenido el sindicalismo en la República Dominicana.