Solemos considerar que el mentir de forma convincente es una de las habilidades que mejor demuestra nuestra inteligencia. Aunque en todos los discursos se ensalza la honestidad y la verdad, en la práctica a menudo vemos lo contrario. Al lograr que los demás crean nuestra falsa imagen o engaños, podríamos creer que ha sido un triunfo, aunque no siempre lo admitamos.

Lo más grave es que llegamos a engañarnos a nosotros mismos y esto nos perjudica de forma importante. Podemos insistir en mantener posturas irreales, pero esto afecta nuestra salud mental y calidad de vida. Por más que intentes colocar piezas de forma incorrecta en un puzle o rompecabezas, además de las dificultades para hacerlo, nunca podrás terminarlo de forma satisfactoria. La vida no es diferente.

Las naciones realizan homenajes a los próceres que las forjaron, quienes tuvieron la nobleza de sacrificarse por justos ideales, sin embargo, a los que hoy los imitan los califican de ingenuos. Decimos admirar a Cristo quien dijo ser la verdad, sin embargo, pensamos que hablar siempre con la verdad es poco civilizado. El mentir no te hace peor que los demás, pero reduce tu fuerza interior.

Debemos lograr armonizar nuestros niveles de conciencia para funcionar de forma adecuada a nivel individual, social y de acuerdo con el plan superior que hay para nuestra existencia (porque somos mucho más de lo que hemos podido entender).

Cuando somos coherentes, todas nuestras facultades se encauzan en una misma dirección y logramos éxitos reales, más permanentes y acordes con lo que sentimos que debe ser nuestra existencia. Imagina por un momento que un país se dispone a una gran guerra y algunos soldados se lanzan con todas sus fuerzas a atacar de frente al enemigo, otros prefieren posponer por un tiempo el ataque, algunos deciden vacacionar, otros deciden utilizar la diplomacia para establecer amistad con el enemigo, en fin, estando divididos sería difícil el triunfo en cualquier empresa que se intentara. De igual forma, la hipocresía nos divide internamente.

Deseamos que los demás nos quieran, pero si la imagen que presento de mí es falsa, las manifestaciones de aprecio que reciba no me ayudarían, porque siempre dudaría del aprecio que me mostraran. Esto sucede con artistas que venden una imagen muy diferente a lo que son y aunque millones los aplaudan y paguen por ir a verlos, internamente podrían tener una sensación de vacío y una lacerante carencia afectiva.

Un individuo puede engañar a su pareja, sus amigos, sus socios, sus seguidores, y podría parecerle que son simplemente pequeñas travesuras, pero el daño más perjudicial se lo hace a sí mismo cuando intenta autoengañarse.

Por otro lado, el pretender mostrar a los demás una imagen diferente a lo que realmente eres evidencia una lamentable baja estima.

Quien no se acepte, tendría mucha dificultad para soportar la soledad y el silencio, porque inevitablemente se encontraría consigo mismo. Esto podría explicarnos las conductas de personas excesivamente extrovertidas, que intentan estar siempre en “la calle’’, en todas las actividades posibles, que no paran de hablar, se apoyan en las bebidas, las drogas, el sexo, los videojuegos, etc., sin embargo, para realizarnos o desarrollarnos plenamente, debemos apreciar todo lo que somos. Puedes mantenerte navegando en el mar pretendiendo que sólo existe la superficie, pero en el fondo es que realmente está la vida marina.

Hay algunos elementos que normalmente constituyen el arquetipo que Jung denominó La Sombra, el cual engloba todos esos aspectos nuestros que intentamos ocultar incluso a nosotros mismos como: fracasos, debilidades, algunas tendencias sexuales, temores y culpas. Vivimos pretendiendo que esas realidades no existen y nos esforzamos porque los demás tampoco las descubran, pero de manera inconsciente los demás perciben más de lo que quisiéramos, alguien despierto y con su consciencia bien enfocada, podría conocer fácilmente lo que intentas ocultar. Por más que tratemos de excluir nuestra sombra, ella siempre está presente y si logramos asimilarla, procesarla y superarla, podríamos tener una sola cara y nuestra energía vital podría manifestarse plenamente sin filtros o bloqueos.

En la medida en que logras asimilar armoniosamente tu parte obscura, eres capaz de aceptarte y de amarte, soportando estar largas horas en soledad, sin tanto miedo a profundizar en los diferentes planos de tu conciencia y en estos casos frecuentemente se ven desaparecer enfermedades que se creían inevitables.

Para poder amar a los demás es preciso amarnos a nosotros mismos.

Si no soy coherente ni yo confiaría en mí mismo, no pudiendo transmitir confianza a los demás y solamente lograría engañar a aquellos que deseen ser engañados. Es preciso saber que los defectos son mejor tolerados que las falsedades.

Conviértete en la persona que quisieras que fueran tus amigos, te será mucho más provechoso si llegas tú a ser esa persona, que si ellos lo lograran, aunque solemos pensar lo contrario.