El 21 de noviembre, en la noche, la Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adompretur) celebrará la ceremonia de la XIX entrega de los galardones a los ganadores del Premio Nacional de Periodismo Turístico Epifanio Lantigua (PNPTEL), en el moderno auditorio de la Policía.
Se trata de un concurso trascendente que debería ser apoyado sin reservas por Gobierno, empresas, gremios turísticos, medios de comunicación y otras organizaciones sociales, en tanto reconoce las mejores historias escritas por periodistas y publicadas en medios de información tradicionales y nuevos, que, se supone, contribuyen al crecimiento, mejoramiento y posicionamiento del sector pilar de la economía nacional.
Según el último informe de estabilidad financiera del Banco Central, citado en el diario Hoy del martes 7 de noviembre, República Dominicana, en este 2023, recibirá ingresos por US$19,000 millones de dólares (10 mil por remesas y 9,200 por turismo).
Las autoridades han dicho que, en el primer semestre, entraron 5.4 MM de turistas, cifra que -dicen- llegaría a 10 millones al finalizar diciembre, la meta establecida para el sector.
Importante lo cuantitativo. Pero el turismo no es un amasijo de cifras secas. Ni es sólo industria, y mucho menos sin chimenea, como se ha creído durante medio siglo.
Estamos ante un fenómeno social que requiere tratamiento periodístico a partir de su complejidad. Verlo en contexto, imbricado a la multiplicidad de actores que interactúan y lo determinan (empresarios, colaboradores, profesionales, turistas, comunidades, organizaciones sociales y culturales).
Bajo ese nuevo paradigma debe desarrollarse el Periodismo Turístico de este tiempo. Y Adompretur contribuye a la nueva mirada demandada hoy por ese fenómeno global, al mantener durante 19 años consecutivos el PNPTEL.
Lo conozco al dedillo. Soy parte de él, sin mancar, desde la primera edición en Playa Dorada, Puerto Plata, hace dos décadas. Los dos años más recientes como presidente del jurado integrado por prestantes profesionales.
Los nombro: Gustavo Olivo, escritor y periodista de Acento; Esteban Rosario, investigador y productor de programa de televisión de Santiago; José Mármol, vicepresidente ejecutivo de Relaciones Públicas y Comunicaciones del Banco Popular.
Profesor Bolívar Troncoso, geógrafo y autor de libros de Gastronomía; Luis Felipe Aquino, profesor de Turismo y presidente de la Bolsa de Turismo del Caribe; periodista Oscar Peña, actual director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; Marivell Contreras, periodista y profesora de Comunicación; periodista de arte y espectáculos de El Nacional, José Antonio Aybar; Aurelio Henríquez, por el Colegio Dominicano de Periodistas, Edgar Lantigua y Luis José Chávez, periodista y comentarista de televisión.
La presidenta del gremio es Yeny Polanco Lovera, y el director del premio, Juan de Dios Valentín.
El equipo en cuestión se decanta por el periodismo que no apela a denuncismo, apologías, cursilería discursiva, publicity (publicidad disfrazada de periodismo) a cambio de prebendas o complacencia a amigos o grupos, ni a nada que se aleje de la ética periodística y de la verdad.
Favorece los datos, pero en contexto y humanizados; igual la narrativa refrescante y las historias novedosas. En sus evaluaciones, husmea la recurrente mala práctica del “copia y pega” y el agrupamiento anárquico de párrafos para salir del paso. Es exigente con el cumplimiento de las técnicas del reportaje y la crónica y no admite mezcolanzas editorializantes.
Y ese es el marco de referencia que ha regido a los evaluadores reunidos en asamblea al mediodía del martes 31 de octubre, en el Dominican Fiesta, para ponderar las propuestas, avalar los ganadores por cada categoría y consensuar al ganador del Gran Premio.
En la actual temporada he notado el afianzamiento de una tendencia a una mayor participación de “sangre nueva”. Y, en cuanto a contenido, un incremento en la frecuencia de trabajos con abordajes más a tono con los parámetros del periodismo interpretativo o explicativo.
Ese es un avance que Adompretur debe redituar con un sello indeleble de garantía de justicia y ética en las evaluaciones, más allá de la ceremonia del 21 de noviembre.