El jueves 7 de julio de 2022 el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, renunció al cargo. Johnson, ex alcalde de Londres, ex ministro de Relaciones Exteriores y ex miembro de la Cámara de los Comunes, fue el principal promotor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea a través del Brexit. Una acumulación de escándalos le obligó a renunciar. A continuación algunas pinceladas que nos ayudan a entender las causas de su renuncia.

La primera tiene que ver con una serie de fiestas (12 en total) llevadas a cabo en la Oficina del Primer Ministro ubicada en el número 10 de la calle Downing (la cual es, a su vez, la residencia del primer ministro) mientras se encontraban vigentes las disposiciones normativas del encierro y toque de queda por COVID-19. Según los reportes, en las fiestas se tomó mucho alcohol e, incluso, hubo peleas entre invitados. En principio Johnson negó haber actuado mal, pero posteriormente fue puesto en evidencia y multado por haber violado las normas del distanciamiento social (primera vez en la historia que a un primer ministro británico se le impone ese castigo). Las fiestas se produjeron mientras el resto de la población era obligada a mantener encierro, a guardar la distancia social requerida y a exponerse a multas severas en caso de violación de las normas. El primer ministro pidió excusas por sus acciones, pero definitivamente su figura salió erosionada de este episodio.

Después de ello al Partido Conservador le fue mal en las elecciones locales para council members. A pesar de que no se trataba de elecciones para cargos de alto perfil, estas elecciones son un buen parámetro para medir el sentir del electorado sobre el partido y su líder. Esta derrota generó dudas sobre la [hasta entonces] notoria habilidad de Johnson de ganar elecciones como en 2019 y como la del Brexit. Matizado por esa derrota electoral, en junio se alcanza el umbral requerido para someter al primer ministro a un voto de confianza.

La posición de primer ministro la ocupa el líder del partido con mayoría parlamentaria (en este caso el Partido Conservador, al cual pertenece Boris Johnson). En consecuencia, si el partido remueve a su líder y elige otro, el primer ministro puede ser cambiado sin necesidad de una elección general. El voto de confianza (moción de confianza) es una de las herramientas para remover el líder del partido porque si pierde la moción de confianza el líder debe renunciar y, por ende, se produce el cambio de primer ministro. El voto de confianza tuvo lugar el 6 de junio. Boris Johnson obtuvo 211 votos a favor y 148 en contra. Se libró de verse obligado a renunciar, pero después del voto de confianza el Partido Conservador sufrió dos derrotas en las elecciones para elegir los titulares de dos escaños vacantes (originalmente ocupados por miembros del Partido Conservador).

El drama más reciente se relaciona con la conducta de Chris Pincher, jefe adjunto del gobierno para disciplina congresual partidaria, quien fue nombrado en el cargo por Boris Johnson. Pincher admitió haber tocado -de forma inapropiada- a dos hombres jóvenes en el marco de una noche de tragos. No era la primera vez que Pincher era señalado por acercamientos sexuales inapropiados. Previamente había sido sujeto de denuncias similares. Johnson había negado conocer la conducta de Pincher, pero -según se reportó- esto no respondía a la verdad. La Oficina del Primer Ministro reculó e informó que Johnson no estaba al tanto de ninguna denuncia específica pero, posteriormente, admitió que Johnson tenía conocimiento pleno de la conducta de Pincher. Lo anterior evidenció que -aún teniendo conocimiento- Boris Johnson había promovido a Chris Pincher a importantes posiciones gubernamentales. Cuando se develó que Johnson conocía la conducta de Pincher y que, de hecho, bromeaba al respecto, llegaron las renuncias de miembros del gabinete que vieron su integridad comprometida por asociación con Boris Johnson. Los primeros en renunciar fueron el Canciller y el Secretario de Salud. A estas le siguieron mas de 50 renuncias de miembros del gobierno de Johnson (incluyendo algunas de funcionarios que habían sido nombrados para sustituir a los renunciantes).

Previamente el Primer Ministro también había mellado su popularidad con la defensa de un congresista conservador que había violado las normas de cabildeo de Reino Unido y con la redecoración de su apartamento en el número 10 de la calle Downing con uso secreto de fondos de un donante del Partido Conservador.

Todo lo anterior le supuso la pérdida de lo que el político nunca debe perder: su credibilidad. Y la perdió tanto fuera como dentro de su partido. Por una parte, el Partido Conservador está debajo en las encuestas para las elecciones. Por la otra, fruto de las metidas de pata con el tema de Chris Pincher, le renunciaron mas de 50 miembros de su gobierno argumentando, en esencia y con razón o sin ella, que no podían servir bajo el mandato de un hombre en el que no creían.

La renuncia de Johnson evoca otras renuncias al cargo de primer ministro como la de Margaret Thatcher y la de Theresa May, a quien Johnson sucedió en el cargo. Su caída da cuenta de que llevan más lejos la humildad en el ejercicio del poder, la credibilidad y la conducta apropiada de colaboradores cercanos.