(Tercera y cuarta ola de la derecha radical populista, 1980- 2022)
La tercera ola 1980-2000, fortalecimiento político de la Derecha radical
En esta etapa se produjo un fortalecimiento de los partidos de derecha radical populista que comenzaron a tener ciertos éxitos electorales, aunque seguían siendo grupos en parte marginales al sistema político y, los partidos tradicionales, les hacían una especie de “cordón sanitario”. No querían sus apoyos parlamentarios para hacer gobiernos ni muchos menos hacer coaliciones de gobierno con ellos.
No es hasta la década de los 90 que hay un crecimiento político de la ultraderecha o la derecha radical populista. Se puede considerar como importante el hecho de la entrada de estos a los parlamentos nacionales. Un papel importante en este “despegue político” lo jugó el partido nacionalista y separatista flamenco Vlaams Blok (el Bloque Flamenco), creado a fines de 1979 por la fusión de dos partidos, el Nacional Flamenco (VNP) y el del Pueblo Flamenco (VVP). A partir de los años 80 el Bloque Flamenco sigue una progresión en su influencia y votos. (P. Delwit, 2010, La vie politique en Belgique de 1830 a nos jours, EUB).
En Austria el FPÖ de Jörg Haider y el Partido Popular Suizo (SVP) se transformaron en partidos de derecha radical populista. En Suecia se crea el partido los demócratas de Suecia (que ha quedado en segundo lugar en las elecciones de este año). Todos estos partidos se han mantenido y siguen siendo importantes en sus países.
Otros partidos surgieron después de la caída del muro de Berlín y de la disolución de la URSS, como el Partido Croata de los Derechos y el Partido Nacional Eslovaco (SNS). En Rumania se creó Romania Mare que, según algún autor, fusionó elementos de ultraderecha con cierta nostalgia del comunismo.
En resumen, al llegar al siglo XXI “la derecha radical populista se había convertido ya en la ideología dominante en la ultra derecha europea…Criticaban a los inmigrantes y/o a las minorías autóctonas, así como a la élite europea y a la nacional, al tiempo que se presentaban a sí mismos como la voz popular que decía lo que el pueblo piensa”.(C.Mudde, 2021, La ultraderecha hoy)
La cuarta ola en el siglo XXI, del 2000 en adelante
Las crisis que produjeron los atentados terroristas de las torres gemelas en New York el 9 de septiembre de 2001 y los otros atentados en ciudades europeas como el de Londres, el de la Estación de Atocha en Madrid, y el de París. La crisis financiera de 2008. La crisis de los refugiados e inmigrantes de 2015. La pandemia del Covid 19.La crisis de la guerra en Ucrania. Han tenido un impacto en las mentes de los ciudadanos.
Todas estas crisis han afectado al mundo entero, de un modo u otro. El rechazo generalizado del terrorismo ha conllevado un fomento de las actitudes islamófobas, La crisis financiera ha puesto a la luz del día los abusos del capitalismo desregulado y la creciente desigualdad y concentración de la riqueza mundial en una ínfima minoría ( menos del 1% acapara más del 46% de la riqueza mundial).
La crisis de 2015 alertó sobre la avalancha de migrantes que se podía producir en Europa proveniente de los países en guerra en Oriente Medio, Afganistán y África. La crisis del Covid 19, creó una sensación de miedo y vulnerabilidad. La guerra de Ucrania ha puesto a Europa ante el doble temor de una guerra nuclear y una tercera guerra mundial y de la recesión económica, debido a la crisis de energía, por el corte de los insumos desde Rusia.
Todos los partidos de las diversas tendencias e ideologías tienen material para poder influir entre sus votantes y persuadirles de que sus propuestas son las más beneficiosas y viables para sus pueblos. Por ahora hay algunos signos de que la derecha radical populista está sabiendo sacar mucho partido de esta situación. En primer lugar, hoy por hoy, han logrado pasar de una cierta marginación política a su aceptación como un actor, si no decisivo siempre, al menos importante. Los partidos de derecha y de “centro” ya no los rechazan como posibles socios para hacer coaliciones de gobierno. E incluso algunos de izquierda no les harían ascos con ciertas condiciones.
En los medios de comunicación, la derecha radical populista ha logrado “meter” en la agenda-setting algunos de sus temas preferidos para el debate público, que son elementos presentes en la agenda informativa y en la política, (vid.R. Rimoli et alt., 2018, Compendio experimental sobre comunicación política electoral y sus vínculos con la psicología, Miami). Las cuestiones de la inmigración y sus disfunciones para las sociedades occidentales. El debate sobre el aborto. El multiculturalismo y sus límites. El islamismo y la pasividad ante el ataque al laicismo y la secularización occidental, etc., son temas que están presentes en el debate.
Esta derecha radical populista no es homogénea, hay variaciones importantes y otras sutiles, entre ellas, según los países. Partidos conservadores se han ido radicalizando hacia la derecha como la Unión Cívica Hungara (Fidesz) de Viktor Orban y el polaco Ley y Justicia (PiS). Por ejemplo, uno es favorable a negociar con Putin y no cortar los lazos económicos de la UE con Rusia y el otro es radicalmente anti ruso, pro USA y OTAN y sostiene incluso la necesidad de entrar en guerra con Rusia.
Otro hecho es que los partidos de la derecha radical populista han incrementado sus votos. Son partidos que ganan la confianza de cada vez más votantes. En la primera década de este siglo tenían una media de apoyo electoral del 4,7% y hasta 2018 ese porcentaje de votos había subido hasta casi el 8%. Si contabilizamos el éxito electoral reciente en Italia y Suecia, entonces ese porcentaje medio podría subir hasta 15% o más.
Vistos los hechos, está suficientemente claro el auge de las ideas de la derecha radical populista. Uno puede hacer como el avestruz y poner la cabeza en un agujero para no ver lo que ocurre en el mundo en el cual vive. O solazarse en un soliloquio dónde uno confunde lo que quiere con lo real.
Pienso que lo correcto es afrontar los hechos y analizar lo siguiente: ¿Por qué “ellos” suben y “los nuestros” se estancan, bajan de votos o son completamente intrascendentes en la política real y concreta?
¿No será porque se ha perdido del todo la capacidad para escuchar la voz del pueblo y articular sus intereses en posiciones y políticas valientes? ¿No será que quieren imponerle sus propias agendas, que no coinciden, con lo que el pueblo real siente y desea, y por tanto las rechazan, o peor, ni las escuchan?
¿O quizás es que se está más atento a las necesidades, deseos y objetivos de una minoría privilegiada – porque algunos se sienten más cercanos a ellos en lo político, ideológico y hasta en lo sentimental-, que en lo que las clases populares ven como sus necesidades más perentorias?
Sea cuales sean las respuestas que se den, un hecho político persiste: la desafección nacional-popular entre las élites partidarias de izquierdas con las clases populares de las que pretenden ser vanguardias.
Torrelodones, 6 de octubre de 2022