Pocos pondrán en duda que la música es un elixir de la vida. Cuando responde al gusto personal, ningún otro elemento del universo experiencial del ser humano comporta el poder balsámico de esa mágica creación. Por eso es placentero exponernos a la que más arrullos nos dispense. Y dentro del espectro musical nacional se podría analizar sus efluvios para derivar un cabal perfil de nuestra idiosincrasia. Basta ponderar los aportes de algunos “ciclopes” de la canción popular para llegar a la conclusión de que la música puede también calificar como un atractivo turístico.

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la música como el “arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente.”  Pero definir a la música como un arte la equipara a una actividad u oficio. Sería más apropiada otra definición que la homologue con un producto: “Es una forma de entretenimiento y relajación. Es una forma de expresar los sentimientos, decir lo que llevas dentro y que cuesta tanto sacarlo de uno mismo. Puedes, a veces, expresarlo en las canciones o melodías sin necesidad de decir ni una sola palabra.”

La música es pues una expresión del ser humano. Sin ser psicólogo, de tal expresión es posible inferir los gustos, preferencias, aspiraciones y hasta ilusiones de los autores. Si aceptamos esa posibilidad habremos de deducir que de su ponderación y análisis se puede colegir también los rasgos de la personalidad y la idiosincrasia del pueblo, definida esta última como “el modo de ser que es característico de una persona o cosa y la distingue de las demás.” Derivar así nuestra idiosincrasia nos permitirá usarla para diferenciarnos como nación y como destino turístico. La bachata y el merengue son géneros musicales que con frecuencia nos definen.

Ahora bien, un producto musical tiene varios componentes: la composición, la musicalización y la interpretación. También debemos escoger entre música clásica y popular. Como nuestra tradición musical no se centra en lo clásico es preferible, al intentar sacar conclusiones sobre nuestra idiosincrasia, enfocarnos en la música popular. Y de un producto o creación de música popular conviene limitarnos a juzgar solamente la musicalización y la interpretación. De los siguientes intérpretes, quienes se erigen como “ciclopes” del gusto del pueblo llano, se podrían derivar los rasgos idiosincráticos, aunque mi selección no compagine con la música urbana porque refleja las preferencias de mi generación.

Procede iniciar con Johnny Ventura, el prolifero autor de 105 producciones discográficas premiadas con “28 discos de oro y 2 de platino, además un Grammy Latino en el 2004 y un Grammy a la Excelencia por su trayectoria en el 2006.” Si hemos de identificar tres de sus producciones sensacionales destacaríamos a Amorios, Patacón Pisao y Caña Brava. Las tres destilan de Johnny su gracia varonil, sana picardía y alegría juguetona. No hay duda de que “las negras del solar” no resistían la miel que botaba ese negro por los poros. Su inesperada muerte enlutó inmisericordemente a todo el pueblo dominicano.

Johnny descolló con los merengues, pero Fernando Villalona lo hizo con los boleros. Al inicio de su meteórica carrera vistió de gala los escenarios con Habladme mi vida, Sonámbulo y Tabaco y Ron, esta ultima tal vez su producción más clásica. “Ha obtenido el Premio ACE que otorga la crónica de arte hispana de New York, varios premios Soberanos y varias nominaciones al Grammy Latino 2002.” Pero su mayor gloria nacional ha sido el apodo de El Mayimbe que reconoce la ternura de su voz y su subyugante estilo. La grandeza de su talento se despliega plenamente en Vida Consentida, una obra de una perfecta sincronía entre voz y musicalización.

Por similares kilates de popularidad y talento interpretativo hay que incluir en el análisis a Anthony Ríos, el perínclito artístico de Hato Mayor. Por su hinchado erotismo Agustín Lara hubiera diagnosticado que tenia “alma de pirata” porque tuvo 26 hijos con 24 mujeres, de los cuales 18 fueron hembras y 8 varones. Pero tal vez fue esa versatilidad varonil la fuente de su inspiración para componer algunas de sus canciones más emblemáticas: Fatalidad, Si Usted Supiera Señora, Imaginación. Se dice que fue el cantante favorito de Joaquín Balaguer, aunque no por ello su muerte provocó honda congoja en el firmamento bohemio de nuestro país.

Por otro lado, el trópico abrazador se percibe cuando estamos inmersos en el son y la negritud de Cuco Valoy. Si bien su pródigo hijo Orlando orquesto magistralmente algunos de sus éxitos, fue el mismo Cuco quien compuso obras monumentales tales como Juliana, Mendigo de Amor y Frutos del Carnaval. Dueño de una gestualidad reveladora de nuestras raíces africanas, Cuco ha convertido en joyas de nuestro acervo musical tambien a El Brujo y Paginas Gloriosas. Orlada su figura por una prolija discografía, Cuco ha recibido el Soberano de Acroarte y varios premios internacionales (Premio Grammy a la Excelencia Musical y 4 veces el Congo de Oro colombiano).

Sería una herejía no incluir a Romeo Santos entre las grandes figuras de nuestro acervo musical. Algunos analistas imputan a Romeo, junto al grupo Aventura, haber popularizado la bachata en Europa. Pero ha sido la etapa solo de su carrera cuando ha logrado un nivel de popularidad jamás alcanzado por dominicano alguno. El concierto Utopía en el Met Life Stadium de New Jersey atrajo a 80,000 personas y en Madison Square Garden se ha presentado varias veces a casa llena. Entre sus más atractivas interpretaciones: Propuesta indecente, Enséñame a olvidar (con Aventura), Eres mía. Se reputa como el artista hispano mas popular en el mercado estadounidense de 60 millones de habitantes. “Romeo es el compositor de casi todos los temas que ha lanzado, tanto con el grupo Aventura como solista.”

De Juan Luis Guerra todos conocemos su trayectoria y sus éxitos. Ha cautivado el mercado iberoamericano con Amor de Conuco, Burbujas de Amor, La Bilirrubina y Ojalá que llueva café y sus conciertos europeos son asistidos por millares de fanáticos. Según Wikipedia: “Con más de 35 años de carrera, ha vendido más de 30 millones de discos123​ y ganado numerosos premios, incluidos 27 Grammy Latinos, dos Grammy estadounidenses y once Premios Latin Billboard;​ fue honrado como Icono de BMI en la 13.ª edición de los Premios Latinos de BMI, nombrado Compositor Latino del Año de 1995 de BMI, las composiciones de Guerra han ganado 14 Premios Latinos de BMI.”

Antes de tratar de sacar conclusiones de lo anterior acerca de nuestra idiosincrasia es preciso reconocer que hay una miríada de otros intérpretes musicales que le hacen honor a nuestro país. Ahí están Sergio Vargas, Wilfrido Vargas, Eddy Herrera, Alex Bueno, los Hermanos Rosario y otros tantos más. Sin embargo, aquí no podemos reseñar a todos los intérpretes y orquestas que merecen destacarse. Bastaría con citar el vacilón de Tono Rosario en 15,500 noches, de Pochy Familia en El panty negro y de Yovanny Polanco en Pero dime para auscultar al alma musical nacional. Pero de ahí a poder sacar un perfil de nuestra idiosincrasia hay una gran diferencia. Para eso no solo tendríamos que incluir ciclopes femeninos en nuestro elenco sino también partir de alguna caracterización ampliamente aceptada propuesta por algún respetado académico. Eso toma tiempo y dedicación.

El denominador común de la musicalidad aquí reseñada es el amor interpersonal y sus glorias, alegrías, vicisitudes y penas. De nuestra música entonces se tendría que sacar la conclusión de que está dominada por la hormona del amor, la oxitocina. Pero eso es demasiado limitante. Al pedirle a ChatGPT un perfil de nuestra idiosincrasia esputó las siguientes características: 1) hospitalidad y calidez, 2) religiosidad, 3) alegría y música, 4) familia y valores tradicionales, 5) optimismo y resiliencia, 6) humor y creatividad, 7) identidad nacional, y 8) competitividad y emprendimiento. ChatGPT concluye que estos rasgos son generalizaciones y la idiosincrasia de cada individuo puede variar.

Llegado este punto no podemos enredar más la madeja por falta de espacio. Cada uno debe derivar sus propias conclusiones. La de quien escribe es que nuestra música es un “producto turístico” que retrata nuestra idiosincrasia y que, disfrutando de ella, los turistas se podrán percatar de lo que somos. Por lo que está pasando ahora nuestros visitantes están prefiriendo la bachata, una auténtica expresión del pueblo llano.