La teoría y la práctica cinematográfica, conjuntamente con la reflexión que implica la experiencia del arte cinematográfico, y siempre desde una relación entre el lenguaje y el fenómeno, admite fórmulas narrativas diversas y dinámicas. En tal sentido, la arquitectura y el cine guardan una estrecha relación, por cuanto el cine histórico y el cine del presente logran sus resultados mediante diferentes etapas de productividad del objeto, re-conociéndose a través del espacio externo e interno y donde ocurren las acciones fílmicas en detalle.  Las locaciones o espacios elegidos para la acción en el  cine forman parte del desarrollo de la propuesta establecida en el guion de base, literario y técnico.

El plan requerido para la acción necesita un diseño arquitectónico, urbanizado, orientado en una suma de planos, secuencias, ángulos y movimientos en el espacio de trabajo en la ciudad, mediante el arte de caminar o desplazarse en conjunto o de forma individual estratégica. El sujeto certifica su acción planeada.  Transportar objetos que pide la práctica interna y externa del cine exige una acción planeada como recurso de producción y tratamiento del espacio cinematográfico.

A lo largo de la historia de la reflexión y la planificación cinematográfica, el cine ha estado ligado a la ciudad y a los entornos socializados por el sujeto de la historia- narración.  Pero también por el cuerpo, el ambiente, el movimiento, las relaciones de grupos, o entre personajes relacionados por determinación indicada en el guion.

Desde la historia misma del fenómeno cinematográfico actual la llamada acción-cine ha cobrado un gran valor de producción. Las construcciones arquitectónicas, o edificaciones mecánicas, eléctricas, funciones viales y técnicas, en particular, han ocupado un lugar significativo, cine de masa y sujeto. Puesto que  el cine como actividad estética trabaja en el «afuera» y en el «adentro» de la representación.  Lo que permite conceptualizar, crear acciones y momentos mediante los términos interior y exterior y los marcadores día, noche, madrugada, mediodía y otros determinantes de la acción.

El rodaje impone esta determinación. De ahí la definición del rodaje en interior día o exterior noche, y los derivados de cambios en cuánto a la localización, el contexto espacial de la historia justificada en el guion.

La arquitectura, el cine y el urbanismo “ideal o formal” involucran un estado del espacio-tiempo donde se sitúa la historia. En este caso, no puede ni debe faltar en una puesta en escena el signo material,  el signo temporal, la estética material y relacional que establece la lógica de todo relato cinematográfico, tal como sucede en las grandes películas o largometrajes famosos de la historia del cine.

La relación cine, urbanismo y arquitectura se hace visible en películas tan importantes como: Iván el terrible, El Acorazado Potenkin, o Alexander Nevski, de S.M. Eisenstein; Ciudadano Kane, El proceso y Otelo, de Orson Welles; Ladrón de bicicletas, de Vittorio De Sica; La tierra tiembla y Muerte en Venecia  de Luchino Visconti;  Nosferatu, Amanecer y La última risa de F. W. Murnau; Ocho y medio, La Strada y Amarcord, de Federico Fellini; Teorema, El evangelio según San Mateo o Los cuentos de Canterbury  de Pier Paolo Pasolini; Apocalipsis now, El padrino, I, II, III, de Francis Ford Coppola; Vivir,  El trono ensangrentado, de Akira Kurosawa, y muchas otras producciones del cine actual.

La ciudad, aparte de los personajes que involucran esas películas, es también un personaje- soporte de dichas películas, pues la relación cine, urbanismo y arquitectura constituye el soporte de una producción cinematográfica estándar.

Esa relación entre arquitectura, urbanismo y cine se expresa a partir de una retórica del código cinematográfico utilizando licencias, figuras y tropos para expresar o componer un plano, una secuencia, un plano-secuencia, una escena, un acto y otro tipo de mecanismo figural y de tensividad temporal que explique el fenómeno “Sentido en el cine”.

Así las cosas, existe un posicionamiento que expresa la relación ciudad y sujeto, como instancias de lo arquitectónico y lo propiamente cinematográfico.

La ciudad-cine se expresa, entonces, mediante un código-guion que involucra la estructura del film y la estructura del espacio urbanístico-arquitectónico reconocido y estudiado por una semiosfera y corposfera de la ciudad con, o, a través de sus cuerpos, caminatas, colores, ruidos, accidentes, velocidades, ritmos, signos del espacio aéreo, marino, diversas antropologías del caminar, metáforas del caminante, accidentes direccionales, el trasiego vehicular, el ritmo del caminar y los focos humanos de la ciudad que aparecen filmados en producciones cinematográficas o audiovisuales; lo que conduce a una relación híbrida de creación que enriquece indudablemente las partes integrantes de una creación cinematográfica.