A raíz de presentarse nuevas modalidades del trabajo crítico en propuestas culturales de países llamados del Tercer Mundo, se produce también un giro en los estudios culturales que sugiere nuevos argumentos para los estudios artísticos, literarios, ideológicos y sociales, desde una mirada interdisciplinaria, plural y crítica. El arte cinematográfico realizado y pensado desde África, el Medio Oriente, la India, América Latina y el Caribe, así como en lugares de Australia, Nueva Zelanda y otras comunidades del Pacífico y del atlántico presenta perspectivas que exploran la diferencia cultural como proyecto liberador activo. Todo esto implica, con el tiempo, una industria cinematográfica con estilos de producción que empiezan a influir en diversos lugares de Europa, el Caribe, América Latina y en las subculturas del Oriente Medio y el continente africano, así como en la formación de mercados que se han ido construyendo a raíz de la decadencia de Hollywood.

Directores, guionistas, locacionistas, actores, editores y una cantidad desconocida de técnicos certificados para trabajar en las grandes o medianas industrias cinematográficas aportan sus ideas y prácticas en este contexto de la diversidad. Todo este ritmo ha generado una ganancia en cuanto al trabajo que empezó a tener lugar en China, Japón, Corea del norte, Corea del sur, Tailandia, Brasil, Egipto y todos aquellos lugares que dependen de identidades lejanas o negadas, y donde el fenómeno cinematográfico se va imponiendo desde una perspectiva étnica artística, política, religiosa, económica y socio-cultural.

Temas como la corrupción, el narcotráfico, las políticas de desplazamientos de lugares, los holocaustos, invasiones, el apartheid y otros fenómenos aparecen en la pantalla y en las carteleras influyentes de países orientales, africanos y de aquel Oriente que teoriza logrando hasta hoy tener presencia en los grandes festivales (Berlín, Cannes, Varsovia, Mar del Plata, India-Goo, Tokio y otros). El cine poscolonial ha logrado tener presencia en  Berlín, Francia, Italia y otros países que también han servido de ejemplo para la difusión de productos cinematográficos que, en la actualidad, han sido espacios de difusión de la actividad cinematográfica reciente.

El hecho de que se hayan formado nuevos espacios cinematográficos en el mundo de hoy, es indicador de cierto desarrollo en cuanto a lo que se denomina industria cultural cinematográfica poscolonial y que ha tenido significativa presencia en Nollywood, que es unas de las industrias más grandes  del mundo africano. Las películas nigerianas tienen una relación o vínculo que se da en dicha producción cinematográfica que se maneja con bajos presupuestos. En diez años este fenómeno ha producido más de 600 películas y más de 7,000 títulos en trece años. En este tipo de cine postcolonial tenemos nuevos directores, guionistas, productores, nuevos actores y actrices que aparecen como las nuevas estrellas de estas nuevas producciones; nuevos técnicos, guionistas, productores, editores y mercadólogos han convertido al cine africano en un campo de instituciones que genera millones y millones de dólares y euros, a la vez que títulos de películas que compiten con los nuevos aportes que van más allá de la cinematografía estándar de Europa y Hollywood.

El cine de China, Japón y la nueva versión de todo el cine coreano que avanza de manera indetenible y se han hecho visible a nivel mundial  ocupando todo un espacio de producción y circulación en diferentes ecosistemas culturales del mundo contemporáneo.

Es importante destacar que: “La teoría poscolonial combinó la idea de Fanon con el postestructuralismo derridiano”. (Ver, Robert Stam: Teorías del Cine. Una introducción, Ed. Paidós, Barcelona, 2023, p.334). Según Stam:

“La antes denominada teoría del tercer mundo se ha visto absorbida por el campo del discurso poscolonial. La teoría del discurso poscolonial abarca un terreno interdisciplinario (historia, economía, literatura, cine) que explora los archivos coloniales y la identidad poscolonial, vehiculado en muchos casos en obras fuertemente teóricas influidas por el postestructuralismo de Lacan, Foucault y Derrida…” (pp.333). Algunas películas denominadas poscoloniales se llevan a cabo en un mapa ideológico y en un listado dialógico y contradictorio. (Ver, Mississipi masala (1991), El té del harem de Arquímedes(1985), El ejército de las tinieblas (1992), El vuelo del navegante (1986), Los cronocrímenes (2007), Frecuencia (Frequency), de Gregory Hoblit (2000), Al filo del mañana (2014), de Doug Liman); X-Men: Días del futuro pasado (2014), de Bryan Singer; La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo (1965), El pueblo en marcha, de Rene Vautier (1963), Fuera de la ley, de Rachid Bouchareb (2010), y otras.

De ahí que la relación entre cine poscolonial y crítica, aun a pesar de sus límites, abre un modo de leer las imágenes en movimiento en el mundo de hoy. Los nuevos cines producidos en Turquía, Corea del Norte y del Sur, Nigeria, Tailandia, El Cabo, México, Brasil y otros lugares participan de apreciaciones ricas en valores y experiencias críticas más cercanas al sujeto de nuestros días.