De manera colateral, ese nicho de formación cinematográfica que se formó en la más antigua academia estatal del país y el continente recibió las enseñanzas de Armando Almànzar Rodríguez, Agliberto Meléndez, René Fortunato, Pericles Mejía, y Arturo Rodríguez Fernández, si valoramos su intensa actividad mediática y física en favor del desarrollo cinematográfico en el país.

En esa parte final de esa década setenta (70) tan agitada, confusa, pero forjadora de tantos cambios sociales, políticos, y culturales, es creada la cinemateca nacional, bajo la impronta gerencial del Maestro del cine dominicano, Agliberto Meléndez. Ese fructífero espacio cultural en la plaza de la cultura Juan Pablo Duarte, contribuyó a cambiar en cierta medida el panorama del cine y los cineastas dominicanos, pues ya contábamos con un espacio donde ver, analizar y discutir sobre la actualidad cinematográfica en el continente y el mundo. El Maestro Meléndez orientó y motivó de manera extraordinaria el personal bajo sus orientaciones, para que allí se respirara un ambiente cinematográfico durante las 24 horas del día, y todos los días de la semana.

Además de buen gestor institucional del cine dominicano, el Maestro Meléndez demostraría unos años más tarde, sus innegables dotes de buen cineasta, cuando realiza y exhibe la película largometraje de ficción: “UN PASAJE DE IDA” en 1988. Esa obra del cineasta Agliberto Meléndez, se convirtió en todo un verdadero fenómeno del cine local, así como en los mercados y fórums internacionales del cine mundial. En ese intenso periplo por festivales y eventos cinematográficos de casi todo el mundo, recibió más de quince (15) distinciones, concedidas por organismos y festivales de cine de alto prestigio y reconocida seriedad evaluativa.

El siguiente gran momento de la cinematografía dominicana es cuando el cineasta Ángel Muñiz y el talentoso comediante, músico e intérprete de merengues, Luis Martí, unen talentos y voluntad para realizar dos peliculas largometraje de ficción. Tomando como argumento fundamental el popular personaje que desde hacía cierto tiempo representaba en la televisión nacional el señor Luis Martí, bajo el sobrenombre de “Balbuena”, Ángel Muñiz realiza una primera versión bajo el título: “Nueba Yol, Por fin llegó Balbuena” en 1995, constituyendo todo un éxito de público y comentarios críticos aceptables. En 1997, vuelve esta dupla creativa a producir una nueva propuesta y llevan a la gran pantalla la película: “Nueba Yol 3, bajo la Nueva Ley”.

Esos dos proyectos cinematográficos de Muñiz despiertan el interés de cineastas y cinéfilos por realizar propuestas que muestren la parte risible, cómica y gentil del Pueblo Dominicano.

Tras estos ejemplos ha continuado una extensa lista de películas bajo el esquema de la comedia ligera, en cierta forma muy parecida a la comedia norteamericana, pero con amplios formatos y criterios a lo dominicano. Una u otra producción de esa condición, antes y después de la aprobación e implementación de la Ley Nacional de Cine (108-10), han recibido el favor del público dominicano, el que en cierta forma se siente representado en las historias exhibidas, que como sabemos, muchas veces provienen de las vivencias que habitualmente ocurren en nuestros barrios y ciudades más populares.

Ese es el contexto cinematográfico que encuentra la Ley Nacional (108-10) para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana, aprobada e implementada en el mes de junio del año 2010. Cineastas de todos los estratos sociales fueron convocados y consultados para diseñar los capítulos, artículos y párrafos que la articulan jurídicamente con el Ministerio de Estado de Hacienda, y en este, con la Dirección Nacional de Impuestos Internos.

Después de implementada la Ley, podemos decir que contamos con la infraestructura esencial, básica que da forma a una Industria Cinematográfica activa, dinámica, tal y como muchos cineastas y cinéfilos de los años 60, 70, 80, y 90, soñaron y no pudieron ver materializada. De esos soñadores quedan unos cuantos en vida, otros no, y pasamos a nombrarlos, porque ellos crearon la cimiente que diò lugar a que el sueño se mantuviera latente, y germinara hecho realidad transcurridos unos cuarenta (40) años: José Luis Sáez, Alberto Villaverde, Pericles Mejía, Jimmy Sierra, Arturo Rodríguez Fernández, Armando Almànzar Rodríguez, Bienvenido Olivier, Leonel Mota, Humberto Frías, Ägliberto Meléndez, Hugo Mateo, Max Pou, René Fortunato, Alfonso Rodríguez, Onofre de la Rosa, Omar Narpier, Carlos Francisco Elías, Adelso Ortega Castellanos, Claudio Chea, Archie López, Pedro Guzmán Cordero, Camilo Carrau, Luciano Castillo, Norberto Santana Rivera, Amable Sterling Medrano, Hildebrando Hidalgo Vargas, Oscar Torres, Efraín Castillo, Eduardo Palmer, Federico Sánchez, Winston Vargas, Silvano Lora, entre otras figuras militantes de una manifestación artística tan exigente con los recursos económicos, pero mucho más con la puesta en escena de las historias reales o ficticias que un director tiene bajo su responsabilidad estética.

En primer lugar, debemos reconocer que ese instrumento jurídico cinematográfico funciona de manera efectiva a partir de los incentivos que esta produce para materializar anualmente un por ciento (1%) ascendente de películas largometrajes de ficción, cortos, mediometrajes, y documentales. Independientemente de ello, entendemos que la ley en estos tiempos, transcurridos catorce (14) años de su implementación, debe ser revisada y actualizada en algunos aspectos para que funcione mejor y sea un ente de equilibrio para toda la familia cinematográfica nacional. Entre los aspectos que entendemos deben ser revisados, actualizados o incluidos en esa necesaria modificación de la ley, destacamos los siguientes:

1- Artículos que reglamenten la cuota de pantalla para nuestro cine y el cine extranjero.

2-Extensiòn real y funcional de la Cinemateca Nacional o Dominicana, en cada provincia del país.

3-Creaciòn en la Dirección General de Cine del Departamento Creativo, responsable de analizar y evaluar los proyectos sometidos a beneficiarse de los fondos públicos que genera la ley 108-10 para la producción cinematográfica.

4-Creaciòn en la Dirección General de Cine del Departamento de Mercadeo, Publicidad y Promoción del Cine Dominicano.

5-Reorientaciòn y adecuación temática y económica de la convocatoria anual del Fondo para la Promoción cinematográfica dominicana (FONPROCINE).

6-Delimitaciòn del uso de los fondos públicos que genera la ley 108-10 a cineastas con tres o más películas realizadas.

7-Creaciòn y desarrollo del Circuito Cinematográfico Estatal en toda la geografía nacional.

8-Los fondos de la ley, destinados a la reinversión para la construcción de salas de cine, deben ser avalados solo para las provincias y municipios sin salas de cine.

9-Promover una amplia gestión nacional e internacional para crear una dinámica plataforma que aumente de manera significativa la coproducción cinematográfica continental y mundial.