Sombra de un destino perdido

En el cibermundo, la revolución digital y la inteligencia artificial han convertido a la ciberpolítica en un campo de batalla donde los discursos políticos se enfrentan en un escenario tanto virtual como real. Muchos líderes políticos fueron pioneros de esta nueva forma de hacer política en el ciberespacio, en la dinámica de las redes sociales; sin embargo, luego de llegar al poder, se olvidaron de ella y no les interesaron estas nuevas dinámicas de comunicación y participación ciudadana

Tal fue el caso del expresidente Leonel Fernández, que durante sus últimos períodos de su gobierno (2004-2012) quedó atrapado en la desmesura y la embriaguez que a menudo acompaña al poder. La creencia de estar predeterminado por el destino o por un dios omnipotente para permanecer en este mundo más allá de su propia condición de mortal puede nublar el juicio y llevar a acciones desmedidas. Solo basta recordar las vallas promocionales que le desplegaron antes de las elecciones de 2012, las cuales se colocaron en diferentes lugares de la República Dominicana. En esas vallas (Guerrero, M. 2013) se presentaba la figura de Fernández mirando hacia el porvenir, con la bandera dominicana y el sol en el fondo, y debajo, una frase que lo decía todo: El destino.

Esta visión política sobre el destino se basa en mitos, como la Moira en la antigua Grecia. Según estas creencias, existe un orden predeterminado que debe respetarse, ya que es inevitable que ocurra. Incluso un gobernante, líder o dictador no se gobierna a sí mismo, sino que está prisionero de una fuerza misteriosa que rige el universo.

A la luz de los nuevos tiempos cibernéticos, de incertidumbres, tal sistema de creencia de ser político destinado en la historia ha comenzado a desvanecerse. El político que se sitúa en ese mito de fuerza misteriosa que supuestamente predetermina los acontecimientos políticos y sociales, se evoca al fracaso, tal como lo ha sucedido a Fernández, que todavía se siente que su misión no ha terminado y que, por tanto, no ha llegado el momento de pasar la antorcha a otros dirigentes políticos.

La visión destinista que encarna el expresidente Fernández se fue manifestando desde el momento en que se formó el frente patriótico (PLD y PRSC) en 1996, el cual lo convirtió en presidente de la República. En un artículo que escribí en 2017, titulado “Leonel Fernández, el futuro “RD2044”, analicé su discurso en el marco de la ineficacia política. Como ciberpolítico, no lograba conectar e interactuar con lo real y lo virtual.

Para él, todo estaba predeterminado, proyectaba un futuro de bienestar social y económico, bajo su liderazgo de una fábrica de presidentes hasta el bicentenario de la fundación de la República, que comprende desde la Independencia de 1844 hasta el 2044.  Con esta última, fecha sería el fin de la historia de la pre-modernización de la sociedad dominicana; por lo que el paraíso estaría garantizado al cumplirse dos siglos de independencia.

Para esa época (2017), el expresidente Fernández andaba como un pregonero por todo el país, lanzando su proyecto RD2044. Este proyecto consistía en una simulación interactiva virtual de cómo sería la sociedad dominicana en el futuro. No obstante, vivíamos en medio de un escenario gris, respirando mafia política, lavado de activos, narcotráfico, delincuencia, ajustes de cuentas, sobrevaluaciones en las obras ejecutadas por Odebrecht y decenas de casos de hipercorrupción (Merejo:  https://acento.com.do/opinion/leonel-fernandez-futuro-rd2044-8442727.html).

Para el expresidente Fernández no existía tal panorama gris, solo se veía a sí mismo como un líder que no podía ir contra el destino, contra esa fuerza misteriosa que lo condenaría a vivir buscando el poder hasta los 90 años y que luego, el propio destino se encargaría de decir si continuaba o no, porque solo este le impediría huir de la degradación de la vida que caracteriza a todos los seres mortales. Este destino se le fue desmoronando, cuando sus partidarios comenzaron a decir que Danilo Medina, impuso la dinerocracia en la República Dominicana.

Como el destino le jugó una mala pasada, ahora asume de antemano (sabe lo que le viene) que, en las elecciones de 2024 el discurso de la ‘dinerocracia’ se impondrá a favor del PRM. (ver su artículo 25/03/2024: https://listindiario.com/puntos-de-vista/20240325/prm-reino-dinerocracia_801372.html).

Es bueno puntualizar, que la dinerocracia es el título de la canción del grupo musical Pitera (2019). Esta canción de la dinerocracia arremete contra el orden establecido, lo niega todo a cambio de nada, un nihilismo, cuando se encuentra atrapado y sin salida. La canción de la dinerocracia colinda la política del anarquismo. Va contra la burguesía, el sector financiero, la iglesia y todo el poder comunicacional. Esta música se escuchó en las elecciones de 2020, durante el enfrentamiento de la Fuerza del Pueblo contra Danilo Medina, por este preferir a Gonzalo Castillo como candidato presidencial, a quien calificó como un penco de candidato.

Algunos de sus partidarios, principalmente los que provienen de la izquierda, conocen bien esta canción. Se trata de una práctica donde el dinero y la riqueza tienen una influencia excesiva en la política y las decisiones gubernamentales. En aquel entonces, el ambiente de la Fuerza del Pueblo era de oposición al PLD en esas elecciones en la que resultó ganador el PRM. Pero en las elecciones de 19 de mayo 2024, el PLD es el aliado de Fernández y al parecer, ya no pertenece al sector del poder de la dinerocracia, no es un grupo de políticos que impone el dinero por encima de la democracia.

Es bueno reiterar que, antes de que el expresidente Fernández renunciara del PLD, tenía la certeza de que no podía escapar al destino y no le interesaba que en todo el territorio del país se estaba luchando contra el fin de la impunidad y contra una justicia secuestrada, que no les hacía caso a los expedientes de corrupción, de lo que hoy muchos exfuncionarios se encuentran guardando cárcel o prisión domiciliaria. Todo esto, gracias a la existencia de un ministerio público independiente, que se inició con Luis Abinader (2020), el cual logró desmantelar la estructura política de una red de justicia encabezada por el comité político del PLD que, junto a la Fuerza del Pueblo y el PRD, quieren volver al reino de la dinerocracia.

Para estas elecciones de 2024, el expresidente Fernández, en cada lugar del país que visita, ha empezado a comprender que confiar en una fuerza omnipotente para guiar su destino no garantiza automáticamente su elección como presidente de la República. Se dio cuenta de que la fe y el destino lo abandonaron; se esfumaron, dejando solo huellas de ideas fantasmagóricas que, de vez en cuando, le hacen pensar que el pueblo lo necesita. Pero no se da cuenta de que este ya lo abandonó y que el destino hace tiempo se lo llevó.

Es por lo que, en esta campaña electoral de 2024, la imagen del expresidente Fernández se diluye entre un pasado histórico atrapado en oportunidades perdidas o de lo que podría haber sido y la sombra de un destino perdido.