Cuando abordamos la lectura de una obra, lo primero que nos atrapa es el título. Los autores, desde allí, tratan de darnos una idea de lo que predomina como línea temática. ¿Qué nos quiere decir Andres Merejo, autor de: Cibermundo Transido: Enredo gris de postpandemia, guerra y ciberguerra?
“Cibermundo” es el espacio donde la tecnología se desarrolla a través de dispositivos electrónicos e internet.
Hoy, vivimos en una realidad híbrida, mitad en el cibermundo, mitad en el mundo, pero no todos se han puesto a analizar sus alcances. Por eso es tan importante que filósofos, psicólogos, sociólogos y antropólogos ya estén poniendo un ojo observador sobre este fenómeno. Y así, constituirse en orientadores de la sociedad.
El término “Transido” que también aparece en el título significa según el diccionario de la Real Academia Española: “fatigado, consumido por la angustia”. Y en su segunda acepción: “Miserable, ridículo en el modo de portarse y gastar”.
Ya desde el título sabemos que la obra trata una problemática actual. Porque hoy, caminamos el mundo y el cibermundo más transidos que nunca. Pensemos que no se había acabado la pandemia cuando otros peligros surgieron: La guerra entre Ucrania y Rusia, la tensión permanente entre China y Estados Unidos, el continuo lanzamiento de misiles al mar de Japón por Corea del Norte, más problemas sanitarios como: la viruela símica, el cólera, la gripe aviar, denominada A H1N1…
El ser humano no ha vuelto a tener un período de paz mental. Este estrés permanente ante un futuro incierto lo angustia y lo fatiga, de allí lo “transido”.
Al tener una vida que no puede planificar a futuro, el hombre ha perdido parte de su dignidad. El hombre no tiene seguridad con respecto a nada. Eso lo hace sentir miserable, de ahí el comportamiento ridículo, como si su vida no tuviera valor. Lo podemos observar en los excesos de selfis en la búsqueda desesperada de likes (me gusta). Influencers que perdieron la vida tomándose fotos en lugares peligrosos. Los populares desafíos o challenge que atentan contra la vida o la salud de los jóvenes.
Merejo menciona también “postpandemia”. Y es que la llegada del COVID 19, que nos puso de cara a la muerte, trazó una línea que separó el pasado benevolente, del hoy aterrador. Fue una entrada abrupta en la virtualidad, una disrupción que pocos comprendieron y mucho menos aceptaron. Comenzamos una vida híbrida: mitad en el mundo, mitad en el cibermundo.
Lo más fácil fue culpar a la tecnología, arrojar el problema fuera de nosotros sin pensar que quien creó la tecnología fue el hombre. Ya no podemos volver atrás. Cada vez más, la tecnología y el internet permean todos los espacios: laborales, académicos y administrativos.
En el inicio del libro, “El pensar del caminante” dice Merejo cuando esboza la introducción. Un título lleno de poesía y de introspección. Sin dudas somos caminantes, y aunque no todos hacen una reflexión de su andar, porque la mayoría siguen sumidos en la búsqueda de poder y banalidades. Algunos, como Merejo, asumen el hacer filosófico, dan un paso al costado de lo superficial y observan detenidamente el fenómeno. Dice el autor:
“Caminar sin un punto estacionario,
sin caminos rectilíneos que terminan en petrificaciones.”
Ha llegado el momento, de caminar, sólo por el placer de andar. Porque en el camino dice Merejo, se configura el pensamiento.
Mientras aún hay muchas personas que claman volver atrás, regresar a ese tibio pasado conocido, Merejo nos invita a tomar una postura más flexible y simplemente andar. Sin especular en el futuro, dejar que nuestro pensamiento se construya en base a una realidad nueva.
El pensar del caminante, es el resultado de una ética de la responsabilidad, dice el autor. Hoy más que nunca, tener una ética de la responsabilidad en cuanto a lo que acontece es vital para la psiquis humana. Merejo nos habla de “Lo feo de la conflagración”. Y dice que el conflicto ocurrido en Europa del Este abrió una zanja profunda en cuanto a la distopía (mundo indeseable), pero en verdad el autor toma esto como un punto de referencia porque él sabe, y lo ha escrito con anterioridad, que la distopía hacía tiempo había metido subrepticiamente sus garras en el corazón de la sociedad.
Sin embargo, el hombre, todavía no se ha dado cuenta, se siente mal, angustiado, transido… pero no está muy claro de la muerte de las utopías. Baumann, citado por Merejo en esta obra, llama retrotopía a esa nostalgia del pasado y del bienestar social ya que el mundo hoy se percibe como terrorífico. (Sin ir más lejos, incluso en noticias “menores” vemos ya la distopía. Uno queda verdaderamente perplejo, a mediados de febrero en Chile, una pareja de adultos mayores al salir de un centro comercial, en pleno día, fueron atacados por una “manada” de delincuentes muy jóvenes que llegaron a pie hasta estas personas, los golpearon en plena calle para robarles. Los transeúntes se aterraban y se quedaban petrificados sin lograr reaccionar. Pensé que veía una serie de The Walking dead.
El futuro se ha transformado y ha dejado de ser el hábitat natural de las esperanzas para convertirse en un escenario de pesadillas, dice Baumann citado por Merejo.
Hoy como nunca necesitamos la reflexión profunda de todos. Debemos realizar una reingeniería de nuestro ser y de nuestro proceder. “Un enredo gris”, como le llama el autor nos está cubriendo como una densa nube.
No vimos el quiebre, la entrada disruptiva de la tecnología. No vimos venir la tan avisada pandemia. Las señales estaban por todas partes. Cuando irrumpió el Covid 19 cobramos un poco más de conciencia acerca de que el mundo había cambiado o estaba por cambiar.
Se pasó a las clases virtuales, al uso de mascarillas, a la prohibición de contacto físico, al confinamiento… Se satanizó la tecnología, pero a la vez, esta nos salvaba porque nos mantenía en contacto con nuestros seres queridos y podíamos saber si estaban bien. También para estar menos solos… Y para informarnos de este horrible y monstruoso coronavirus que acababa con cientos de miles de personas en el mundo.
Fue por la tecnología que pudimos ver la imagen apocalíptica del Papa Francisco, bendiciendo al mundo, en la plaza de San Pedro que estaba totalmente vacía a causa del confinamiento. Estábamos inmersos en la pesadilla. Así nos sumimos más y más, en este “enredo gris”, y la tristeza nos calaba los huesos y subía lentamente por nuestro cuerpo como una neblina llena de miedo y soledad.
Merejo es humanista, le preocupa el hombre y analiza desde sí, estos caminos transidos, por eso en su libro, también enfoca las ciberadicciones y el encanto y desencanto del ciberamor.
El autor hace notar que la ciberadicción no puede confundirse con el uso abusivo de dispositivos digitales, ni de aplicaciones, ni de juegos. Y por eso, antes nos hablaba de una ética de la responsabilidad, aunque también hace hincapié en que la tecnología no hace más que evidenciar patologías previas.
El sujeto cibernético siempre tiene que tener asidero en el mundo real, nos dice el autor. No podemos eliminar ninguno: ni el mundo, ni el cibermundo, ambos forman parte hoy de nuestras vidas. En ese sentido el hombre no puede estar distraído. Siempre debe estar consciente para mantener su estatus humano y no perderse en el mundo virtual, ni aislarse en el mundo real.
El hombre al sentirse confuso culpó a la tecnología por los ciberadictos a los juegos, a los selfis y a las redes sociales, por los desencantos y peligros del ciberamor… Cuando en verdad la tecnología, sólo es una herramienta que nosotros decidimos cómo usar.
Es vital que el Dr. Merejo como filósofo nos ponga a pensar en esto que ocurre. Y que arrojemos una mirada objetiva. Debemos ser observadores del entorno y del hombre mismo para poder evaluar lo que sucede. No hagamos un fundamentalismo de un espacio que está a nuestro servicio, caminémoslo con sabiduría.
Es Dr. Merejo es un visionario, cuando nadie pensaba en esta problemática, él ya esbozaba escritos sobre el tema y alertaba que no debíamos caer en lo patológico. Como recomienda el filósofo italiano Luciano Floridi, debemos aprender a vivir como los manglares, mitad en el agua salada, mitad en el agua dulce.
Por eso, Merejo nos llama a tomar conciencia, a buscar estrategias de navegación para hacer buen uso de las herramientas tecnológicas y de internet, nos invita a filosofar para que nos quitemos el pelaje gris de lo transido y miremos hacia adelante con responsabilidad.
El Dr. Merejo aborda en este libro los problemas con los que los seres humanos lidiamos día a día: No nos sentimos en casa, todo ha cambiado, nuestro entorno se ha vuelto poco fiable. El hombre transita con miedo. Todos tienen miedo dice Merejo, “es algo inherente a las especies y tiene que ver con el instinto de conservación, es lo que nos permite sobrevivir cuando avizoramos un peligro”. Y agrega: “El miedo forma parte de nuestra condición humana transida (…) El miedo no conoce barreras sociales”
Esta obra es una buena oportunidad para comenzar a reflexionar sobre nuestra vida transida, en el mundo y en el cibermundo. Debemos hacer caminos nuevos, aunque sintamos el peso de lo transido y tengamos el alma un poco gris. Caminemos, como recomienda el autor en su libro y cita a Machado:
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar…