La paz global podría pender de un hilo en estos días. Por un lado está el desarrollo de la crisis en Ucrania, que involucra formalmente, además de la Federación Rusa y Ucrania, otros treinta países miembros de la OTAN, arrastrados por los Estados Unidos a una guerra que no les pertenece. Pero ahora el escenario bélico se mueve hacia el Este, hacia el mar de China, con la gira oficial de la presidenta de la Cámara de Representantes, la controvertida octogenaria Nancy Pelosi, que aterrizo en Taiwán la madrugada del martes.

Acuerdos firmados entre China y los Estados Unidos, ambos con capacidad nuclear y ambos miembros del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas, en 1979, en los que la gran potencia del norte se compromete a proteger a Taiwán, que no es un estado independiente, sino una autonomía, además de asegurar solo permitir visitas a la pequeña y rocosa isla, que no fueran de carácter oficial. La visita de Pelosi es oficial, como miembro de un poder del estado.

Un funcionario con calidad para ello, tres días antes de su arribo a Taipéi, declaró, en un raro estilo poco usual en la fina diplomacia china, que el avión que llevara a Nancy Pelosi, sería derribado por cazas de la Fuerza Aérea China. Eso provoco que el presidente Biden, declarara que no era conveniente el viaje al más grande de los Tigres asiáticos, además de que el ejército no veía la visita como correcta ni prudente. Pelosi, muy conflictiva y firme en sus convicciones, continuó con la preparación de su gira por Asia y, al partir, dio breves declaraciones a la prensa, citó algunos países, pero no mencionó a Taiwán.

Pero, ¿qué es lo especial de este país de tubo de ensayo, desarrollado artificialmente por Estados Unidos, para tenerlo como un portaviones en el mismo frente de China continental, a tan solo 180 kilómetros de distancia?

Taiwán, la antigua Formosa o Formosa o Hermosa, colonizada por los portugueses, siempre ha sido asumida como territorio chino de ultramar, no en vano, en ella viven más de diez millones de chinos y cientos de estudiantes taiwaneses estudian en China. Hay que destacar que las potencias no pelean sus guerras atacando el territorio o la masa continental del adversario, sino que se van, a miles de millas náuticas, a pelear sus guerras tercerizadas en los terrenos de países satélites, como el caso de Taiwán.

El escenario de Taiwán y la posible escalada bélica, trasciende sus 35,980 kilómetros cuadrados de superficie, 12,200 menos que la parte de la isla de Santo Domingo que ocupa la República Dominicana, para afectar seriamente todo el Mar de China, donde se encuentra el Estrecho de Taiwán, por donde circulan activamente los buques de gran calado de la vía marítima de la ruta de la seda, donde tienen diferendos en cortes internacionales, no solo China, Japón, las dos Coreas, sino también Australia y Vietnam, entre otras.

La genialidad china, como una alternativa en lo que se dirime el diferendo que parece no terminará nunca, mayormente por las Islas Senkaku para China, y Diahoyu, para Japón, además de las Islas Spratley, colonizadas por marinos británicos, se ha dedicado a construir islas artificiales, con energía solar propia, supermercados, atractivos turísticos, y por supuestos, bases militares disfrazadas de aeropuertos, lo que recompone y no deja de inquietar el tablero estratégico en el sur de China.

El 1 de octubre de 1949, al final de la gran guerra patria, o la Revolución China, encabezada por Mao, el Generalísimo y Dictador, Chiang Kai Check, fundador y jefe del Kuomintang, huyó a Formosa con un millón de chinos y, en cierto modo proclamó una autonomía en territorio taiwanés, pero no la independencia de la China Continental, la China geográfica y milenaria. Como reacción, el líder comunista Mao Zedong, declaró la República Popular China, y, en cierto modo, se mantuvo bajo el paraguas de la desaparecida Unión Soviética.

Ese bloque sino-soviético duró menos de diez años y China busco su propio modelo comunista. Alejado de los bolcheviques, que significa la mayoría, y comenzó su larga andadura para pasar, de la cultura del bambú hacia el microchip, sin dejar de usar bambú. China se encerró a crecer y, en el bloque de los BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, han creado otras organizaciones como la ASEAN, o Asociación de países del Sudeste asiático y el International Structucture and Development Bank, el RCEP, Regional conprehensive Economic Partnership, una alianza económica asiática, además del CDB, o China Development Bank, entre muchas otras, no solo del área económica, sino también estratégica y de inteligencia.

Es posible que como un error estratégico, o deliberadamente, de su política exterior, la administración de Obama haya empujado a Rusia, a los brazos de China y viceversa. La unión y el entendimiento entre estas dos potencias, resultó inevitable.

Pero volvamos al Mar de China y al Estrecho de Taiwán que se ha convertido en un nuevo flashpoint, o punto caliente del tablero geopolítico global, atendiendo a la declaración del primer presidente chino en participar en el Foro de Davis, de 2021, cuando el mandarín Xi Ji Ping, declaro que la reunificación de Taiwán es una tarea histórica y su posible independencia es un callejón sin salida, sin descartar el uso de la fuerza militar para la reintegración plena de la llamada provincia rebelde, al gobierno continental Chino.

Desde antes de la llegada de Pelosi, aviones cazas Pat Fa de fabricación china, fuerzas terrestres en alerta máxima y desplegadas, satélites y radares en operación permanente,

Y el envió de un buque destructor de la armada china, surto a tan solo 80 kilómetros de la costa de la antigua Formosa, a orillas de la Isla Lanyu, o Isla Orquídea, a 64 kilómetros de Taiwán, medidas a las que se ha agregado ejercicios militares por parte de ambos países. La disparidad entre China y Taiwán, se parece mucho a la de la Federación Rusa y Ucrania, veamos estos datos de la CIA Factbook, China 9, 596,00 kilómetros cuadrados, Taiwán, 35,980, por lo que Taiwán cabe 266.73 veces en territorio Chino, además de que por cada taiwanés hay más de sesenta Chinos, esta última potencia declara tener 1600 aviones de Combate y un millón de soldados, Taiwán solo 800,000 tropas y 400 aviones de combate.

Algunos escenarios prospectivos merecen considerarse en esta nueva crisis que podría escalar en el uso de armas estratégicas con capacidad nuclear. El primero, que dona Nancy termine en paz y sin contratiempos su gira por el Asia, que se desescale el conflicto y se retiren los armamentos, aviones, tropas y barcos de ambas potencias nucleares del Mar de China y se mantenga el equilibrio estratégico acostumbrado. Otro escenario podría ser que, tan pronto la congresista estadounidense se retire del lugar, con seguridad y escoltas, se pueda desencadenar operaciones militares, es decir enfrentamientos bélicos entre tropas chinas y estadounidenses, algo que nunca se ha dado, o, tercero, que Estados Unidos monte una operación de falsa bandera, una autoagresión, para justificar un ataque militar frontal, en la zona, lo que podría desencadenar un conflicto nuclear con niveles MAD, loco en inglés, o Mutual Assurement Destruction, un  posible escenario, bélico también, podría ser la detonación accidental o por negligencia o descuido, de alguna ojiva nuclear, que actuara como un wildcart o comodín, es decir, un evento de poca probabilidad pero de gran impacto, en caso de suceder.

Mientras tanto se ha activado el teléfono rojo entre Biden y el Presidente XI, quien ha advertido que quien juega con fuego, terminara quemándose en el. Es decir que ya están mandados a guardar los tiempos de la diplomacia elegante y cortes, aunque fuera firme y amenazante, y en su lugar hay una retórica bélica y falta de las sutilezas de la vida diplomática. Henry Kissinger, en su obra Diplomacia, dijo que la riqueza de la política y las relaciones internacionales, reside en los matices, en los claroscuros, en los tonos grises.

Es preciso recordar las primeras palabras del presidente Joe Biden hacia Vladimir Putin, el Zar ruso, al llamarlo asesino. Luego, y tal vez como cierre de la crisis sanitaria global, los escenarios Rusia-Ucrania, y ahora China- Taiwán, parecen haberse convertido en los ejes decisorios de un gran enfrentamiento nuclear global, entre los Estados Unidos que van abandonado a regañadientes su hegemonía mundial, y una China que se ha convertido, en menos de treinta años de desarrollo y participación e influencia, en su relevo histórico.