Cada 8 de octubre, día de captura, en 1967, del mítico comandante guerrillero Ernesto Che Guevara de la Serna, personas de diferentes nacionalidades del mundo viajan a La Higuera, lugar donde el cuerpo fue baleado, hace 56 años, por un suboficial bolivariano, después de ser herido en combate y apresado en la Quebrada del Yuro, tras agotar todos sus proyectiles.
En cada aniversario de nacimiento o muerte del Che, como universalmente conocido, toman renovado impulso sus ideas y ese ejemplo y valor sin límites, que hicieron sobreponerse al asma desde pequeño, viajar por países de América del Sur para conocerlo “por dentro”, oponerse al golpe de Estado contra el Presidente Jacobo Arbenz,en Guatemala, patrocinado por Estados Unidos a través de la CIA, y enrolarse en México en la expedición que preparaba Fidel Castro para liberal a Cuba de una sangrienta tiranía, preludio de sus hazañas posteriores en el Ejército Rebelde, alcanzando el título de “Guerrillero Heroico”.
Es conocida su enorme estatura como político, estadista, diplomático y nuevamente como guerrillero en el Congo y en Bolivia.
Es grande el valor de quien, sobre una silla de madera, en la escuelita de la Higuera, sin poder moverse por sus heridas, fue capaz de ordenarle a su atribulado asesino:” Usted viene a matarme. Póngase sereno y apunte bien. Usted va a matar a un hombre”.
La personalidad del Che era multifacética. Además de su valor e innato talento estratégico como militar, era un analista profundo de los temas políticos y filosóficos, afincados en su concepción de que, para lograr el desarrollo de un país, lo primero que había que tener era independencia y soberanía plenas, y consolidar entonces su identidad cultural propia.
Así lo demostró luego del difícil desembarco del yate Granma, cuando tuvo que abandonar con dolor su maletín de médico, para cargar una caja de municiones y un fusil para volverse por siempre en un comandante guerrillero. El Che fue un médico que se convirtió en soldado sin dejar de ser medico un solo minuto.
En fecha tan temprana como el 7 de octubre de 1959,a solo unos meses del triunfo de la revolución cubana, el Che profundizó estas ideas, al afirmar, en una conferencia, que “la tarea de los poderes coloniales en todo el mundo ha sido siempre ahogar la cultura autóctona de la nación, destruir las creencias propias de un pueblo e inculcarle la cultura de su país de origen, sus costumbres….Se pueden ver siempre las tentativas de los poderes coloniales por transformarlo todo, adaptan todo a su tipo mental, formas de vida y de organización”.
Pretender sintetizar las facetas de su vida diciendo que estratega militar, medico, político con profundo sentido humanista, ideólogo promotor de la formación del hombre nuevo, economista, analista agudo, periodista, escritor y diplomático, sería como esquematizar su integralidad como revolucionario.
Pero omitirlas sería una falta a la realidad de quien, en su corta vida de 39 años, fue en Cuba comandante guerrillero, llevó la Revolución hasta el centro de la isla, enfrentando un ejército de más 20 mil hombres, presidente del Banco Central de Cuba, ministro de Industrias, diplomático en trascendentales misiones antes las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) en Punta del Este, Uruguay entre otras.
Pero el Che nunca olvido el compromiso que le hizo prometer al líder de la revolución cubana, Fidel Castro, desde su unión al grupo en México, de que una vez triunfara la lucha en la Isla, no le pondría obstáculos para continuar sus empeños por liberar otros países.
A principio de 1965, Ernesto Che Guevara escribió una carta de despedida a Fidel, renunciando a todos sus cargos, a la nacionalidad cubana, que le fue otorgada en 1959, y anunciando su partida hacia “nuevos campos de batallas”. Finalizaba la carta con la frase “Hasta la victoria siempre, convertida desde entonces en una convicción del pueblo cubano.
Tras una fallida experiencia africana en la lucha por liberar el Congo, el Che decidió concentrar sus esfuerzos en América Latina.
Considero que Bolivia era entonces el país con mayor desarrollo de la conciencia popular, en especial del movimiento minero, que estaba en el corazón de Sudamérica, y limitaba con Argentina, Chile, Perú Brasil y Paraguay.
El 3 de noviembre de 1966, el guerrillero heroico llegó a Bolivia bajo la identidad falsa de Adolfo Mena González con pasaporte uruguayo, y el 7 de ese mes comienza su empresa guerrillera en Bolivia, tras instalarse en una zona montañosa y selvática, cerca del río Ñancahuazu, donde la cordillera de los Andes se une con la región del Gran Chaco.
La historia heroica de ese incipiente Ejército de liberación Nacional de Bolivia es conocida, a pesar de la desigual correlación de fuerzas, libró numerosas batallas y combates durante onces meses contra un ejercito entrenado y armado por asesores norteamericanos. A pesar del sacrificio del Che, su figura se ha convertido en un referente moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se ha multiplicado por toda la tierra.