Tiene 113 años de existencia, dedicados a la fabricación y comercialización de productos de consumo masivo en las áreas de limpieza, cuidado personal y alimentación.
Cuenta con más de 2,000 empleados, 21 fábricas, una cartera de 28 marcas y 450 representantes de ventas que llegan a 30,000 clientes con una frecuencia semanal. Además, son distribuidores de importantes marcas internacionales.
Son exportadores de varios de sus productos a Norteamérica, el Caribe y Centro y Suramérica. Su Jabón Hispano es un ícono de la industria nacional.
O sea, hablamos de una empresa que inició sus operaciones produciendo jabón, manteca y velas. Fue fundada por César Iglesias Freires, que vino de Galicia, España, antes de la Guerra Civil.
La empresa sobrevivió a la primera invasión de las tropas de Estados Unidos en el 1916, a los 31 años de Trujillo, al golpe de Estado contra Juan Bosch, a la Guerra de Abril en 1964, a la segunda invasión de tropas norteamericanas días después de la revuelta y a muchas crisis internas y externas que nos han afectado en los últimos 58 años de vida democrática. Su historia está ligada a la historia de San Pedro de Macorís, donde inició sus operaciones.
Definitivamente, pasar de una empresa familiar a emitir acciones en la bolsa de valores requiere grandes cambios y sacrificios. Implica abrir totalmente su contabilidad, tener auditorías de firmas altamente calificadas y demostrar que es confiable y cumple todos los requisitos que exigen las autoridades para colocar acciones al público.
Obviamente, la empresa está necesitada de capital fresco, pero no con préstamos (más endeudamiento) que le harían la vida imposible en momentos en que los costos de los insumos, las tasas de interés y el costo laboral se han disparado. Emitiendo acciones pueden reestructurar su deuda y reducir el costo financiero.
Y es lo que deben hacer muchas empresas familiares dominicanas que se mantienen encerradas como ostras y prefieren continuar financiándose con préstamos bancarios o capital propio. Así pueden manejar su contabilidad a su antojo y hacer gastos que nada tienen que ver con sus operaciones productivas con fines de evadir el ISR.
Pero cuando existen monopolios y oligopolios que fijan los precios de venta a los consumidores, eliminando la competencia, entonces para qué emitir acciones en bolsa cuando se puede subir el precio y con ello financiarse. Y cuando no hay competencia, la innovación pasa a un segundo plano y eso limita que esas empresas puedan exportar sus bienes ya que distan mucho de ser competitivas.
Finalmente, la decisión de los fondos de pensiones de comprar el 70% de las acciones de la empresa César Iglesias S.A. es buena y oportuna y les dará probablemente más beneficios que los intereses que esos fondos reciben en certificados del Banco Central o de Hacienda. Con ello, más de 3 millones de pensionados pasan a ser accionistas indirectos de la empresa.
Muchos fondos de pensiones en Estados Unidos invierten en acciones en la bolsa de valores y compran bonos emitidos por gobiernos como República Dominicana. O sea, diversifican el riesgo ya que los bonos soberanos que emiten los países o los propios gobiernos no están 100% garantizados, sino pregúnteles a los viejitos europeos cuyos fondos de pensión se invirtieron en bonos argentinos y se evaporaron en un santiamén.
La inversión implica riesgos, sea en acciones de renta fija o variables y por eso no todos los huevos deben depositarse en una sola canasta.
Ojalá otras empresas dominicanas se animen a emular lo que hizo César Iglesias, S.A.