La vida presenta etapas que concluyen, mientras otras empiezan. Es importante poder reconocer cuando alguna experiencia ha llegado o debe llegar a su fin. En ocasiones, las personas se quedan ancladas en un tiempo o experiencia, incluso pese a ser contraproducente en sus vidas, y aunque a veces es difícil, es necesario poder fluir, seguir adelante. No puedes pasar a la universidad si no terminas el bachillerato.
La vida humana sana, supone estar en el momento presente, en el aquí y ahora, con revisiones periódicas del camino recorrido y teniendo clara la meta donde se espera llegar. Para cerrar ciclos de forma satisfactoria es preciso tener la capacidad de analizar lo vivido y registrar adecuadamente las experiencias, ya que si vivimos sin aprender de lo vivido somos capaces de mantenernos repitiendo constantemente los mismos errores. Y saber adónde queremos llegar es la mejor referencia para validar correctamente nuestra conducta.
Algunos ciclos que vivimos son realmente nocivos, aunque por alguna deficiencia nuestra, a veces se nos hace muy difícil concluirlos. Para empezar algo, se necesita fuerza y valor, pero a menudo para terminarlo se necesita más.
Debemos cultivar el desapego. Vivir como si estuviéramos de paso, a diferencia de las plantas, podemos movemos sin abandonar nuestras raíces. Aunque amemos tanto a algo que sintamos que es parte de nosotros, si eso nos impide ser nosotros mismos sería un apego desorganizado o patológico. Dos aves no pueden volar si están atadas, de igual forma nadie debe impedir tu crecimiento. Los padres podrían presentar un apego excesivo al hijo y para éste poder desarrollarse como adulto, tendría necesariamente que apartarse de ellos, pero tener independencia económica. Si tu pareja requiere que seas lo que no eres para seguir juntos, realmente no es tu pareja, tú eres simplemente su pertenencia.
Al cerrar un ciclo es muy conveniente que tengamos la capacidad de reconocer nuestros esfuerzos y todo lo bueno que hayamos podido realizar, esto es parte de saber ser feliz. Nos pasamos la vida buscando la aprobación de los demás sin saber que, el reconocimiento indispensable es el de nosotros mismos. Así como un equipo deportivo necesita ser alentado por su fanaticada, también nosotros necesitamos reconocimiento, valorarnos, alentarnos y darnos comprensión a nosotros mismos. Lo antes dicho, puede ser la diferencia entre alguien que disfruta su vida y otro que simplemente la vive o la sufre. Es importante que, aunque nadie reconozca un logro que tengas, lo reconozcas tú e incluso te premies de alguna forma; no tiene que ser algo costoso, pero sí que lo sientas como una recompensa personal por lo que entiendes que hiciste bien.
Tal vez nos enseñaron a criticarnos duramente a nosotros mismos como una forma de mejorar nuestro desempeño en cualquier terreno, pero para ser felices también debemos aprender a darnos cariño, comprensión y a valorarnos. Es necesario aceptar que cometemos errores, pero es inaceptable que utilicemos calificativos despectivos contra nosotros mismos. Si no somos capaces de amarnos a nosotros mismos, no amaremos a nada ni a nadie y nuestras vidas serían muy lamentables.
Es importante aprender a agradecer las oportunidades o experiencias que brinde la vida, eso permite que energéticamente nos mantengamos en la apertura y la actitud necesaria para que nuestra vida fluya; si eres creyente dirigirás a Dios tu agradecimiento. Realmente la gratitud es un poderoso imán que tiende a atraer lo mismo que agradecemos, algún día comprenderemos mejor cómo nuestras actitudes desencadenan los procesos de nuestras vidas.
Pasamos por diferentes etapas: vida intrauterina, niñez, adolescencia, adultez, ancianidad y abandono de nuestro cuerpo. Es importante vivir cada etapa y concluirla adecuadamente para pasar a la otra. Si el adolescente se mantiene en actitudes infantiles aunque llegue a la edad adulta lo hará con deficiencias evidentes. Si el anciano se la pasa añorando épocas pasadas deja inconscientemente de vivir.
Evidentemente siempre podremos señalar aspectos negativos en cada ciclo de nuestra existencia y normalmente tenemos una mayor tendencia a enfocarnos más en lo que nos falta que en lo que tenemos, pero una de las claves para saber vivir es poder disfrutar lo positivo y aprender de lo negativo.
La humanidad está dividida entre los que creen que la existencia terrenal es la única que tenemos y los que creen que no. Los segundos consideran la muerte como una fase de transición a una realidad muy diferente y poco conocida, pero sobreentienden que algunos tipos de existencias los capacitan mejor para ese nuevo estado. Para los que no creen en la vida después de la vida, la vida puede ser muy dura.
Es un privilegio el poder pasar balance al final de cada ciclo, ya que eso nos hace sabios; como analizar brevemente nuestras vivencias al llegar la noche o al concluir cada año y evaluar el sentido de nuestra existencia y qué tanto nos aproximamos a nuestros planes o metas. Nuestro mayor don es la inteligencia, que puede permitirnos alcanzar la sabiduría, y esto, no podemos lograrlo si no dedicamos tiempo a simplemente…pensar.