Al ser los censos nacionales de población y vivienda una operación de gran envergadura y extremadamente compleja, está sujeta a errores de cobertura y contenido de variada magnitud y de causas diversas. Entre estas últimas se puede mencionar la falta o deficiencias en capacidades técnicas y administrativas, los insuficientes recursos financieros que se destinan a los censos y los problemas políticos como corrupción, fraudes y hasta estafas.

 

Por otro lado, al realizarse muchas de las actividades censales en un periodo reducido y emplear -como ningún otro operativo estadístico o electoral- a un gran número de personas de manera temporal, deben establecerse estrictos controles de monitoreo y evaluación de calidad y de rigurosa capacitación en todo el proceso censal en sus diferentes etapas para poder obtener resultados confiables y oportunos, lo que no ha sido la norma en los censos de RD,  sino más bien las improvisaciones, la ausencia de procesos de control de calidad y evaluación adecuados, capacitación insuficiente, todo esto asociado a la falta de recursos económicos e insuficiente pericia técnica.

 

Si bien los problemas de los censos dominicanos y las causas que los provocan no están suficientemente documentados ni sistematizados, las evaluaciones parciales realizadas para los últimos cuatro censos y las informaciones anecdóticas de actores clave (demógrafos, estadísticos, cartógrafos, informáticos, administradores de finanzas y/o recursos, entre otros), con experiencia en uno o más de los nueve censos nacionales de población realizados en RD, permiten identificar los principales factores o causas que han provocado la alta omisión, los altos niveles de errores de contenido, los enormes retrasos en el procesamiento y publicación de los datos y la baja confianza y utilización de los resultados censales.

 

La organización y coordinación censal a nivel local

 

El operativo censal es levantado territorialmente hasta el nivel más pequeño de la división político-administrativo. Es en los municipios, distritos municipales, las ciudades, secciones y parajes donde se ejecuta el censo. Al no disponer la Oficina Nacional de Estadística (ONE) de una estructura técnica territorial robusta a nivel provincial e inexistente a nivel municipal, la coordinación y dirección de las actividades censales son delegadas a personal sin formación e insuficiente experiencia técnica y gerencial, los cuales tienen que recibir casi la misma capacitación que los empadronadores y supervisores.

 

Los organismos de coordinación y apoyo institucional en las provincias y municipios son inoperantes, pues más allá de declaraciones de buenas intenciones de las autoridades locales que conforman los Comités Censales y uno que otro apoyo de vehículo y/o local, no hay involucramiento real en los asuntos administrativos y logísticos del Censo, y en no pocos casos se producen intervenciones para imponer a allegados políticos y familiares en el reclutamiento del personal de campo del censo reemplazando a personas ya capacitadas y seleccionadas.

En los días de los levantamientos censales, en los municipios la ONE es como un llanero solitario en una selva de fieras sedientas de los fondos destinados para viáticos e imprevistos o para alquiler de caballos, mulos y burros para acceder a localidades de imposible acceso por vehículo.

 

 

Recursos financieros y gestión presupuestal

 

La insuficiencia de recursos presupuestarios ha sido tradicionalmente un hándicap para el éxito de los censos. Los recursos económicos que se destinan a los censos, además de ser resultar insuficientes, no son desembolsados con la prontitud necesaria por la Dirección General de Presupuesto y la Contraloría, lo que provoca con frecuencia importantes retrasos en la multiplicidad de adquisiciones de materiales y pagos al personal de apoyo y de campo, dilaciones que forzaron a la ONE a la posposición de la fecha de levantamiento de los censos de 1981 y 2010 que habían sido anunciadas oficialmente por  decreto presidencial.

 

En especial, los retrasos en los pagos a los empadronadores, supervisores y encargados de polígono han sido uno de los problemas que más ha erosionado la credibilidad de los censos y la reputación de la ONE por las recurrentes denuncias y protestas de reclamo de pago de viáticos, que en el caso del último censo 2010 incluyeron micro mítines enfrente de las oficinas de la ONE y quema de supuestos materiales censales y neumáticos escenificadas en varias localidades del país.

 

El proceso de reclutamiento y capacitación censal

 

El reclutamiento y la capacitación del personal de campo es el talón de Aquiles de los censos de población dominicanos. El manejo de la boleta y la eficiencia de la logística censal son cruciales para el éxito de un censo.

 

Desafortunadamente, la capacitación censal ha sido de muy corta duración, salvo en cierta medida el Censo 2010. En apenas unas pocas horas se ha pretendido enseñar los conceptos básicos de un censo, el adecuado manejo de la boleta y del material cartográfico y otros aspectos metodológicos y de orden logístico. El procedimiento de capacitación en cascadas, utilizado al menos en los últimos tres censos -primero se capacita un pequeño grupo que a su vez entrena a los instructores nacionales, y estos a todo el personal de campo- parece no haber sido el más eficaz.

 

Es plausible atribuir a deficiencias en estas habilidades del personal censal buena parte de responsabilidad en la omisión y los errores de contenido en los censos dominicanos, si bien no se ha evaluado con rigurosidad el desempeño del personal de campo.

 

En la formulación del Plan de Capacitación Censal debe tener en cuenta los problemas cognitivos de los estudiantes dominicanos en el aprendizaje en la enseñanza inicial, básica, media y superior y los bajos niveles de cultura estadística de la población en general, pese a los satisfactorios niveles de colaboración de los dominicanos en las encuestas.

 

En una prueba cognitiva realizada por la ONE del 21 al 25 de mayo del año 2019 en seis municipios pertenecientes a dos provincias para evaluar el desenvolvimiento de la boleta censal, tanto en su aplicación por el empadronador como en su comprensión por parte del informante, se encontraron resultados que revelan serias dificultades para la comprensión de algunas preguntas, incluidas varias que son tradicionales en los censos, como los siguientes:

 

  • Entrevistados que no distinguen lo que es número de habitaciones del hogar y número de cuartos de dormir.
  • Informantes que no comprendían el concepto de hogar, por lo que fue necesario que el empadronador leyera varias veces la definición y en varios casos explicarles más detalladamente el concepto de hogar.
  • El término automóvil resultó ser desconocido para algunos entrevistados.
  • En relación con la estratégica pregunta ¿Cuál es la relación o parentesco con la jefa o el jefe del hogar?, algunos informantes interpretaban el término “relación o parentesco” como un comportamiento de la persona. Muchos contestaban “nos llevamos bien”, “nos tratamos bien”, “nos comprendemos mucho”, etc.).
  • Las preguntas sobre la actividad económica, en gran parte de los casos, no eran comprendidas por el informante.
  • Respecto de la pregunta Lugar de nacimiento hubo casos en que el informante lo confundía con el lugar donde ocurrió el parto (hospital o clínica) en vez del lugar de residencia la madre al nacimiento de la persona.
  • Sobre el país de nacimiento de los que nacieron en el extranjero, en ocasiones se verificó que el empadronador tendía a omitir esta pregunta.
  • En relación con el último año de estudios aprobado, a veces el informante respondió los años o el tiempo que la persona tiene sin estudiar, y en algunos casos declaró el año calendario en que cursó el grado.

 

Estos hallazgos parecen indicar que es imperativo que para realizar un censo nacional de población de mayor calidad en RD se debe ampliar la duración de la capacitación censal a al menos 32 horas -equivalente a dos créditos académicos- y mejorar sus contenidos.

 

 

La escasa o nula participación en la planificación censal de expertos nacionales, de la academia y organizaciones de la sociedad civil

 

La forma de conducción de los trabajos censales ha sido tradicionalmente excluyente y autoritaria, sin la participación -ni siquiera para algunas consultas-, tal vez con la excepción del Censo 2002, del pequeño grupo de especialistas en demografía, estadística y cartografía del país con experiencia en algunos de los censos realizados, ni de las universidades y organizaciones de la sociedad civil. Estas ausencias constituyen un desperdicio del know-how censal acumulado en RD. Las consultas públicas con el objetivo de mapear demandas relevantes de las políticas públicas y de la sociedad han estado ausente en los preparativos censales.

 

Cual crónica de un fracaso censal anunciado, en una ponencia que presenté en 1992 en el seminario sobre diseño de la boleta del VII Censo de 1993 organizado por la ONE  advertí  que “…En especial, los demógrafos dominicanos debemos estar de acuerdo en que no se puede realizar un censo con la calidad requerida si la ONE no refuerza su equipo técnico incorporando en las actividades de diseño boleta, adiestramiento a empadronadores, procesamiento y evaluación censal a especialistas de alto nivel”.

 

 

 

La brevedad de la campaña de información y sensibilización a la ciudadanía

 

Tan importante como un buen diseño y una buena planeación, es el proceso de sensibilización, en la medida en que permite la apropiación del censo por todos los estamentos de la sociedad y facilita y optimiza la realización del operativo y el mejoramiento de la calidad. Dada la percepción negativa que tiene la población dominicana sobre los censos, el no informar a tiempo y eficientemente -desde el momento en que anuncia la fecha del levantamiento censal- acerca de la importancia del censo, de los días en que se visitarán los hogares, las informaciones que se solicitarán a las personas, entre otros aspectos. no contribuye a mejorar la credibilidad en los censos dominicanos, ni, por tanto, a una mayor colaboración de la ciudadanía.

 

En un artículo publicado en el diario Hoy en agosto del 2000 abrigué, a propósitos de los preparativos del VIII Censo 2002, “las esperanzas de que en nuestro país podamos superar las traumáticas experiencias censales. Aún esperamos por un Censo Nacional que supere los problemas de cobertura y calidad de los anteriores”. Hoy, 22 años después, a dos meses del X Censo Nacional de Población y Vivienda 2022, renuevo esa expectativa.