La historia censal moderna de República Dominicana, que tiene la singularidad de haberse iniciado durante el gobierno de la primera ocupación de EEUU, a inicios de la segunda década del siglo XX, ha estado signada por la persistencia de seculares deficiencias, retrocesos y uno que otro adelanto de orden conceptual, metodológico y tecnológico. Cual metáfora de la sociedad dominicana, los censos nacionales de población y vivienda revelan los déficit, debilidades e imperfecciones del presente y del pasado por el que ha transitado el Estado dominicano en su devenir histórico de 178 años.
Al ser el Censo Nacional de Población y Vivienda la más gigantesca operación estadística que se realiza en el país, su compleja logística, organización y trabajo de campo en todo el territorio nacional ha desbordado no sólo las capacidades de la entidad oficial para planearlo, levantarlo, procesarlo y divulgar sus resultados con eficacia, eficiencia y transparencia, sino también, las competencias gerenciales y logísticas y la transparencia de todo el Estado dominicano.
Si bien un relato completo e integral de la experiencia censal acumulada en los nueve censos nacionales de población realizados en el país en el lapso de 102 años es asignatura pendiente de la demografía histórica y de la historia de las estadísticas nacionales, evaluaciones y análisis parciales e informaciones anecdóticas de actores clave que han estado involucrados en las rondas de censos de las últimas décadas permiten identificar, a grandes rasgos, las debilidades institucionales y gerenciales en el planeamiento, administración, logística, presupuesto, organización, capacitación, publicación, divulgación, almacenamiento, preservación de la memoria censal y en la utilización de los datos censales.
Por más rigurosa que en términos técnicos se haya realizado la planeación de un censo, como se ha hecho en los últimos dos censos nacionales, sobre todo en el último del 2010, en el que se lograron avances significativos en la cobertura, calidad, oportunidad, difusión y acceso a los datos en comparación con los censos de las décadas anteriores, factores de economía política, institucionales y de gerencia han amenazado y afectado, cual espada de Damocles, la eficacia y eficiencia de ejecución censal, erosionando la credibilidad en los censos y en la institución rectora de las estadísticas nacionales.
A modo de ilustración del maremágnum de problemas, deficiencias inconvenientes y dificultades que arrastran los censos dominicanos de población, haré referencia, a continuación, de manera muy sucinta, a los que, a mi juicio, pueden considerarse como los principales problemas que han afectado la cobertura, calidad, publicación oportuna y utilización eficiente de los datos censales.
En relación con la cobertura de los censos, evaluaciones post censales indirectas basadas en los análisis de conciliación censal de las tendencias de la dinámica demográfica realizados en el marco de las proyecciones nacionales de población han revelado una relativamente alta omisión de viviendas y personas en los censos nacionales de 1950, 1960, 1970, 1981 y 1993, por encima de las registradas en la mayoría de países de América Latina, pese a los ajustes que se hayan realizado a los resultados del empadronamiento. En el caso de los dos primeros censos nacionales de 1920 y 1935, el muy alto crecimiento de la población en esos 15 años podría estar revelando una muy alta omisión en el primero como consecuencia de la entrada al país de la epidemia de la “gripe española” y de la inestabilidad política originada por los protestas cívicas y resistencia armada a la ocupación norteamericana, o un sobre ajuste en el segundo censo con la intencionalidad del régimen trujillista de mostrar el crecimiento demográfico como éxito de su política de poblamiento en sus primeros cinco años.
Si bien se verifica una cierta tendencia a la baja en la omisión, los dos últimos censos no han estado exentos de problemas que han afectado la cobertura censal. Las evaluaciones basadas en encuestas post censales realizadas por primera vez, así como las estimaciones de cobertura comparando las viviendas pre censadas en la actualización cartográfica con el total de viviendas en el censo en cada segmento registran niveles de omisión de vivienda de 10% en el censo 2002 y de 5% a 7% en el último censo 2010.
En el caso del penúltimo censo 2002, la alta omisión se produjo sobre todo en la provincia Santo Domingo, debido a deficiencias de la cartografía elaborada por el Instituto Cartográfico Militar, al cual la dirección de la ONE de ese entonces le otorgó dicha actividad a cargo del presupuesto del Censo, pese a que el equipo de cartografía de la ONE había realizado la actualización correspondiente, cediendo a presiones ejercidas desde altas instancias del Gobierno. La omisión fue tal magnitud que copó durante varios las primeras páginas de los diarios y medios nacionales, provocando un escándalo público que hizo necesario la realización de un nuevo operativo censal en los meses de julio y agosto del 2013 en localidades y sectores identificados por los cartógrafos y en los que estimó y presumió hubo altos niveles de omisión.
En cuanto a la calidad de los datos censales, si bien muchos de los errores de contenido de los datos son de difícil o imposible detección, algunos procedimientos de verificación en el terreno y de análisis de consistencia permite identificar algunos problemas como la cabalidad en las respuestas y la declaración de la edad, la condición de actividad y otras características económicas. En los censos dominicanos estas variables han estado especialmente afectadas de errores mala declaración y de “no respuesta”, que, en algunos casos, como la ocupación, la rama actividad y la condición de actividad han sido tradicionalmente muy elevadas, si bien se redujeron significativamente en los censos de 2002 y 2010.
Respecto de la escasa y tardía publicación de los resultados censales, este problema ha sido un hándicap para la utilización suficiente y eficiente de los datos censales. Con la excepción del último censo 2010, de los datos recopilados en los censos nacionales en general sólo se ha publicado un volumen general de resumen de la población total por sexo, edad y por otras características, según región, provincia, y municipio en algunos de ellos.
Los dos primeros censos de 1920 y 1935 se publicaron con significados retrasos, el primero en 1923 y el segundo en 1946, del cual sólo se publicó la población total por provincia, comunes y distritos municipales. Del tercero de 1950 se publicó 8 años después un volumen de 27 tablas en más de 800 páginas de la población total y la población económicamente activa por cada una de las características incluidas en la boleta, según provincia, comunes y distritos municipales, la publicación censal con mayores detalles, exceptuando la del censo 2010.
De los datos de los censos de 1960 y 1970 sólo llegó a publicar un resumen general, con un desfase de 6 años en ambos censos, de las características básicas de la población. En el último censo de 1970 sólo se publicaron cifras preliminares con una muestra de 20% de las viviendas en diciembre de 1971, y el volumen con todas las viviendas, de apenas 9 cuadros en 88 páginas, en 1976. Los volúmenes II, III y IV del plan de publicación, con los datos de las características educativas, económicas y fecundidad y mortalidad nunca se llegaron a publicar.
Del censo de 1981 se publicó en 1983 un volumen con datos de todo el país basados en una muestra de las boletas censales, y en 1985 tres volúmenes de resultados definitivos con el total de boletas con los datos del Distrito Nacional, Santiago y el resto del país respectivamente, de diez volúmenes que estaban programadas publicar.
Del censo de 1993 sólo se publicó en 1998 un volumen general de 156 páginas con los resultados definitivos del total del país en 17cuadros y.
Afortunadamente, en los dos últimos censos se superó el problema del enorme retraso en la publicación de los resultados, pero en el caso del de 2002 sólo se llegó a publicar en febrero de 2004 un volumen general en 10 cuadros y 235 páginas, con datos de la población total, por sexo y edad, la población de 15 años y más por estado conyugal, la población de 3 años y más por condición de alfabetismo y la población femenina de 15 a 50 años por número de hijos vivos tenidos y total de hijos vivos, desagregados por región, provincia y municipio. Sin embargo, la base de datos se ha preservado, por lo que la ONE tabuló y colgó en su página web en 2007, un conjunto de cuadros en Excel no contenidos en el volumen general publicado.
Es en el censo 2010 que se publica oportunamente por primera vez en apenas un año y 7 meses después del levantamiento censal (en junio 2012) los datos con todas las tablas del plan de tabulación en seis volúmenes las características de las viviendas y los hogares, demográficas básica, educativas, económicas y las de migración, fecundidad y mortalidad, cada una de estas en un volumen individual.
Además del número limitado de tablas publicadas, con los datos de los censos de 1970, 1981 y 1993 ocurrieron dos hechos insólitos agravantes de la insuficiente memoria censal. Las bases de datos correspondientes a los censos de 1970 y 1981 se dañaron por la falta de mantenimiento del ambiente en que se guardaban los dispositivos de almacenamiento (cintas). Sólo se dispone de las bases de datos completas de los últimos dos censos y de sendas muestras de los censos de 1970 y 1981 preparadas por el CELADE en el marco del Programa de Operación Muestra de Censos (OMUECE).
En el caso de la base de datos del censo del 1993 ocurrió un hecho probablemente inédito en toda la región, un enorme retroceso que he denominado crimen de lesa demografía y lesa estadística: el secuestro de dicha base de datos, con la aviesa intención de ocultar las graves inconsistencias provocadas por los “ajustes” de cobertura y calidad a que fue sometida. Cual el argumento de un thriller, las dos gestiones sucesivas de la ONE que reemplazaron la de 1990-1994 realizaron las gestiones de lugar para recuperar la base de datos secuestrada, entre otras solicitando al Banco Central la apertura de una bóveda en la supuestamente estaba guardada una copia, y que resultó que estaba vacía. Esta delictuosa perdida ha precarizado aún más la preservación de la memoria censal, con graves consecuencias para la reconstrucción de las tendencias demográficas del pasado.
Los factores o causas que han provocado los problemas de cobertura, calidad, publicación y divulgación de los datos censales realizados en RD, y que esperamos hayan sido ponderados y tenidos en cuenta para asegurar el éxito del próximo censo nacional de población que está programado levantarse del 10 al 23 de noviembre de este año 2022, es tema que abordaremos en la próxima entrega de este artículo.